País

El PLN se enfrenta a su crisis existencial con mayores fracturas y discurso de depuración

Tras la tercera derrota en una elección presidencial y la renuncia de la expresidenta Chinchilla, brotan nombres de posibles nuevas autoridades en medio de dudas sobre el futuro inmediato y sobre la permanencia de estructuras cantonales.

El cuestionado secretario general del Partido Liberación Nacional (PLN), Gustavo Viales, decía en la asamblea del pasado 24 de septiembre que la agrupación había hecho un buen trabajo en el 2020 con las elecciones municipales y que tiene una gran ventaja ahora con la disposición de la deuda política derivada de la campaña de las elecciones generales del 2022, en las que volvieron a propinarles una derrota que desencadenó la crisis existencial que ahora parece instalada en la histórica organización.

Viales, motivo de la sonora renuncia de la expresidenta Laura Chinchilla a su casa política de toda la vida, hace referencia a la fuerza del PLN en cargos públicos con las municipalidades, pero también habla de la fuerte fragmentación interna, de los liderazgos dispersos y de la diversidad o contradicción ideológica que se aloja en el PLN, como nunca en sus siete décadas de historia. “Momentos difíciles”, le llamó la presidenta partidaria, Kattia Rivera, en esa misma asamblea.

Con preguntas sustantivas sobre el tipo de partido que quieren, la manera de limpiar la imagen adversa en una parte de la población o la vigencia de liderazgos históricos, la agrupación más tradicional del país se apresta a elegir a sus nuevas autoridades después de la renuncia ofrecida por el Comité Ejecutivo actual, tras cuestionamientos que un sector de los militantes intensificaron después de que el 28 de julio Laura Chinchilla dijo que ya no tenía motivos para seguir en el PLN.

Hasta el momento solo se ha confirmado la intención del economista Ennio Rodríguez de tomar la presidencia del partido, aunque no sin causar controversia por su estrecha cercanía con el excandidato presidencial Antonio Álvarez Desanti, su cuñado, a quien se le acreditan aún persistentes intenciones de buscar de nuevo la Presidencia del país, como lo intentó en 2018 cuando ni siquiera logró entrar a la segunda ronda.

Otros nombres circulan entre pasillos, en la ruleta de tanteos ante la presión por buscar viabilidad sin exponerse al rechazo prematuro. Mencionan, entre otros, a Jorge Pattoni, el número dos de Johnny Araya en la campaña del 2014 marcada por la renuncia del candidato presidencial y eterno alcalde de San José. También el de Luis Gerardo Villanueva, veterano exdiputado y dirigente cartaginés al que le acreditan un añejo control sobre las estructuras verdiblancas en su provincia.

Un movimiento interno pide que sean nombres incuestionables y, más que ello, que las nuevas designaciones obedezcan menos a las componendas y más a los planteamientos ideológicos o programáticos del partido. Esa designación ocurrirá en una asamblea programada para este mismo mes de octubre, pero las informaciones y especulaciones cunden entre los grupos de asambleístas y otras estructuras del partido, sin mucha confianza en la posibilidad de desarrollar un proceso libre de cálculos electorales y de ambiciones.

“Es el PLN, tampoco vamos a esperar otra cosa, por más loables que sean las peticiones de ese grupo, lo que pasa es que uno no lo puede decir abiertamente porque, diay, no va uno a empeorar la fama que tiene el partido”, dijo un asambleísta.

Hablan del partido por el que votaron 374.000 personas en las elecciones municipales del 2020, más de medio millón en la convención del 2021 en la que resultó ganador el expresidente José María Figueres, quien después en primera vuelta nacional quedó primero con 571.000 votos, aunque insuficientes para la dura derrota del 2 de abril en segunda ronda, 12 años después de la última victoria del PLN en las votaciones presidenciales, con Laura Chinchilla.

La próxima prueba serán las elecciones municipales del 2024, con un escenario muy distinto. Un total de 26 alcaldes liberacionistas no podrán postularse para la reelección por la ley que aprobaron los diputados anteriores, incluidos los liberacionistas. Eso puede abrir una ventana para la renovación, como señala el exministro y politólogo Roberto Gallardo, pero también para la purga de estructuras territoriales más afines a sus líderes locales y menos leales a la bandera verdiblanca, como ya probó en 2016 Johnny Araya para retomar la alcaldía con otra divisa.

Araya no es el único. Otros alcaldes veteranos han logrado ganar poder y de ellos ha dependido en buena medida la suerte del partido, para bien o para mal, considerando que sobre algunos de ellos pesan denuncias por corrupción. Una muestra es la sabida distancia que tomó el alcalde Nixon Ureña, de San Ramón, respecto de la campaña presidencial del candidato Figueres, en un cantón donde arrasó la candidatura de Rodrigo Chaves. Ahora algunos dirigentes alajuelenses ven probable que Ureña se aparte, pero que elija a uno de los suyos para participar por un partido cantonal impulsado por el grupo que siempre lo ha apoyado.

Importa poco si un alcalde tiene pensamiento conservador y el otro progresista, si uno apoya una mayor intervención pública o si otro prefiere dejar que el mercado decida. Hasta ahora no han sido las líneas ideológicas las que marquen la pauta, en buena medida por la conciencia de que todo cabe dentro del PLN, aunque provoque tensiones internas. Por eso, existe la posibilidad de un congreso ideológico y programático, como insistió Kattia Rivera ante los asambleístas: “para salir con la claridad del camino y la ruta precisa de cuál PLN queremos ser en los próximos 70 años”.

Los dirigentes liberacionistas reconocen que no saben cuál es ese camino más allá del deseo de tener una estructura solvente que depare triunfos en las cantonales del 2024 o el retorno al poder central del país en el 2026, como mencionó Viales en su discurso. Esas definiciones son necesarias aunque probablemente dolorosas, dijo Gallardo.

“Se trata de ver si cabemos todos o no, pero que haya coherencia, algo que no se ve ni en la fracción legislativa, que tiene gente de pensamiento reaccionario muy conservador y gente dipuesta a hablar de temas como el aborto”, dijo Gallardo, en referencia a ejemplos que abundan, como la divergencia en torno a la propuesta del Gobierno de privatizar el Banco de Costa Rica (BCR), algo que apoya el economista Gerardo Corrales, quien formó parte de la campaña Figueres, opuesto a esa venta.

“Esa ambigüedad nos ha restado mucha credibilidad ante los no liberacionistas y genera gran confusión, porque cada uno actúa según su propio criterio, sin doctrinas de ningún tipo. ¿Será doloroso? Pues sí. ¿Podría dejar ver que algunos no cabemos en el partido? Bueno, servirá para tomar decisiones”, reconoció Gallardo.

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