El acto cotidiano de usar el transporte público para viajar en bus a cualquier lado es todo un reto para Jeferzon Rodríguez Martínez, joven de 26 años, vecino de Los Guido de Desamparados y quien nació con una parálisis infantil.
Es precisamente a partir de su experiencia de vida que Jeferzon tomó una posición inequívoca en contra del proyecto de ley que pretende reformar la Ley de Igualdad de Oportunidades para las Personas con Discapacidad (n.º 7600) para ampliar la vida útil de los buses, actualmente fijada en quince años.
“…Jamás el Ministro (de Obras Públicas y Transportes) debería de defender este proyecto”, Jefferson Rodríguez
Esa iniciativa de ley ha sido ampliamente criticada por muchos sectores, en particular por organizaciones de personas con discapacidad, por considerar que empeorará aún más un servicio del que ya se registran múltiples quejas e incidentes, como el de buses quemados.
Es por eso que Rodríguez, en primer lugar, consideró que “jamás el Ministro (de Obras Públicas y Transportes) debería de defender este proyecto”, ya que “es algo ilógico, porque nosotros tenemos el derecho de gozar de transporte público de primer mundo”.
En su criterio, el Frente Amplio “hizo bien en bloquear el avance del plan sobre dicho proyecto” y consideró que las empresas autobuseras “no pueden escudarse por la pandemia”. No duda en afirmar que “tienen que comprar más buses buenos con rampa, cinturones nuevos y con frenos de piso para sujetar la silla de ruedas”.
Con gravedad, sentenció que el proyecto de ley “nos desplaza de los autobuses porque ya no podríamos transportarnos. No debe interesarles que les cancelen los permisos porque nosotros, las personas con discapacidad, también tenemos derecho a usar los buses”.
“¿Dónde está la igualdad?”
Luchar contra viento y marea es algo cotidiano para Rodríguez y su madre, Marjorie Martínez, quien asumió por su cuenta la crianza y con orgullo informó que el joven ya superó el noveno año y se encamina a obtener su título de bachillerato, en realidad, por segunda vez, la primera lo obtuvo en la modalidad de educación especial y su frustración fue mayúscula cuando se enteró que ese certificado no le servía para entrar a la universidad. Sucede que la condición de Rodríguez afecta fuertemente su capacidad motora y de habla, pero no su capacidad cognitiva.
Fue luego de una sentencia judicial de noviembre de 2016 que la Unidad de Autonomía Personal y Vida Independiente del Consejo Nacional de Personas con Discapacidad (Conapdis) le proveyó de un dispositivo informático que le permite comunicarse mejor, pues lee el movimiento de sus retinas sobre un teclado virtual y produce el discurso a viva voz, de manera similar al utilizado por el físico teórico, Stephen Hawking.
En 2015, presentó problemas de broncoaspiración, es decir, el paso accidental de alimentos a las vías respiratorias. Entonces se le practicó un procedimiento denominado gastrostomía endoscópica percutánea, que básicamente consiste en una cirugía para abrir un orificio en la pared anterior del abdomen, por donde se introduce una sonda de alimentación directo al estómago. Sin embargo, como consecuencia del procedimiento perdió la poca movilidad que tenía y, encima, la herida de la cirugía se infectó. La misma sentencia judicial de 2016 ordenó revertir esa cirugía.
Su madre Marjorie Martínez relata cómo Jeferzon superó la escuela con creces y cuando tenía que integrarse al colegio, “uno estaba pollito en las cosas de educación, nos llamaron y dijeron que tenía que ser no un colegio regular sino de educación especial. Él nunca quiso, pero nunca lo evaluaron bien para saber si él podía estar en educación especial o regular”.
El joven entonces fue matriculado en el Colegio de San Miguel de Desamparados, donde llevó su proceso de educación especial, “nos quemamos los pies caminando”, lo recuerda ella. “Para nada” acota Jeferzon, pues como ya se dijo, el certificado de educación especial no le sirvió para lograr su objetivo de entrar a la universidad.
La decepción y una crisis de salud familiar impidieron que Jeferzon retomara sus estudios, pero “a los dos años dijo: ‘Ma yo quiero estudiar, quiero sacar el bachillerato, yo quiero también demostrar que sí se puede’”.
Primero cursó el nocturno en la Escuela República de Honduras, donde demostró su talento para las matemáticas. “Después me dijo que ya no quería ir a esa escuela porque faltaban mucho los profesores, y a él le gusta ser puntual en todo. Entonces lo pasé para la escuela de Los Guido Sector 2, en octavo, ahí nos abrieron las puertas, el director lo recibió de una vez con mucho gusto y todos los profesores excelentes, uno de ellos ーel de ciencias y matemáticasー apenas llegué me dijo: ‘Déjemelo, yo trabajo con él’”.
“Al día de hoy ya sacó su noveno, con mucho tropiezo, muchos obstáculos, porque no faltan profesores que no creen en las personas”, apuntó la madre orgullosa. Hoy, Jeferzon se mantiene en combate contra la adversidad de su condición, pero no se amilana y con seguridad ya anuncia que “quiero estudiar administración de empresas y contabilidad en la Universidad de Harvard”, aunque reconoce que un primer paso será pasar por la Universidad de Costa Rica (UCR) o la Universidad Nacional (UNA).
Pero está claro que el estado del transporte público es parte, no menor, de las adversidades y cuestiona el hecho de que la Ley 7600 rija desde 1996 y establezca el acceso a los buses con rampa para las personas con alguna discapacidad física o movilidad reducida. El punto es que “hasta el año 2023 sólo hay un 50% de la flotilla de buses con rampa que funciona”. “Eso no tiene lógica desde mi punto de vista”, subrayó.
Por eso, también denuncia que los choferes de los autobuses “no quieran parar o dicen que están malas las rampas y, aparte de eso, cuando vienen muy llenos ocupan el campo de la silla de ruedas con personas de pie y dicen que no llevan campo. Eso es un atropello hacia nosotros, dejándonos sin servicio para llegar hacia nuestros destinos”.
Es firme al cuestionar la actitud de personas que van de pie y obstaculizan el acceso a las rampas. “Me pregunto: ¿dónde está la igualdad de las personas?” Y no deja de lamentar la actitud de algunas personas usuarias que “dañan los cinturones de nuestra protección por gusto, los choferes no reportan ese daño y eso representa un alto potencial de criminalidad hacia nosotros y nuestra vida, porque si hubiese un accidente o un mal frenazo, nosotros nos llevamos la peor parte, algunos no nos podemos sostener bien”.
Aclaración
Desde el Centro Nacional de Recursos para la Educación Inclusiva (Cenarec) del Ministerio de Educación Pública (MEP) se recibió la siguiente precisión: