País

Ingeniárselas sin Internet

Los docentes se trasladan por kilómetros o le piden ayuda a familiares para solo poder revisar el correo eletrónico

Cada vez que Ingrid González debe enviar un documento, sale desde la escuela unidocente La Cascada, en la que es directora, en Coopevega de Cutris de San Carlos, hasta el centro de Coopevega, pues no cuenta con Internet.

Son unos 15 minutos de trayecto, pero aun ahí, sabe que será un reto lograr la comunicación pues la señal en el pueblo es muy débil.
Para González es casi un sueño que sus 12 estudiantes lleguen a tener acceso a computadoras e Internet, pues ella considera que los recursos con los que cuentan actualmente, como los libros, “ya no son suficientes”.

También le preocupa que cuando sus alumnos lleguen al colegio probablemente sí tengan acceso a la tecnología, pero no sabrán usarla y entonces estarán en desventaja con el resto de sus compañeros.

Es lo que quizá le suceda a Jéssica, una estudiante de quinto grado de esta escuela: “Yo no conozco mucho de eso porque en mi casa no hay, pero la maestra nos ha dicho que nos ayudaría para reforzar lo que aprendemos en clase”, dice la estudiante.

Cutris de San Carlos es un distrito fronterizo que tiene el mayor índice de desempleo del cantón. Las familias son de bajos recursos y se dedican al trabajo en ganadería o en cultivo de palma, por lo que no tienen acceso a Internet o a computadoras.

A diez kilómetros de la escuela La Cascada, está el centro educativo San Fernando, en el que ni siquiera hay teléfono fijo.
“La escuela está a la orilla del río. Solo hay unos puntos donde entra la señal. Llegaron a hacer una visita los del Claro pero no volvieron, dijeron que no había conexión”, recordó Carolina Rodríguez, directora de esa escuela.

Rodríguez llega todos los días a su casa, a 18 kilómetros de la escuela para poder acceder a los correos electrónicos.

No obstante, lamenta no poder mostrarles contenido diferente a sus estudiantes, como videos que les ayuden a reforzar las explicaciones.

Un alejado Upala

Los estudiantes de IDA Recreo, las escuelas San Marcos y Los Ángeles, así como el Liceo de Colonia de Puntarenas, en Upala, son solo algunos de los que siguen en espera de una promesa de conectividad que no les cumplieron.

Vera García es directora de Los Ángeles, en Aguas Claras de Upala, donde estudian 10 alumnos.

El día que empleados de Claro visitaron ese centro educativo, le dijeron a García que al ser una zona alejada y rodeada de muchos árboles no había señal, según recuerda ella.

Es por eso, dice, que las expectativas que tenían poco a poco han ido desapareciendo, pues al principio les dijeron que toda la comunidad se iba a beneficiar con el servicio, pero eso no ha ocurrido.

“Tener Internet iba a ser una herramienta más para los niños. Les comentamos a ellos y primero fue una alegría, pero después una frustración porque nunca llegó lo que nos prometieron. Ya pasó un año, pero no hemos vuelto a tener respuesta”, narró la docente.

En el IDA Recreo la ilusión fue mayor, pues los 59 estudiantes ya cuentan con computadoras portátiles entregadas por la Fundación Omar Dengo.

El director Max Rojas comentó que, con el Internet “de gran alcance y velocidad” que les ofrecieron, tenían muchos planes.

“A nosotros nos pusieron a soñar cuando nos dijeron del proyecto, yo vine y reuní a los padres de familia y les conté acerca de lo que se trataba y la posibilidad que la comunidad aprovechara la conexión, pero ahora constantemente los padres me viven reclamando porque en ese momento no contamos con el servicio”, indicó.

Incluso, habían pensando construir un espacio dentro del centro educativo para que los fines de semana los estudiantes pudieran acercarse con sus padres a hacer las tareas.

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