El ingreso promedio de las personas jóvenes trabajadoras no ha variado casi nada en los últimos trece años, pues en el período entre 2010-2015 osciló en valores alrededor de los ₡313.191 y ₡312.287 muy por debajo del salario mínimo de una ocupación no calificada, que corresponde a ₡352.165, además, en términos reales, es decir, el salario percibido no permite mejorar la capacidad de consumo, con respecto al incremento de los precios.
Así lo confirmo el Colegio de Ciencias Económicas, que hizo pública su preocupación por las condiciones que está enfrentando la juventud costarricense para conseguir empleo en la economía nacional, y de aquellas personas que sí acceden a trabajo, no cuentan con buenas condiciones.
De acuerdo con el economista Luis Vargas, miembro del Colegio Profesional, los datos muestran que el poder adquisitivo de las personas jóvenes se ha mantenido estancado, a pesar de que la economía sigue creciendo.
Además, según el comportamiento del ingreso real por hora de los jóvenes, en el tercer trimestre del 2019 y el cuarto trimestre del 2020 experimentaron una caída del 18,1%, en gran medida provocado por el impacto de la pandemia.
Una caída similar del 16,1% se presentó entre el tercer trimestre del 2021 y el cuarto trimestre del 2022, producto de la alta inflación que se dio en ese momento y que no se ha visto compensada por aumento en los ingresos.
“No podemos permitirnos que los jóvenes no se inserten plenamente en la vida económica y esto los lleve a refugiarse en actividades ilícitas como el crimen organizado y el narcotráfico. El Colegio tiene la mayor anuencia a trabajar en una hoja de ruta para atender con prioridad la condición de los jóvenes en la economía”, indicó Vargas.
Por otra parte, los datos de la Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) al tercer trimestre de 2023, evidencian que la tasa de desempleo de las personas jóvenes es del 22,6%, lo significa 3,8 veces superior a la de las personas adultas, que tuvieron un 6%, asimismo, la tasa de desempleo de larga duración, es decir que tiene más de un año en que la persona dejó de laborar, es casi tres veces superior en las personas jóvenes que en la población adulta.
