El crecimiento de las economías de América Latina y el Caribe se ubicó en promedio en un 3,7%, casi la mitad de la cifra que se registró en el año 2021, cuando alcanzó un 6,7%, de acuerdo con el Anuario Estadístico de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Estas cifras tienen diversas explicaciones, en primer lugar están relacionadas con el agotamiento del efecto rebote en la recuperación postpandemia, además del impacto que han tenido las restricciones en las políticas monetarias, mayores limitaciones que han impuestos los países en materia de gasto fiscal, menores niveles de consumo e inversión y el deterioro en el contexto externo.
Por ejemplo, Chile tuvo un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 11,7% en el 2021 y para el 2022 la cifra se ubicó en un 2,3%; El Salvador por su parte obtuvo un 10,3% el primer año y en el segundo solamente un aumento del 2,6%; mientras que Argentina experimentó cifras del 10,4% y un 4,9%, respectivamente.
Por su parte, Costa Rica tuvo un 7,8% en 2021 y un 4,4% en 2022; la situación se repitió con diversos indicadores en países centroamericanos, como Panamá, donde los indicadores estuvieron en 15,3% y 8,4%; Guatemala 8% y 4%; y Honduras un 12,5%, frente a un 4,2%.
Al lado de esta desaceleración económica, las naciones de la región experimentaron presiones inflacionarias durante el año pasado, con una variación del Índice de Precios al Consumidor de un 15,4%, que estuvo por encima del 2021, cuando la cifra se ubicó en 12,4%, y en este tema la dinámica de los precios de alimentos ha sido determinante.
Reveló la CEPAL que para el año 2022 el índice general de precios al consumidor promedio de la región fue de un 13,2%, mientras que el año 2021 se habían registrado niveles de 8,3%.
Además, destacó el organismo que el comportamiento de la inflación para el promedio regional está correlacionado también con la evolución de los precios de los productos básicos, que entre enero y octubre del 2022 se incrementaron en 16,6% respecto del año anterior, un 45,9% en los precios de los productos energéticos, de 36,8% en los fertilizantes y de 19,5% para los alimentos y bebidas.
