El colectivo ganador de la Medalla al Mérito Agrícola 2022 en la categoría Desarrollo Rural, Mojojoy Agri-Cultura, protestó contra proyectos y políticas de gobierno que considera, atentan contra el medio ambiente y la vida campesina, durante la entrega de premios el pasado sábado.
La entrega de los galardones tuvo lugar en San Carlos y participaron el presidente de la República, Rodrigo Chaves y la ministra de Agricultura y Ganadería, Laura Bonilla.
Los cuatro integrantes del colectivo subieron a recibir su galardón portando camisetas con consignas: “No a la ley de semillas”, “No más agrotóxicos, no más monocultivos”, “Justicia para China Kicha” y “Tierra para el campesinado”.
Mariela Richmond, integrante de la agrupación comentó en entrevista con UNIVERSIDAD que el anuncio y a convocatoria a la actividad se dio la semana previa y detalló que les generó molestia pues no se hizo consulta alguna con el sector sobre la locación, la fecha o el horario, y la forma en que podía afectarles (en vista de que los sábados son usualmente días de vender para las personas agricultoras) por lo que en un principio pidieron un cambio de fecha y consideraron no asistir.
Sin embargo, ante una convocatoria de la viceministra, que además les dijo que tendrían posibilidad de hacer contactos, iniciar gestiones con el Instituto de Desarrollo Rural (Inder) y hasta poder decir algunas palabras durante el evento, les llamó la atención la posibilidad de posicionar temas que consideran urgentes.
“Como nos dijeron que íbamos a tener micrófono, decidimos hacernos las camisetas y escribimos lo que queríamos decir, porque queríamos poder posicionar las luchas por la tierra, por el medio ambiente, frente a las autoridades, que por cierto, consideramos que representan todo lo que nosotros combatimos”, dijo Richmond.
Cabe destacar que Mojojoy es un proyecto que lleva a cabo “la recuperación de suelos, la dignificación del saber campesino, la producción de hortalizas sin venenos, el diálogo entre sistemas productivos agrícolas y la necesidad de plantas nativas para la conservación, la democratización del conocimiento, el impulso a una pedagogía para y con la tierra, y la necesidad, para el sostenimiento de esto, de la lucha contra la agroindustria tanto en lo productivo como en las ideas”, explican sus integrantes.
Así, puntualizó Richmond, quisieron protestar defendiendo el trabajo que realizan y vsibilizando “el abandono a la pequeña o pequeño productor agrícola, endenuncia a la mentira de que existe un apoyo real a proyectos que de una u otra manera apuntan a una relación más armónica con el ecosistema. Además, de empatar la lucha por un modelo agrícola alternativo con la lucha de los pueblos indígenas que alrededor del
mundo son los que defensores de otro tipo de agricultura junto al campesinado (alimentan al planeta entero) y visibilizar que el Estado responde a los intereses de los grandes capitales agrícolas”.
A pesar de que se les había indicado que habría un espacio para hablar, cuenta, recién iniciada la ceremonia más bien se anunció la firma de un decreto que como agricultores y activistas consideran “nefasto”: la ampliación del registro de agroquímicos. Además, no se les permitió hablar.
“Nos sentimos totalmente instrumentalizados por este gobierno, era una actividad donde se celebraba el trabajo de gente como nosotros, que está comprometida con las prácticas campesinas que generan bienestar, con el medio ambiente y lo usaron para hacerle el favorcito a las piñeras y los monocultivos, que es con quien quieren congraciarse”, dijo Richmond.
