País Parlamentarios latinoamericanos de izquierda:

“En Nicaragua gobierna una dictadura capitalista con métodos estalinistas”

Una delegación internacional ve desde la perspectiva de las izquierdas la situación de las víctimas del aparato represivo de Daniel Ortega. El plan incluye encuentros con grupos de exiliados en Costa Rica, visitar presos políticos en suelo nicaragüense y elevar el tema en la agenda internacional, explica el coordinador del grupo.

Ocho meses después de las cuestionadas elecciones que utiliza Daniel Ortega para presentarse como un presidente legítimo en su cuarto mandato consecutivo, las alertas internacionales sobre violaciones a derechos humanos parecen haberse atenuado tanto como el interés de otros gobiernos por empujar hacia una democracia en Nicaragua, a pesar de que la población sigue huyendo y casi 50.000 han pedido refugio en Costa Rica desde entonces.

Un grupo de parlamentarios de izquierda latinoamericanos, sin embargo, mantiene el foco en Nicaragua para mirar cómo avanza la represión oficialista, la organización o dispersión opositora, la consolidación del poder en torno a la familia Ortega Murillo y el aparente acercamiento a él de una parte del empresariado privado que de por sí lo acompañó antes del estallido social del 2018.

Ese grupo llegó a Costa Rica para reunirse con dirigentes y una parte de los 180.000 inmigrantes que han llegado desde el 2018, en espera de respuesta del gobierno de Nicaragua para ingresar a su territorio y verificar en el terreno el estado de más de 180 presos políticos distribuidos en distintas cárceles. Con el acervo de los antecedentes históricos de Nicaragua, con la información más reciente basada en las denuncias de familiares y con el afán de conocer de primera mano, la delegación se alista para constatar el estado de los detenidos, “si lo permite la dictadura”. Porque no cabe la duda, es dictadura, afirman.

“Se trata de una dictadura capitalista, aliada con el gran capital y basada en la enorme riqueza que ha acumulado la familia presidencial. Su falso relato socialista no tiene que ver con las políticas que aplica ni con el aburguesamiento de la familia que gobierna. De socialista o de izquierda tiene poco o nada”, dijo Mariano Rosa, coordinador de la delegación y observador desde Argentina sobre los acontecimientos en Nicaragua.

El investigador y profesor Rosa habla en nombre del grupo formado por parlamentarios y activistas de Argentina, Brasil, Panamá y República Dominicana, además de Costa Rica, con representantes de Frente Amplio, en lo que han llamado “Comisión Internacional por la Vida y la Libertad de las y los presos políticos”. Mediante gestiones de la Cancillería argentina han hecho las solicitudes de ingreso a Nicaragua, con planes de salir el viernes 8 en caravana desde San José, aunque sin garantías de respuesta de parte del gobierno de Ortega.

¿Cómo resume el momento de Nicaragua?

—Es un virtual estado de sitio, no hay derecho de protesta, de reunión, de organización ni de presentarse a elecciones, como ya vimos en noviembre; eso es mucho más que autoritarismo. En este momento el sandinismo está ocupando alcaldías opositoras sabiendo que vienen las elecciones municipales de noviembre, han creado delitos como traición a la patria o amenaza a la seguridad nacional, y han dictado condenas simplemente por protestar. En Nicaragua gobierna una dictadura capitalista con métodos estalinistas por la saña en cárceles, métodos de tortura para quebrar las voluntades y un fuerte dispotitivo de espionaje y represión.

¿Cómo se entiende que otros gobiernos de izquierda hayan apoyado hasta ahora a Ortega?

—Porque hay una corriente en el campo de izquierda que se emparenta con el FSLN histórico y siguen viviendo de procesos muy positivos del pasado, aunque hoy sus dirigentes se hayan transformado en verdugos de sus pueblos y caricaturas de socialismo. Nosotros pensamos que Nicaragua, Venezuela e incluso Cuba han abandonado banderas fundamentales de izquierda como el derecho de reunión y la libertad de cuestionar al poder. Hacen causa común porque se le parecen bastante. Hay reminiscencias estalinistas que hacen mucho daño frente a una izquierda democrática.

Después de la barrida contra los opositores y el exilio o encarcelamiento de muchos, ¿quedan fuerzas vivas con las cuales trabajar dentro de Nicaragua?

—Hay una resistencia inorgánica, no organizada, muy importante y extendida. El resultado electoral real, no el de gobierno, arroja cifras categóricas con participación menor al 30%. Ese 70% que no participa está cansado de la dictadura y un gobierno que aplica medidas neoliberales en lo económico, el segundo país en desnutrición tras Haití. Hay compañeros en exilio o clandestinidad o en situación precaria, porque el aparato represivo en que se asienta Ortega es muy duro, pero creemos que las medidas tan duras muestran más bien un debilitamiento de la dictadura. Por eso es importante mantener en agenda lo que ahí ocurre.

¿Ve un adormecimiento de la comunidad internacional sobre Nicaragua?

—Nosotros somos muy críticos de la OEA, de Naciones Unidas y otros sectores de la comunidad internacional que se corresponden con el gran capital en Nicaragua, e incluso con la cúpula de la Iglesia y que han colaborado con Ortega de manera indirecta, al apostar por caminos equivocados. En 2018 llamaron al diálogo, después aceptaron negociar teniendo presos políticos y ahora están desaparecidos. Estados Unidos ahora está distraído, pero creemos que tampoco descarta buscar una salida negociada con Ortega, porque antes de abril de 2018 las relaciones eran buenas y esas protestas empezaron justamente por querer aplicar medidas del Fondo Monetario Internacional. La comunidad internacional tiene pánico a la movilización porque sabe que América Latina empieza a cambiar de mapa político con Chile, Perú, Colombia, lo que puede pasar en Brasil y Argentina que es inestable. Estados Unidos quiere evitar nuevos estallidos y además no ha encontrado un “Juan Guaidó” nicaragüense que agrupe a la oposición. La única esperanza real de Nicaragua es su propia movilización con el apoyo de organizaciones con visiones latinoamericanistas y forzar la caída de esa dictadura.

¿Ahora que menciona la ausencia de una figura tipo Guaidó en Nicaragua, a qué atribuye la dispersión de los grupos opositores?

—Hay al menos dos estrategias distintas, el gran capital representado por el COSEP y que hasta 2018 coparticipó con Ortega-Murillo, que no quiere transformaciones y avala la impunidad, aunque sabemos que no hay ninguna posibilidad de construir una democracia justa sobre hechos impunes. Y después una corriente de organizaciones sociales, juventud, sandinismo disidente que tiene otra perspectiva de una Nicaragua autónoma, sin injerencias del gran capital y que retome las banderas del sandinismo original, el de Sandino original. Son el agua y el aceite.

¿Cuánto pesa el factor Rusia en estos momentos?

—Hay un poco de exageración de la presencia de Rusia en la zona, pero es cierto que le sirvió a Nicaragua para mostrarse no aislado con un apoyo de una potencia, y también a Rusia para enseñar alguna presencia en el continente e intentar internacionalizar el conflicto en Ucrania, pero hay un poco de sobreactuación y no creemos que cambie la ecuación local en Nicaragua. Debemos seguir cuempliendo nuestro rol de advertir lo que ocurre en Nicaragua con la violación sistemática de los derechos fundamentales.

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