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Fuerza laboral carga en sus espaldas con 500 mil costarricenses más que no trabajan

Desde el 2010, quienes están fuera de la fuerza de trabajo crecieron tres veces más que quienes se incorporaron al mercado laboral del país, en el que se incrementa exclusión de mujeres.

Costa Rica se vuelve un país en el que cada vez menos personas trabajan para producir y mantener al resto de la población, lo que aumenta la dependencia a casi la mitad de quienes están en edad de ser parte del mercado laboral.

Según los indicadores del mercado laboral costarricense que desde el 2010 el Instituto Nacional de Estadística (INEC) reporta, desde esa fecha al corte de setiembre, las personas fuera de la fuerza laboral aumentaron en 559.733, mientras que quienes se incorporaron a la fuerza laboral lo hicieron en 201.483.

Ello quiere decir que mientras la población total aumentó un 16% en ese período, los que se incorporaron al mercado laboral (ocupados y desempleados) apenas aumentaron poco más de la mitad: 9,7%, mientras las personas fuera de la fuerza laboral subieron 41,7%. Es decir, tres veces más que quienes se sumaban al mercado laboral. (ver gráfico)

Estos datos se refieren a la población con 15 años o más, que son los que se considera que se pueden incorporar al mercado laboral.

Como resultado de ese incremento, la fuerza laboral avanza lentamente para sobrepasar los 2 millones de costarricenses, mientras quienes quedan fuera del mercado laboral pasaron de 1,3 millones a 1,8 millones: casi los igualan, al punto que quienes integran la fuerza laboral porcentualmente decrecieron de un 45,3% de la población total a un 42,3%, mientras los que están fuera de este mercado laboral ascendieron de un 29,5% a un 36% de la población total (ver gráfico).

Incluso si solo se considera las personas que están en edad de producir (15 años o más), los porcentajes pasaron en 13 años de 60% en el mercado laboral, a un 54%, mientras los que estaban fuera pasaron de 40% a 46%.

Más población inactiva

Para la experta en análisis del mercado laboral María Luz Sanarrusia, debe llamar la atención que la tasa neta de participación en el mercado laboral fue de un 54% en el tercer trimestre, la más baja desde el 2010 y una de las más menores de América Latina y de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). 

“Hay poca absorción del mercado laboral, estamos en un punto crítico por la poca participación laboral y la incipiente generación de empleo”, comentó.

Adicionalmente, se genera una tendencia en la que están aumentando las personas que dependen de otras para su sustento.

“En términos generales, tenemos cada vez más población inactiva, que depende del ingreso de otros, y no solo a corto plazo. Esto afectará la seguridad social, el sistema de cotizaciones de pensiones y de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM), e incluso en el futuro se puede afectar la sostenibilidad de la producción nacional”, indicó Gilbert Brenes, investigador del Centro Centroamericano de Población (CCP) y director del posgrado en Estadística de la Universidad de Costa Rica.

Brenes mencionó que en esta tendencia aparecen varios fenómenos, entre ellos uno demográfico, con el aumento en el envejecimiento de la población que incide en el aumento de los pensionados y las personas que deben dedicarse al cuido de familiares (por lo que salen de la fuerza laboral), pero también se debe considerar una reconfiguración de la población joven y procesos de exclusión que se fortalecieron tras la pandemia del COVID-19, afectando particularmente a las mujeres.

Por su parte, Sanarrusia manifestó que el mercado laboral no está generando condiciones que estimulen a grandes cantidades para incorporarse, afectando especialmente a las mujeres. Agregó que, aunque se registra una mayor cantidad de personas con empleo formal, esto se debe a un reflejo de la poca participación de las personas en este mercado de trabajo y no una mejoría en las condiciones generales.

“Estamos ante una de las tasas de informalidad más bajas, de 38%, pero no es una transición de la informalidad a la formalidad”, indicó Sanarrusia. Explicó que esto se evidencia en el mantenimiento de los niveles de pobreza, que no se han modificado.

El fenómeno de la exclusión del mercado laboral también se presenta con mayor fuerza en el ámbito urbano, en el que la fuerza de trabajo aumentó solo 7,5%, en contraste con un 44,3% de las personas fuera del mercado laboral.

El aumento de la exclusión en las zonas rurales, asimismo, se presentó, pero con una magnitud menor a la de las áreas urbanas. En el campo, las personas incluidas en la fuerza de trabajo aumentaron un 16,6% desde el 2010, mientras la cifra de las que resultaron fuera se elevó un 35,5%.

 

Exclusión con rostro femenino

Aunque se trata de una tendencia que se presenta tanto en hombres como en mujeres, el aumento en la exclusión femenina que se presentaba desde antes requiere de atención particular.

Desde el 2010, la cantidad de mujeres fuera del mercado laboral aumentó en más de 370 mil, mientras que en hombres fueron poco más de 240 mil. En contraste, se sumaron más de 133 mil hombres a la fuerza de trabajo, frente a tan solo 67 mil mujeres (ver gráfico).

Esto provocó un incremento en la brecha de género laboral. En el 2010, de todos los hombres de 15 años o más, el 75% estaba en la fuerza de trabajo, porcentaje que bajó al 68% en 2023. Quiere decir que los hombres fuera del mercado laboral en edad productiva pasaron de uno de cada cuatro a uno de cada tres.

Sin embargo, en las mujeres la exclusión es mucho mayor. En el 2010, menos de la mitad con más de 15 años (46%) era parte de la fuerza de trabajo, y se desplomó a un 40% en la actualidad. Quiere decir que, de cada diez mujeres en edad productiva, seis están fuera del mercado laboral.

Gran parte de este panorama se relaciona con el anémico ritmo de crecimiento de la participación femenina en la fuerza laboral: mientras en los hombres es de 10,4%, en las mujeres ha sido apenas de 8,7%.

Sanarrusia destacó que la mayoría de las mujeres que están quedando fuera del mercado laboral se trata de personas entre 15 y 24 años, y entre 25 y 34, en las que destacan las que tienen menores niveles de estudio.

“Las más jóvenes y que tienen recursos pueden continuar sus estudios, pero otras no tienen esas posibilidades. Y las que tienen mayor edad tienen más problemas para incorporarse al mercado laboral”, manifestó.

Sin respuestas en la mesa

Ante este panorama, Brenes mencionó que varios países europeos, que enfrentan procesos similares relacionados con el envejecimiento de la fuerza laboral, tratan de compensarlo mediante incentivos para aumentar la participación femenina, como redes de cuido y respaldo para la atención de menores de edad y adultos mayores, que no se recarguen en las mujeres.

Sin embargo, manifestó que en el caso de Costa Rica no se puede hablar de una estrategia nacional, que le correspondería encabezar el Ministerio de Planificación y Política Económica (Mideplan), sino de acciones aisladas. 

“No hay un esfuerzo estructurado, no hay una política específica. El Mideplan debería estar liderando iniciativas en este campo”, comentó Brenes.

Por su parte, Sanarrusia considera que el país debe procurar una mayor generación de empleo, que permita la atracción de personas que han dejado la fuerza de trabajo, pero que en circunstancias adecuadas podrían incorporarse. “Las condiciones se han vuelto más difíciles, el sector público se mantiene estancado, y el privado está bajando. Hay que estimular la participación de las personas en el mercado de trabajo”, enfatizó.

Al respecto, UNIVERSIDAD consultó en el INEC si existían estudios sobre la reducción porcentual de la fuerza laboral y sus efectos en la productividad y la seguridad social, pero a la fecha del cierre la indicación fue que se estaba valorando una respuesta.

También se realizó una consulta al Mideplan, sobre si estos temas se estaban considerando en los ejercicios de planificación y los planes de desarrollo, y si existía alguna estrategia para enfrentarlos. La consulta había sido trasladada a un asesor para ser tramitada a la fecha del cierre.

En todo caso, resulta evidente que las estrategias de enfocar el panorama laboral como la simple vigilancia de la tasa de desempleo resulta un enfoque desbordado. “Se habla mucho de la población desocupada, y se olvida la inactiva”, resaltó Brenes, mientras Sanarrusia insistió en que el análisis debe apuntar a las condiciones de empleo. “Si mejoran, la gente va a participar más”, sentenció.

Por cada 12 personas que trabajan, 10 ya no lo hacen

En general, el proceso que enfrenta la fuerza laboral apunta a un aumento de quienes dependen de otros. Solo en el ámbito de quienes están en edad de laborar, para el 2010, había 15 personas en el mercado laboral por cada 10 que estaban fuera.

Ahora, la relación es de 12 personas en el mercado laboral por 10 que no lo están, y, si se mantiene el ritmo que se presentó en estos 13 años, en los siguientes 13 años se tendrá 9 personas laborando por 10 que no lo hacen, a pesar de estar en edad productiva. (ver gráfico).

Sin embargo, debe considerarse que en la fuerza laboral se incluye a los desempleados, las personas que están buscando trabajo, pero no lo encuentran, por lo que también hay un grupo de personas (alrededor de 180 mil, un 8% de la fuerza de trabajo) que tampoco logra producir su sustento.

También se debe considerar la población menor de 15 años, que representaba un 25% de la población total del país en el 2010, y que para el 2023 representa un 21%. Este descenso ayuda a compensar el peso de sustentar ahora a estas personas, pero a mediano plazo implica que la fuerza de trabajo tendrá una menor renovación, a menos que se recurra a la mano de obra migrante.

En conjunto, si se suma el total de las personas que laboran en Costa Rica (ocupados), el porcentaje se deteriora: eran de 41,5% en el 2010 y se redujo a menos del 40% en el 2023, al quedar en 39,5%.

Ello quiere decir que, en la actualidad, más del 60% de la población del país depende de otros para su sustento. La población ocupada es de poco más de 2 millones (2.077.351), y los que no están laborando son 3.171.835, según el corte de datos de INEC para setiembre.

 

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