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Manejo del aislamiento es clave para evitar ansiedad y estrés en niños

El entorno de los menores de edad varió considerablemente tras la llegada del coronavirus y cuánto los pueda perjudicar dependerá de la manera en que su familia y escuela manejen la situación.

“Me siento triste porque está el coronavirus y entonces ya no puedo ir a la escuela. Extraño a la maestra y a mis compañeros”. Así se siente Sheldry, una niña de seis años que desde el pasado 17 de marzo, cuando se suspendieron las lecciones, no asiste a la escuela, solo habla con su maestra por WhatsApp y no socializa con sus compañeros.

En su primer año de escuela, el proceso de lectoescritura en el aula fue interrumpido, por lo que aprender a escribir, saberse los números y el abecedario, y memorizar los himnos quedaron como tareas para la casa. La pandemia también le quitó la posibilidad de correr en los pasillos, pues vive en un barrio peligroso donde no puede salir a jugar.

Esta menor de tan solo seis años y vecina de Santa Ana es una entre los más de 1,1 mil estudiantes que forman parte del sistema educativo público y que se han visto afectados tras la llegada del COVID-19 al país.

Para el exdecano de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica (UCR) y especialista en psicología, Manuel Martínez, el aislamiento social al que se enfrenta la sociedad desde que inició la pandemia podría generar un trauma a los menores de edad, debido a esa precaución instalada o miedo aprendido ante el coronavirus.

“El trauma se aboca a una situación peligrosa o traumática y que se reproduce en otras situaciones donde la amenaza no está presente, pero se vive como tal. Habría que ver si la nueva realidad es acompañada de los viejos temores, ansiedades, o miedos que tienen ahora”, aseguró Martínez.

Martínez, indicó que todas las generaciones son marcadas por distintos temores o ansiedades; en este caso, la pandemia dejará un estigma en niños y adolescentes que son más vulnerables.

“Esto les trae a un sentimiento de vulnerabilidad, de temor, de ansiedad, de que algo malo les puede ocurrir y de que no están a salvo en sus propios hogares. También, no tener contacto con pares genera un vacío. El hecho de no poder contactar a seres queridos, tocarlos, abrazarlos también los va a marcar. Todos tenemos recuerdos de la infancia, en este caso esto va a marcar un antes y un después. Una experiencia hasta cierto punto traumática para toda una generación”, añadió.

Familia y escuela

La pandemia cambió la normalidad para todos, pero específicamente en los menores, el manejo que hagan la escuela y la familia influye en su afectación. Así lo afirma la psicopedagoga y psicóloga Paula Rodríguez.

“¿De qué depende que el niño esté afectado? De la familia y de la escuela. Hay escuelas y maestros que los saturan de trabajo y hay otros que sí han entendido que la educación virtual tiene que dosificarse. No es necesario saturarlos con trabajo. Si se dosifica el trabajo, entendiendo que la idea no es igualar lo que se hacía antes, el chico va a estar mejor. Si los tienen full, ellos van a ser afectados”, señaló la psicopedagoga.

En cuanto a la familia, Rodríguez aseguró que el hecho de que los padres —quienes en muchas ocasiones realizan teletrabajo— ahora sean maestros en casa genera tensión en los hogares, y por ende depresión y ansiedad en los niños. Por esta razón, la dosificación del trabajo para los menores beneficia tanto a papás como a hijos.

En esa misma línea, la catedrática de la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica (UCR), Dina Espinosa, recalcó que el confinamiento pone de manifiesto las tensiones en aquellos familiares que han tenido conflictos, pero también desata nuevas tensiones intrafamiliares que tal vez no eran evidentes; por ejemplo, la pérdida del empleo.

Riesgo de subregistro de casos de violencia

Otro de los factores que preocupa a las autoridades del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) y del Hospital Nacional de Niños (HNN) es que se dé un subregistro de los casos de violencia o abuso sexual en menores de edad debido a que quienes —por lo general— denuncian estos casos son los maestros o personas ajenas a su núcleo familiar.

“Me preocupa lo que no se está denunciando porque no están habilitados los medios usuales de denuncia. Corroborando la información con el Hospital Nacional de Niños hay un incremento —aunque no muy fuerte— en casos de abuso sexual, quemaduras, intoxicaciones. Eso nos lleva a buscar otros mecanismos de denuncia”, aseguró la presidenta ejecutiva del PANI, Gladys Jiménez.

Por esta razón, el PANI habilitó la línea de mensajería de WhatsApp (8989-1147), la cual tiene como objetivo que los niños o adolescentes realicen consultas, se comuniquen e incluso denuncien. Esto se suma a las líneas telefónicas gratuitas 1147 y 800-2226-2626.

Según datos del PANI, del 25 de abril al 20 de mayo se realizaron 906 consultas y denuncias a través de la línea de WhatsApp. En cuanto a incidentes con personas menores de edad reportados al 911, en el mes de marzo se recibieron 6.339 llamadas y en abril 5.734

El Patronato indicó también que en el mes de abril se inauguraron las Unidades de

Respuesta Inmediata (Urais) en la región Brunca y Alajuela, las cuales atienden las emergencias las 24 horas del día, todos los días de la semana.

Jiménez destacó que el Consejo Nacional de Niñez y Adolescencia (conformado por 17 instituciones del Estado) está valorando las acciones que están implementado cada uno de los entes en cuanto a prevención, atención y garantía de derechos de niños y adolescentes.

Por su parte, la directora del Hospital Nacional de Niños, Olga Arguedas, mencionó que la pandemia también ha influido para que en otros países se diagnostiquen otras patologías a los niños tardíamente debido al temor de llevarlos a los hospitales y que sean contagiados por COVID-19. En el caso de Costa Rica los números de consultas han caído.

Asimismo, aseguró que en el país el entorno escolar es más seguro que el doméstico, esto se ve evidenciado en el aumento de quemaduras e intoxicaciones.

Según datos del Hospital, en el primer trimestre de este año se presentó un aumento del 40% en consultas de intoxicación respecto del mismo período del año anterior. Además, por semana se está presentando un caso grave de quemaduras, mientras que en el 2019 se presentó uno por mes.

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