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Los errores de Europa que dispararon el contagio COVID-19

En las últimas semanas varios países europeos recrudecieron las restricciones de libre tránsito y reunión, así como el cierre de negocios y escuelas tras alcanzar récords diarios de infectados.

Definitivamente el manejo de una pandemia no tiene una receta única, pero existe en algunas alertas sobre errores que se han cometido en países europeos y que significaron un retroceso en el control de contagios por COVID-19 en su segunda y tercera ola, muchos de ellos relacionados con el relajamiento de medidas de restricción, protocolos y exceso de confianza en la población.

Claro está que la pandemia generada por este virus no desaparecerá de la noche a la mañana, aún cuando ya se inició el proceso de vacunación en distintas partes del mundo. El retroceso que los países europeos experimentaron en las últimas semanas con nuevos cierres definitivos, restricciones mucho más drásticas y afectaciones a la economía, debido al incremento de casos, abre la mesa de discusión sobre los errores que cometieron.

Por ejemplo, Reino Unido registró el pasado 4 de enero un nuevo récord de infectados diarios, con la suma de 58.784 casos, mientras que, al 5 de enero, España sumaba 1.982.544 casos de coronavirus y 51.430 muertos con test positivo.

En el caso de Alemania al 10 de enero de 2021, las muertes rebasaban las 40.000 personas y contabilizaba 1.908.527 contagios. En un país que fue reconocido en junio de 2020 por ser ejemplo del manejo de la pandemia, momento en que reportaba 188.500 casos y 8.800 muertos.

Por su parte, Italia, uno de los países más golpeados durante la primera ola de contagios, había logrado disminuir sus contagios al iniciar el verano, pero para diciembre volvió a convertirse en el epicentro de la pandemia, con más de 600 muertes cada día y un recuento de positivos que superaba los 2,2 millones.

A esto se suma la llegada de una nueva variante del COVID-19, que es mucho más contagiosa y que se detectó en Reino Unido, generando toda una serie de restricciones de los países europeos hacia su vecino del Brexit.

Mientras los países europeos ven recrudecidos los contagios, en América Latina la tendencia no ha mermado, el contagio no da tregua, con la amenaza constante de que las camas UCI no alcanzarán para atender a todos los pacientes graves.

Pero, ¿cuáles fueron los principales errores que cometieron las naciones europeas que hicieron levantar la curva de casos y, por ende, echar atrás con la flexibilización de medidas y restricciones?

Simbiosis de errores que costó cara

De acuerdo con Marcos Espinal, director del departamento de Enfermedades Transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hay que ser pacientes y realistas, entender que el COVID-19 se va a quedar un buen tiempo. Por ello, controlar la pandemia exigirá poner atención a las lecciones aprendidas y que están sumamente vinculadas con la inequidad dominante y los sistemas de salud subfinanciados.

“Si hablamos de los errores, no podemos marcar uno solo. Es una combinación de factores que incidieron en la llegada de una segunda ola a Europa, y que estuvo marcada porque al comenzar el verano los casos disminuyeron significativamente, lo que hizo relajar las medidas, tanto de distanciamiento, como de lavado de manos y otras no farmacéuticas”, explicó el experto.

Otro factor esencial, destacó Espinal, fue la falta de implementación de un sistema de pruebas de muestreo, que sí se implementó al principio, pero se dejó en verano. Más tarde cuando los casos aumentaron, este sistema no funcionaba a cabalidad, por lo que no podía darse el seguimiento adecuado de los casos.

En Alemania los tiempos de festividades por Navidad pintaban una ciudad vacía, sin mercaditos navideños y con muchas restricciones. Así lo contó Gabriel Zahner, residente en Berlín; desde su perspectiva es el resultado de medidas que dejaban a la libre los protocolos ante el virus.

“No es obligatorio usar mascarilla en áreas públicas, solamente en el metro o sitios cerrados, restaurantes y unas calles que son muy congestionadas y parece que la población no tiene conciencia en absoluto, incluso en el metro la gente no lleva mascarillas”, relató.

Otro factor que ha sido un problema en Alemania es que la gente que visita el supermercado está obligada a llevar mascarilla, pero los trabajadores de estos comercios no tienen la misma obligatoriedad, aunque sí tienen una mampara de plástico. O en los restaurantes, que venden para llevar, quienes cocinan tampoco llevan mascarillas.

Zahner indicó que hay una fuerte inconciencia de parte de la población y las medidas son muy cuestionadas por la población; por ejemplo, la exigencia más reciente de que las personas no se muevan a más de 15 kilómetros de su vivienda, pero en ciudades tan grandes es una distancia irracional.

“Tampoco es fácil encontrar alcohol en gel en ningún punto al que se visite, no hay en el metro, no hay en la entrada de los restaurantes, ni en tiendas, ni siquiera en el aeropuerto. Existe mucha desinformación y las personas no creen en el distanciamiento social; la gente no quiere vacunarse y, como factor nefasto, el virus se ha convertido en un tema político”, añadió.

Según una entrevista desarrollada por el medio de comunicación alemán Deutsche Welle al Dr. Felix Drexler, virólogo del hospital Charité de Berlín, el principal error que cometió Alemania fue no fortalecer la vigilancia sanitaria y el sector primario de salud, de manera que se mantuviera un sistema de testeo y rastreo más eficaz; además de que las personas no entendieron que era necesario evitar espacios donde hay mucha gente y poco volumen de aire.

Recuperación económica a toda costa

Para Allan Carrillo, residente en Reino Unido, con el paso de los meses las personas le fueron perdiendo el temor al virus, se relajaron y dejaron de cuidarse; en gran parte provocado por el esfuerzo de los gobiernos de liberar restricciones a finales de la primavera producto de la presión económica causada por el cierre de los negocios, la pérdida de miles de trabajos y la generación de deuda.

“Una vez que se abrieron los negocios y se permitió la libre movilidad, la mayoría de la población sintió que el virus ya no estaba latente, lo cual aumentó con la propagación masiva de desinformación en Internet y redes sociales, incluyendo a grupos que niegan el virus, sus síntomas y las muertes que provoca. Durante el verano, los países europeos, incluyendo Reino Unido, fomentaron el gasto para una posible recuperación económica, lo que incluía el fomento del turismo y viajes”, detalló Carrillo.

De esta forma, muchos de los contagios y la propagación se debieron, probablemente, a este incentivo por parte del Gobierno general y gobiernos locales por volver a un estado de “normalidad”, algo que la gente se tomó muy en serio.

Así comenzaron a verse más y más grupos de personas de diferentes hogares que se reunían, tanto por ocio como por trabajo. Es muy difícil lograr que las personas retomen la mentalidad de precaución y empatía que tenían al inicio de la primavera en Europa, sobre todo porque muchos quedaron sin empleo y sin lugar para alquilar, imposibilitando la opción de trabajar desde casa.

La situación fue similar en todo Europa. En Italia, por ejemplo, Lucio Ariaudo comentó que, pese a ser uno de los países más golpeados por el COVID-19 durante la primera ola, al llegar el verano la situación mejoró significativamente; los contagios bajaron y se eliminaron las restricciones; la gente podía volver a salir, pero pensaron que ya había pasado todo y dejaron de usar las mascarillas.

Claro que el relajamiento de restricciones era necesario para la economía del país, pues las tiendas, restaurantes y negocios estuvieron cerrados por mucho tiempo y las familias no tenían recursos.

Luego, con la llegada del invierno, llegó la segunda ola y el virus se acercó aún más a la gente. En los últimos meses se han experimentado preocupantes números de fallecimientos, que van de los 500, 600 y hasta 900 por día.

“Otro tema determinante han sido las clases presenciales, donde el problema no es el distanciamiento social o los protocolos, porque allí se aplican; el asunto son los transportes. No todas las ciudades italianas son iguales, ni tienen suficientes buses escolares y se dan aglomeraciones; en eso nadie pensó”, analizó Lucio Ariaudo.

Desde su perspectiva, en Italia hoy la gente tiene miedo y nuevamente se está utilizando la mascarilla, pero si el Gobierno le dice a la gente que salga y haga compras en las tiendas, después no puede indicarles que se tienen que quedar en casa. De hecho, señaló, se están otorgando incentivos para que las personas usen la tarjeta de crédito al comprar y les regresan un 10% de su compra, eso implica ir directamente a la tienda.

Todos estos factores han incidido en que muchos países de Europa lleven ya semanas de estricto confinamiento, incluso el pasado 12 de enero la Canciller alemana, Angela Merkel, aseguró en medios de comunicación que tenían unas ocho o diez semanas muy difíciles por delante, sobre todo por la mutación que ha puesto a circular la nueva variante de coronavirus, por lo cual aún no está claro cuándo se podrán relajar las restricciones.

Incluso naciones como Holanda han anunciado la extensión de medidas de confinamiento total, incluyendo el cierre de escuelas y toda actividad esencial, hasta principios de febrero, con miras a imponer acciones más estrictas si no se contiene el contagio de la nueva mutación.

En Austria se esperaba que las clases presenciales comenzaran de nuevo el 18 de enero, pero todo apunta más bien a una extensión del cierre, que podría tener como horizonte los primeros días de febrero.

Mientras todo esto sucede en Europa, en América Latina, y en especial Costa Rica, el ambiente en una gran parte de la población se siente relajado, muchos no se limitan para realizar reuniones sociales, fiestas o celebraciones; las fronteras continúan abiertas para turistas de casi cualquier destino; se ha dejado una buena porción de la responsabilidad a la ciudadanía y se continúa el plan para arrancar las clases de forma bimodal (presencial y virtual).

Casos en el mundo

Las nuevas olas de contagio de COVID-19 alrededor del mundo ponen en jaque las capacidades de atención de los servicios sanitarios de diversos países, y los números crecen cada día. Algunos de los países con mayor incidencia son:

País                                        Casos

Estados Unidos                         22.771.320

India                                        10.479.179

Brasil                                       8.131.612

Rusia                              3.412.390

Reino Unido                    3.173.274

Francia                            2.864.297

Turquía                           2.346.285

Italia                              2.303.263

España                            2.137.220

Alemania                         1.957.898

Colombia                        1.801.903

Argentina                        1.730.921

México                            1.541.633

Chile                               649.135

Panamá                           281.353

Costa Rica                       180.061

Guatemala                       143.243

Fuente: Universidad Johns Hopkins.

 

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