País Entrevista: Elayne White, representante de Costa Rica ante la ONU

“Costa Rica sigue siendo un faro en derechos humanos”

Elayne White ha representado a Costa Rica ante los organismos de Naciones Unidas (ONU) a lo largo de tres años...

Elayne White ha representado a Costa Rica ante los organismos de Naciones Unidas (ONU) a lo largo de tres años, durante los cuales, entre otras funciones, condujo las negociaciones y la elaboración final del Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares. Asimismo, recientemente lideró la aprobación de una resolución para proteger y promover los derechos humanos en el marco de las protestas pacíficas junto con los representantes de Suiza.

Durante una entrevista que sostuvo con UNIVERSIDAD, White destacó que hoy el país tenga por primera vez una mujer afrodescendiente como vicepresidenta y que, además, es la máxima representante de la política exterior. Calificó este presente como “un indicador de democracia, de cómo un país como el nuestro resuelve los temas de la inclusión y de la dignidad intrínseca de todos los seres humanos”.

¿Puede explicar la resolución del Consejo de Derechos Humanos que se aprobó hace unos días y que dice que los Estados no deben reprimir las protestas ciudadanas?

–Primero que todo, le recuerda a los Estados que tienen la obligación de respetar los derechos humanos; en el contexto de las protestas pacíficas, no es permitido violaciones que tienen que ver con el uso de la fuerza, nada justifica el uso de la fuerza letal contra una multitud que está ejerciendo su derecho de libre asociación o de protesta pacífica. Debe de evitarse el uso indiscriminado de la fuerza. Además, el Estado debe de proteger a los manifestantes frente a acoso o amenaza de otros grupos que vengan a atacar a los manifestantes. Por supuesto que, cuando hay heridos, el Estado tiene que garantizar los servicios de asistencia médica sin ninguna discriminación, sin repercusiones, y no es permitido lo que se llaman ejecuciones extrajudiciales, que son básicamente matar a las personas en el marco de las protestas.

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Esta forma de ser de Costa Rica, ese sistema democrático de Gobierno y ese recurso al diálogo siguen siendo un ejemplo, un baluarte para el país y, ciertamente, un punto de referencia para la comunidad internacional.

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Esto que usted nos describe parece un listado de lo que se ha reportado en Nicaragua. ¿Es una resolución hecha pensada en ese país o es una casualidad que se apruebe en este momento?

–Vamos a decir que es oportuno que se haya aprobado en este momento. Correspondía al mes de julio la presentación de esta resolución, pero es para que podamos entender cómo Costa Rica está trabajando permanentemente en estas normas, en estos principios, y cuando surge una situación a nivel internacional como la que está ocurriendo en Nicaragua.

No dudamos de que usted, como representante de Costa Rica, al participar de esta discusión de la votación, pensaba en Nicaragua; sin embargo, ¿estaban los representantes de otros países conscientes de la coincidencia de esta resolución con la realidad que está viviendo el pueblo nicaragüense?

–Sí, sobre todo los países de América Latina, pero, evidentemente, todos los miembros del Consejo porque estas son noticias que están en todos los medios a nivel internacional y también hay que recordar que Costa Rica hizo una intervención (discursos muy cortos que se pueden hacer en el Consejo de Derechos Humanos).

Lo que hay que entender es la progresividad y la complementariedad que nosotros siempre defendemos con el sistema interamericano, la Corte IDH, la OEA, el sistema de Derechos Humanos, que tienen una visión universal. En este caso nosotros creemos que el sistema interamericano está viendo el tema de Nicaragua; por ejemplo, el informe de la Comisión sobre la visita a Nicaragua. De manera que son acciones que se han hecho en el ámbito interamericano. Nosotros lo que hemos hechos es uso de nuestro derecho de voz para informarle a la comunidad internacional, para reiterar, para sumar y poner en conocimiento de la comunidad internacional esta situación que nos preocupa.

¿En este momento, se puede decir que Costa Rica aún es líder de derechos humanos? ¿Lo ha podido percibir así allá en Ginebra?

–Sí, definitivamente Costa Rica sigue siendo un faro. Eso no lo podemos evitar porque hay una historia muy sólida sobre el respeto de los derechos humanos y, sobre todo, es un tema muy interesante, que es cómo el país ha ido resolviendo, a través de su historia, sus problemas del momento o sus desafíos del momento con base en el diálogo y en dar respuestas institucionales a los desafíos. Esta forma de ser de Costa Rica, ese sistema democrático de Gobierno y ese recurso al diálogo siguen siendo un ejemplo, un baluarte para el país y, ciertamente, un punto de referencia para la comunidad internacional.

¿Tiene Costa Rica una tarea pendiente en la defensa de la población LGBTI?

–Sí, todas las sociedades tienen en algún momento de la historia algún tema que resolver. La agenda de derechos humanos nunca se acaba y nunca se va a acabar, porque siempre va a surgir nuevas expresiones y nuevas demandas. Hay temas que Costa Rica tiene pendientes en materia de la población LGBTI, de pueblos indígenas, de afrodescendientes; es una agenda integral. Por eso, hay que recordar que la agenda de derechos humanos no es la reivindicación o la deuda que una sociedad tenga con una sociedad en particular. Es una agenda de todos los grupos de diferentes condiciones de vulnerabilidad que existen en la sociedad, y en cada momento histórico tiene que ir resolviéndola. Como le dije, en lo cincuenta se resolvió el tema del voto de la mujer; después se resolvió incluso la nacionalidad, el derecho al voto de la población afrodescendiente. Imagínese usted que, si vamos al caso de los Estados Unidos, en los años sesenta era el tiempo de los movimientos de los derechos civiles y políticos para población negra. En el año en que yo nací, por ejemplo, en muchos estados de Estados Unidos, los matrimonios interraciales eran prohibidos, eran ilegales, porque se consideraban que escandalosos.

¿Cree usted que Costa Rica debería educar en derechos humanos, incorporarlos al sistema educativo, más allá de un tema perdido en alguna asignatura, como una línea de la formación de las personas?

–Yo creo que sí; evidentemente, es una responsabilidad de todos los Estados en materia de los derechos humanos. Yo entiendo que nosotros lo hacemos mediante programas, que hay una transversalidad; algunas personas creen que deben ser una asignatura específica, pero hay una base del Estado costarricense en derechos humanos, desde muchas formas a los niños se les educa sobre los derechos y desde ahí empieza el concepto básico fundamental. Creo que aquí hay una norma global que es la base a la cual todos tenemos que referirnos: el concepto de la dignidad intrínseca de los derechos humanos. Todos los seres humanos, por el simple hecho de haber nacido como tales, tenemos una dignidad intrínseca de los derechos humanos, y la declaración de los derechos humanos, que es esa brújula de los derechos humanos universales que plantea que todos los seres humanos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, y que, dotados como estamos de razón y conciencia, tenemos que solidarizarnos entre nosotros mismos.

Hace poco menos de un mes, Estados Unidos se salió del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). ¿Qué impacto puede tener esa decisión?

–Tiene un impacto, por supuesto que sí. Tiene que llamarnos a la preocupación que en países poderosos se está recurriendo a un discurso político que se aleja de esas normas de Derechos Humanos que se han construido por más de 70 años y que, además, se aleja de la institucionalidad. Uno de los planteamientos que hizo la administración de Estados Unidos es que es un órgano selectivo y que, entre otras cosas, dice que tiene una obsesión con respecto a Israel, porque efectivamente el Consejo de Derechos Humanos tiene un tema agenda, que es el tema 7, que implica que, cada vez que se abre una sesión del Consejo de Derechos Humanos, se inicia con el análisis, específicamente, de la situación del pueblo Palestino en su contexto. Ellos consideran que es un enfoque desbalanceado porque hay otros países que también violan los derechos humanos, pero que no tienen un punto fijo de agenda. Precisamente, esa selectividad es contra lo que tenemos que luchar.

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