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Irakí lleva ocho meses detenido sin que Migración logre deportarlo

La policía se justifica con retrasos del Consulado de Irak en México. Recientemente, el extranjero se casó con una costarricense musulmana. Ambos aseguran que hay violación a sus derechos humanos por el prolongado encierro.

Mustafá Ali Mohammed Yaqoob tiene 29 años, es de nacionalidad irakí, su religión es el islam y rechaza ser un terrorista, como le atribuyó la Policía de Nicaragua hace casi ocho meses cuando lo detuvo mientras intentaba ingresar a ese país desde Costa Rica, por una frontera no habilitada.

Además de apresarlo por el intento de ingreso ilegal, las autoridades del país vecino lo señalaron por aparentes vínculos con la organización terrorista paramilitar Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). También fueron detenidos ese día otros tres árabes (un irakí y dos egipcios), sobre quienes se tenían las mismas sospechas, según información que manejaba la policía nicaragüense. Mustafá asegura que él viajaba solo.

Mustafá, el irakí detenido,asegura que su intención era llegar a Canadá para procurar nuevas oportunidades laborales. (Foto: Cortesía de Daniela Tames).

Los cuatro fueron devueltos unos días después a Costa Rica. Se les recluyó en el Centro de Aprehensión de Extranjeros en Tránsito, en Los Lagos de Heredia, donde actualmente hay 42 personas. La ley establece que las detenciones en ese recinto deben ser por un plazo máximo de 30 días, salvo situaciones “especiales y justificadas”; sin embargo, Mustafá está por cumplir ocho meses encerrado en medio de una gran incertidumbre, pues Migración no ha logrado concretar la deportación y tampoco le pone en libertad con medidas alternativas.

Las autoridades costarricenses descartaron que exista conexión de los cuatro árabes con terrorismo. Los otros tres ya fueron deportados, mientras que, en este momento, Mustafá es el extranjero con más tiempo aprehendido en ese lugar. En antigüedad de encierro le siguen un africano (seis meses) y un chino (cuatro meses).

Solicitó refugio y se le negó. Interpuso recursos ante la Sala Constitucional que no dieron resultados de libertad y ahora espera una resolución del Tribunal Contencioso Administrativo.

Hace poco se casó con una costarricense que es musulmana; es decir, que también es profesa el islam, aunque la unión todavía no aparece inscrita en la base pública del Registro Civil. (Vea nota aparte).

Ella ha sido uno de sus principales apoyos durante este tiempo de encierro, pues él no tenía conocidos en este país y su intención era llegar a Canadá para buscar nuevas oportunidades laborales, según contó en una entrevista telefónica con UNIVERSIDAD, en la cual el presidente de la Junta Directiva de la Asociación Cultural Islámica Costarricense, Ala Owaydeh, sirvió como intérprete.

Alonso Soto, subdirector de la Policía de Migración, indicó a UNIVERSIDAD que la deportación no ha podido realizarse debido a que Mustafá se encuentra indocumentado.

“Se han hecho gestiones para documentarlo a través del Consulado de Irak en México. Se enviaron los pasaportes de los custodios (que lo acompañarían en la deportación) para que autorizaran el ingreso, y para que documentaran al señor Mustafá. Sin embargo, las respuestas no han sido muy favorables, debido a que ellos indican que están a la espera de que autoridades en Irak autoricen la documentación y la tramitación de las visas de los oficiales”, explicó Soto.

Según Mustafá, él viajaba con copias de su pasaporte porque temía perder el original durante su travesía por tierra hasta Canadá. En Costa Rica, obtuvo una visa de tránsito por 25 días.

La Dirección de Migración también hizo gestiones para que Brasil recibiera al irakí, dado que él había vivido allá durante seis años como refugiado. No obstante, ese país comunicó que Mustafá perdió su derecho a refugio al abandonar la nación sin permiso.

Ante este escenario, Migración debe esperar la respuesta del consulado irakí y la resolución del Tribunal Contencioso, argumenta el subdirector de Migración, quien añadió que deben “agotarse todas las vías”.

Soto indicó que, si bien existen medidas menos gravosas que la detención para asegurar la permanencia del extranjero en el proceso, en su caso se analizó que inicialmente no contaba con arraigo en el país.

Las otras posibilidades que brinda la Ley General de Migración son la presentación y firma periódica, la detención domiciliaria y el decomiso temporal de documentos.

Soto añadió que si las respuestas del consulado y el Tribunal Contencioso no implican la liberación del extranjero o su pronta deportación, Migración puede considerar otras medidas cautelares.

“Hay factores que han cambiado mucho la situación jurídica de esta persona, porque cuando se aprehendió había evadido controles migratorios, no tenía arraigo en Costa Rica. Ahora sí podríamos empezar a analizar de forma distinta porque hay factores que han cambiado”, respondió Soto.

Daniela Tames, esposa de Mustafá, narró que ella y personas cercanas le facilitarían techo y trabajo, mientras se define su situación jurídica.

Mustafá ahora muestra interés de vivir en Costa Rica porque aquí tiene a su esposa, por lo que buscarán otras alternativas legales. Ella dice que otra posibilidad es irse juntos del país.

Marco Badilla, abogado especializado en temas migratorios, consideró que la aprehensión en estos casos no puede ser por plazos indefinidos por respeto a los derechos humanos.

La Sala Constitucional ha tenido diversos criterios sobre estos temas, pues en algunas ocasiones —como en el caso de Mustafá— ha rechazado los recursos de habeas corpus de los detenidos por considerar que el plazo no es desproporcionado por las gestiones que se han realizado. En otros casos, sí ha ordenado la libertad o algunos magistrados han reiterado que deben ser periodos “razonables”.

Badilla citó un fallo del 2017 en el cual la Sala ordenó la libertad de un palestino cuya aprehensión se prolongó por seis meses. En esa resolución, los magistrados consideraron que la medida de detención “no puede extenderse por un plazo irrazonable, pues la prolongación de la detención de la persona extranjera lesiona sus derechos fundamentales”.

En busca de oportunidades

Mustafá creció en Bagdad, capital de Irak. A sus 20 años salió de ese país por la necesidad económica y la inseguridad debido a la guerra, según narró.

“Yo era empleado en la compañía de fuerza y luz. La situación en Irak estaba muy desordenada y allá los que tomaban las calles son grupos terroristas armados y amenazaban a todo el mundo; entonces la situación era muy fea para vivir”, relató.

Primero salió hacia Turquía y luego obtuvo visa para entrar a Brasil donde trabajó como supervisor de un supermercado, según su narración.

Mustafá asegura que los ingresos económicos que tenía eran insuficientes para enviar dinero a su familia en Irak y que, por eso, decidió partir hacia Canadá, trayecto en el cual fue detenido en Nicaragua.

Él afirmó que en esa frontera le dijeron que se quedara junto a los otros tres árabes, a pesar de que no viajaban juntos. Después empezaron a relacionarlos con terrorismo, recordó.

“Me hicieron esperar con ellos por ser árabe, nada más. Dijeron que esperara dos horas y se hicieron cuatro días. Nos llevaron esposados y con los ojos tapados a Managua. Nos dijeron que éramos sospechosos de terrorismo. Yo les dije a los policías de allá que no conocía a esos muchachos, que acaba de conocerlos, pero me dijeron que por ser árabe me quedaba con ellos. Decidieron devolvernos a Costa Rica”, añadió Mustafá.

El extranjero afirmó que en el Centro de Aprehensión de Migración ha sufrido discriminación por su nacionalidad y su creencia religiosa, pues algunos policías le dicen “terrorista” o le hacen bromas diciendo que puede llevar una bomba. Él entiende un poco el español por las palabras que se dicen de forma similar en portugués, idioma que conoce por el tiempo que vivió en Brasil.

El subdirector de la Policía de Migración, Alonso Soto, indicó a UNIVERSIDAD que carece de denuncias sobre este tipo de ofensas pero afirmó que investigará si estos hechos son ciertos.

Soto expresó que la policía migratoria siempre ha sido respetuosa de los derechos de las personas extranjeras.


La tica Daniela Tames utiliza el hiyab, un velo que suelen usar las mujeres musulmanas. Ella contó que entre musulmanes no se permite el noviazgo, por lo que se casó con Mustafá poco después de conocerlo. (Foto: Cortesía de Daniela Tames).

Costarricense casada con irakí detenido: “Fue amor a primera vista”

Ingeniera convertida al islam conoció a su ahora esposo cuando lo visitó en el Centro de Aprehensión para Extranjeros, con el fin de ayudarle con comida y ropa.

Hulda Miranda Picado

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Daniela Tames es una costarricense hija de una madre de creencia católica y un padre evangélico. Desde pequeña tuvo muchas preguntas sobre la religión, hasta que empezó a buscar información por su cuenta y hace poco más de un año se convirtió al islam, una religión que predomina en países asiáticos y africanos.

“Como se indica en el Corán, Dios guía a quien quiere guiar y desvía a quien quiere desviar.

Entonces Dios me guió para tomar la decisión correcta para mi vida, independientemente de si era agradable a los ojos de muchas personas, mi misión en esta vida es ganarme el paraíso y he luchado por ello y básicamente es cuando tomo la decisión de convertirme al islam”, contó.

Tames tiene 28 años, es ingeniera en seguridad laboral e ingeniera ambiental. En diciembre conoció a quien ahora es su esposo: el irakí Mustafá Ali Mohammed Yaqoob, quien se encuentra desde junio del año pasado en el Centro de Aprehensión de Extranjeros en Tránsito.

“Considero que lo nuestro fue amor a primera vista, porque hubo una atracción inmediata y —partiendo de que no podemos tener relaciones previas al matrimonio y considerando que para nosotros el matrimonio representa el 50% de la religión— tomo la decisión de casarme con él”, relató.

La joven visitó ese centro de detención invitada por el sheikh (representante de la comunidad musulmana) de la mezquita Luz y Fe.

“Él nos indicó que hay hermanos musulmanes detenidos y que necesitan nuestro apoyo y colaboración. Nos organizamos y les llevamos alimentación, ropa y artículos de uso personal. Esto fue en inicios de diciembre. Después él habló con el sheikh y mi wali (un representante que vela por los derechos de la mujer) y me propuso matrimonio”, relató.

Tames explicó que en su creencia religiosa no existen los noviazgos, pues las relaciones previas al matrimonio se consideran pecado.

“Nosotros hicimos un matrimonio islámico y luego por el civil. Como en Costa Rica el matrimonio islámico no es válido para efectos de índole legal, le solicité que nos casáramos también por el civil e hicimos los dos matrimonios. En Medio Oriente sí es considerado legal”, detalló.

La unión de la tica con el irakí originó una investigación por parte de las autoridades del Registro Civil, debido a que en otros casos se han detectado matrimonios simulados de personas nacionales con extranjeras para que estas últimas obtengan la nacionalidad costarricense.

“Como parte de la inscripción, el Registro Civil ejecuta una investigación previa al proceso de finalización para conocer que no es un matrimonio simulado, nos investigan y hacemos una declaración jurada y, con todas las pruebas y evidencias, se determina que es un matrimonio por mutuo acuerdo, que ni me estoy faltando el respeto yo, ni se lo está faltando él; ni mucho menos a Costa Rica. Ahí ellos conocen que nos estamos casando porque queremos agradar a Dios y completar la mitad de nuestra religión”, expresó la joven.

Tames indicó que, según la información que le dio el Registro, la unión fue aprobada y está en trámite de inscripción. “Hay algo importante, el temor a Dios para mí y Mustafá es muy grande y no vamos a hacer algo que nos afecte como personas ni ante los ojos de Dios”, manifestó.

Según la ingeniera, desde antes de conocer a su actual esposo ella tenía intenciones de irse a vivir a Irak para trabajar en compañías petroleras.

Aunque considera que en Costa Rica existen muchos tabúes sobre el islam, también afirmó que las personas han sido muy respetuosas sobre sus creencias.

Para ella, en el caso de Mustafá medió la islamofobia (odio hacia el islam y los musulmanes), pues cree que la Policía de Nicaragua lo relacionó con hechos terroristas solo por su nacionalidad y su afiliación religiosa. Además, afirmó que la policía de ese país le robó a Mustafá dinero y celulares.

Tames también cuestionó las bromas que a veces le han hecho a su esposo en el Centro de Aprehensión, en Costa Rica, relacionadas con sus creencias.


 

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