País Informe del Banco Mundial sobre Centroamérica:

“Educación, infraestructura y flexibilidad laboral son claves para elevar la productividad”

Costa Rica califica mejor en fortaleza de las instituciones, pero en conectividad es el país más débil.

Las grandes brechas en el desarrollo de habilidades para el mercado laboral, la baja calidad de sus instituciones, su limitada infraestructura física y digital, la baja eficiencia de sus mercados, sistemas financieros poco profundos, mercado laborales restrictivos, en particular para las mujeres, son los principales obstáculos domésticos que impiden aumentar la productividad de la región centroamericana, según el informe “Desatando el potencial del crecimiento de América Central”, dado a conocer esta mañana por el Banco Mundial.

Jorge Thompson, gerente de Macroeconomía, Comercio e Inversión del Banco Mundial, en Latinoamérica y responsable del estudio, resaltó el hecho de que “Centroamérica todavía está en niveles de productividad de los años 50, debido a la crisis política y las guerras en los años 80 y, a pesar de la sostenida recuperación del ingreso per capita en los años 90, esto no alcanza para cerrar la brecha de ingresos con respecto a los Estados Unidos”.

En esta trayectoria, los extremos son ocupados por Panamá y Nicaragua. 

“Panamá es la superestrella del crecimiento sostenido desde los años 50, lo cual se consolidó desde fines de los años  2000 por la transferencia del Canal, convirtiéndose en un centro logístico comercial y  financiero bien conectado”, dijo.

En el otro extremos se encuentra Nicaragua, país que sufrió un colapso muy grande en los años 80 del siglo XX y muestra una “lenta recuperación”.

Ante la baja participación regional en las cadenas globales de valor, Thompson, dijo que la pandemia de Covid-19 ha implicado un “tremendo shock para Centroamérica, cuya actividad económica sufrió una caída pronunciada desde marzo 2020”.

Lo anterior a repercutido en caídas en las recaudaciones tributarias y crecimientos de los déficits fiscales, por lo cual planteó que el motor de la recuperación “debe provenir del sector privado”.

“Hasta ahora se ha dado un crecimiento solo por acumulación de factores, por lo que la baja productividad y la baja innovación es un lastre para el crecimiento”, enfatizó.

Esto es notorio cuando se compara la productividad regional con la de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE).

Esta baja productividad regional se da principalmente en el sector agropecuario y el hecho de que Centroamérica “está lejos de la vanguardia tecnológica” y “no ha aprovechado al máximo sus ventajas geográficas”.

En cuanto a la baja participación en las cadenas globales de valor, Thompson recalcó que la región 

“exporta sobre todo productos finales con poco valor agregado, poco sofisticados”. Además, tiene una “baja integración regional debido los altos costos comerciales con aranceles de 74% en promedio entre Panamá y El Salvador o entre Honduras y El Salvador”, dijo.

A pesar de esto, resaltó que el “comercio fue una fuente de resiliencia y sus niveles están volviendo a los previos a la pandemia”.

Thompson, recomendó a la región realizar mejoras en tres áreas: la coordinación de políticas, la participación en las cadenas globales con mayor valor y la movilidad de capital y de mano de obra.

En cuanto a los factores que deben mejorarse nacionalmente, mencionó la educación, la calidad de las instituciones, la infraestructura física y digital, la profundidad de los mercado financieros, la flexibilidad de los mercados laborales la participación de las mujeres.

“La pandemia trae pérdidas permanente en el Producto Interno Bruto (PIB), pero las reformas pueden colocar a los países en trayectoria de mayor de crecimiento”, agregó.

“Es necesario aumentar la productividad de los factores para compensar impactos de la pandemia. Se requiere un enfoque más eficaz, una visión estratégica regional y de coordinación de políticas”, concluyó.

En su participación como comentarista, Pilar Garrido, ministra de Planificación de Costa Rica, coincidió con este último punto.

“Se necesita una mayor coordinación de políticas públicas, con identificación de las buenas prácticas regionales”, dijo.

Puso como ejemplos la posibilidad de coordinar regionalmente para afrontar el problema común de la situación fiscal, mediante la “negociación conjunta de créditos multilaterales y de otros  elementos claves que lleven a transformación de la matriz y de las condiciones de repagos de las deudas, y negociaciones de instrumentos de empréstitos multilaterales regionales apalancados en la naturaleza”.

Al presentar la conferencia, Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe, resaltó los graves efectos de la pandemia de Covid-19 en Centroamérica.

“A pesar de los grandes esfuerzos de los países para mitigar el impacto de Covid-19, este impacto es  muy fuerte y lamentablemente no ha terminado”, afirmó.

Recordó que la tasa de pobreza aumentó de 35% a más de 40% entre 2019 y 2020, no solo debido a la pandemia sino a los efectos de los huracanes Eta e Iota.

“2.5 millones de personas más cayeron en la pobreza, la cual subió a 20 millones de personas”, resaltó.

Por lo anterior, dijo que es “fundamental aumentar el crecimiento del PIB en promedio al 3.5% o 4% anual para bajarla”.

“Cómo aumentar ritmo de crecimiento y productividad es la pregunta del millón, pero uno de los ejes centrales es el comercio, pues los costos no arancelarios, en 20 años, siguen siendo altos. El costo del transporte regional de tonelada por kilómetro está por encima de los que cuesta en el Africa subsahariana”, resaltó.

Y concluyó que para aumentar la productividad es necesario aumentar las inversiones claves en capital humano, infraestructura y flexibilidad laboral.

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