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Costa Rica enfrenta desafío de estabilizar economía tras alza en tasas de interés y volatilidad del dólar

Tasa Básica Pasiva (TBP) de Banco Central se duplicó, al crecer 3,14 puntos porcentuales en el año, mientras el dólar tuvo uno de sus mayores aumentos en la década durante el primer semestre, al bordear los ₡700, para registrar su mayor rebaja en el segundo semestre y cerrar en ₡601

El gran desafío para la economía costarricense en el 2023 no se vislumbra en el campo del crecimiento, sino en el de la estabilidad, luego de un 2022 en el que componentes claves como las tasas de interés y el tipo de cambio registraron sus mayores sacudidas en la década.

La Tasa Básica Pasiva (TBP) del Banco Central, referencia para el movimiento de las tasas de interés en el mercado financiero costarricense, registró durante el 2022 su mayor crecimiento en la década: pasó de 2,9 en enero a 6,35 en diciembre. Su incremento de 118% superó ampliamente al 33% que se registró en el 2017. Asimismo, en puntos porcentuales (pp), fue un ascenso de 3,45 pp, superando los 1,5 pp que creció en 2017.

Este comportamiento también representó la ruptura de una tendencia a la reducción en la TBP, que se inició desde el 2012, y que solo enfrentó un alza en el 2014 y la referida del 2017. Esto se refleja en aumentos en los pagos que deben realizar las empresas y personas que tienen créditos, o acceden a ellos.

También el tipo de cambio del colón con respecto al dólar mostró oscilaciones que no se habían reportado en la última década. Alcanzó en el primer semestre del 2022 uno de los mayores crecimientos en ese período, al pasar de ₡645 en enero y llegar a ₡693 en julio, tras coquetear con los ₡700, uno de los máximos valores en la historia.

Posteriormente, inició el descenso más dramático en la década durante el segundo semestre, para terminar con un valor de ₡601 en diciembre. Una baja de casi ₡100 colones, tras el vertiginoso ascenso.

Economistas consultados coinciden en que estos movimientos implicarán un enorme desafío para las autoridades económicas durante el 2023, un año para el que esperan menores movimientos en el tipo de cambio, pero todavía vislumbran la posibilidad de tasas de interés altas. También advierten que gran parte del escenario estará determinado por el desempeño de la economía internacional.

Parte de este reacomodo estaría relacionado con las condiciones diferentes que fueron detonantes de estos comportamientos. El economista y ex viceministro de Hacienda Fernando Rodríguez destacó que las condiciones que generaron los fuertes movimientos en el tipo de cambio fueron excepcionales. “Lo del tipo de cambio fue muy coyuntural, en el primer semestre se juntó el alza de los precios del petróleo muy rápida, eso creó una expectativa de una mayor devaluación y gente que trasladó ahorros de colones a dólares, y un alza en los precios del transporte. Los tres se redujeron en el segundo semestre”, dijo.

También Leiner Vargas, economista e investigador del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE-UNA), considera que hubo condiciones notables. “En el 2022 tuvo tres grandes anomalías, más allá de ser el primer año de pospandemia: la guerra en Ucrania, un crecimiento exacerbado de la inflación en prácticamente todo el mundo, y en el caso de Costa Rica, la contradictoria situación cambiaria, el crecimiento del primer semestre para llegar casi a ₡700, y finalizar en el segundo semestre debajo de los ₡600, una volatilidad extraordinaria para el tipo de cambio”.

Empero, el escenario para el 2023 también está condicionado, como en el 2022, por gran parte del entorno internacional. “Se espera una contracción en los principales mercados mundiales: Estados Unidos, Europa y China. Europa todavía resiente la guerra en Ucrania y la crisis de la energía, en Estados Unidos se proyecta un aumento en las tasas de interés; esto reducirá el consumo. Estas economías representan un 70% del mercado de las exportaciones de Costa Rica, esto afectará las posibilidades de una reactivación” comentó Víctor Garro, Director del Posgrado de Administración Pública en la UCR y coordinador de Administración Pública en la UCR.

Rodríguez consideró que hay expectativas de ajustes. “Veo que las tasas de interés podrían moderarse, pero hacia la segunda mitad del año. Con el tipo de cambio, no pareciera que se fueran a presentar tantas presiones, pero hay que esperar lo que pasará en primeros días, a final de mes vencen alrededor de $1.000 millones, pero se tiene la autorización para emisión de eurobonos, aunque habría que ver si se realiza en este mes, será un mes interesante”, dijo.

Sin embargo, el ex viceministro de Hacienda advierte de un entorno problemático y desafiante. “Pasamos de un problema para entrar en otro. El 2022 fue un año inflacionario, el 2023 podría ser de recesión, bajo crecimiento y desempleo”, expresó.

Garro por su parte, coincide en proyectar una menor agitación en el mercado cambiario, pero proyectó más intensidad en los mercados de crédito. “El efecto en el tipo de cambio tenderá a ser menor en 2023 que en el 2022, pero podría darse una mayor tendencia al alza en las tasas de interés, para mantener la competitividad de la economía. Habrá mucha dependencia del comportamiento de los mercados externos”, comentó.

Este diagnóstico también es similar a la visión de Vargas. “Podemos esperar en 2023 una inflación un poco más baja, por las tendencias mundiales. Las tasas de interés todavía podrían tener aumentos significativos en el primer semestre; creo que pasamos de una política monetaria flexible, que se presentó durante la pandemia, ahora regresamos a una política monetaria dura, no solo aquí, sino en las economías de Occidente”.

En este punto, el economista de la UNA advirtió de que el panorama podría implicar una apuesta por la estabilidad en lugar del crecimiento, lo que podría tener un alto costo en la parte social del país. “Es un complicado escenario para las autoridades económicas, creo que actuarán como los gobiernos liberales en la región, con apuestas macroeconómicas a la estabilidad, en lugar del crecimiento. Esto tendrá efectos en la situación social; se incrementará la desigualdad social, que desde hace tiempo se ve afectada”, opinó.

Garro coincidió con este balance, en el sentido de que la reactivación económica no seria tan rápida como se esperó en algún momento, y que esto se traducirá en una factura social. “Los ingresos de las familias no se recuperaron”, manifestó.

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