País

Mike Pompeo en Costa Rica: una visita de amigos sin anuncios explícitos

Reunión con Alvarado no deparó acuerdos ni idea clara sobre el propósito, pero el jefe de la diplomacia de EE.UU. pone su mejor cara de aliado, pide reelegir a Luis Almagro y crítica la presencia China en la región

El secretario de Estado de Estados Unidos es una de esas figuras políticas que pueden llegar sin que se le invite a la mayoría de países del mundo y en casi todos le tienden la alfombra. Es el jefe de la política exterior de la mayor potencia mundial y cualquier palabra suya, foto o insinuación se lee con cuidado, como ocurrió esta mañana durante las horas en que Mike Pompeo estuvo en Costa Rica.

En pleno conflicto con Irán, en el inicio del juicio político contra su presidente Donald Trump, el responsable de sus políticas internacionales hizo una visita a la pequeña Costa Rica sin que estuviera en los planes anunciar ningún acuerdo, al menos de manera pública.

Pompeo (exmilitar, abogado y empresario en negocios vinculados al petróleo) se reunió con el presidente Carlos Alvarado y, según la rueda de prensa posterior, la reunión no tenía como propósito anunciar ningún proyecto, inversión, cooperación ni acción conjunta para asuntos de la región. Es como si hubiera pasado a saludar amigos.

La visita de mayor nivel diplomático fue más bien de enunciados. Pompeo reiteró el rechazo de su país a los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua, agradeció la relación bilateral con Costa Rica y la inversión de empresas estadounidenses que generan empleo en el país.

También resaltó la acogida a refugiados nicaragüenses, planteó la conveniencia de reelegir a Luis Almagro en la Organización de Estados Americanos (OEA) y aprovechó para lanzar una crítica a la cooperación de China en la región. “Las llamativas promesas del Gobierno chino solo ofrecen deuda, dependencia e incluso erosión de la soberanía de algunas naciones”), dijo Pompeo sin que nadie se lo preguntara.

Sobre Almagro no hubo ninguna respuesta clara de parte de Costa Rica, aunque el secretario de Estado lo dejo medio dicho: “él merece ser reelegido sin duda; en eso estamos de acuerdo y gracias por sus esfuerzos en ese sentido”.

También contestó que en su país pueden atender la petición de Alvarado de revisar la degradación de la nota dada a Costa Rica como destino de viajeros estadounidenses, aunque no sea algo de su entera competencia. Más bien Pompeo dijo que igual seguirán viniendo turistas de su país, como si nada.

De parte del presidente Carlos Alvarado, palabras buenas y agradecidas, además de las acostumbradas menciones a la cooperación bilateral en seguridad, que permite incautar drogas en territorio costarricense para que no lleguen a Estados Unidos.

Junto a ambos se ubicó la delegación costarricense compuesta por el canciller Manuel Ventura, el ministro de Seguridad Michael Soto, su homóloga de Comercio Exterior Dyalá Jiménez y el representante de Costa Rica ante el BCIE, Ottón Solís. También el embajador de Costa Rica en Washington, Fernando Llorca y su contraparte en San José, Sharon Day. Ellos participaron de la reunión, salvo por unos minutos en que Alvarado y Pompeo conversaron a solas.

Tras los 25 minutos de la rueda de prensa, el jefe de la diplomacia de Estados Unidos se trasladó a su embajada en Pavas para reunirse con representantes de la disidencia nicaragüense asentada en Costa Rica, aunque desde fuera de la Casa Presidencial llegaba el sonido de unos pocos manifestantes que critican a otro sector de la oposición a Ortega.

La agenda incluía después la visita a la Base 2 del Aeropuerto Juan Santamaría, donde se ubica el Centro de Operaciones Conjuntas del Ministerio de Seguridad, aunque tampoco habría ningún anuncio en esa materia.

La partida del Secretario de Estado estaba programada para las 3 p.m. Quedaba su huella resumida en una foto amistosa con Alvarado, en enunciados propios de las líneas de la agenda estadounidense para la región y en la reaparición de un canciller (Manuel Ventura) que parece cómodo en las sombras.

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