País

Ciudades urgen de más parques y zonas verdes al aire libre

El confinamiento por COVID-19 dejó secuelas emocionales en una buena parte de la población, en gran medida porque tuvieron que mantenerse en viviendas con condiciones inadecuadas, sin espacios abiertos, poca iluminación y ventilación.

La pandemia puso en evidencia la urgencia de invertir en espacios públicos, parques y zonas verdes al aire libre, dado que el país tiene una gran cantidad de viviendas que se caracterizan por tener problemas de hacinamiento, ventilación e iluminación. Las viviendas que necesitan mejoras por estar en malas condiciones al 2021 son 701.507.

Para muchos hogares costarricenses las afectaciones de la pandemia fueron más significativas que para otros, sobre todo en zonas urbanas concentradas, donde hay fuertes niveles de contaminación, hacinamiento y con espacios inadecuados para el teletrabajo o la convivencia constante, además de no tener acceso a espacios abiertos.

Así lo señaló el más reciente informe “Balance y Tendencias del Sector Vivienda 2021: Análisis del impacto de la crisis en el hábitat y la vivienda” desarrollado por el Posgrado de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica, junto con otros actores sociales.

La pandemia tuvo grandes impactos en la calidad de vida de muchas personas de estas zonas y profundizó las brechas socioeconómicas, solo es necesario hacer un recorrido por diversas comunidades urbanas para entender la diferencia en la calidad de vida de sus habitantes, de un lugar a otro.

Residenciales con acceso a servicios básicos, que se ubican cerca o frente a espacios abiertos de calidad, con proyección de ventanales y espacios verdes, terrazas, balcones, buena iluminación y ventilación; en contraste, otros habitan en asentamientos más concentrados, con mayores densidades y condiciones desfavorables en términos de habitabilidad y hacinamiento.

Sin importar el estrato social, todas las personas fueron objeto de las medidas sanitarias, vivieron el cierre de los espacios públicos y las restricciones de movilidad, no obstante, no es lo mismo vivir un proceso de confinamiento en condiciones de calle o de hacinamiento en vivienda inadecuada, con falta de servicios y en condiciones insalubres, que en casas de amplias dimensiones, con buenas condiciones de ventilación e iluminación, acceso a pedido de compras y comida, y en muchas ocasiones, con espacios abiertos.

Dania Chavarría Núñez, coordinadora del estudio y directora del Posgrado de Arquitectura detalló que el informe incluye un capítulo relacionado a la distribución espacial de los asentamientos humanos, la relación de los espacios públicos, y cómo esto incidió en la salud física y mental de las personas.

Se realizaron dos estudios de casos, en dos comunidades distintas, donde se encontraron patrones de irregularidad en la distribución de dichos espacios públicos, los cuales evidenciaron que estas áreas abiertas y de acceso para todas las personas han perdido protagonismo en la ciudad y ha dejado de lado el sentido de la función social que tienen.

“Encontramos que la obra pública por persona está por debajo del mínimo establecido como óptimo, y es preocupante porque los espacios públicos son facilitadores de salud física y mental dentro de la ciudad y al estar cerrados o restringidos por mucho tiempo se privó a la población de los beneficios y bienestar integral que permite el intercambio con la naturaleza”, detalló.

Añadió la especialista que es fundamental planificar el desarrollo habitacional, pues la tendencia en los últimos años se ha dirigido a producir proyectos amurallados para ciertas clases sociales, reduciendo los espacios públicos de la ciudad y, por ende, a la población que no tiene acceso a financiar una vivienda de este tipo.

Es claro que el confinamiento, la imposibilidad de moverse libremente, la mala condición de habitabilidad de muchas viviendas y el cierre -para algunos innecesarios- de parques y áreas verdes en las comunidades fueron responsables del aumento de padecimientos en la salud mental de las personas.

Mientras los espacios de uso público se mantenían cerrados durante la pandemia, otros estáticos como centros comerciales, plazas techadas o gimnasios privados obtuvieron autorización para operar, haciendo que niños y jóvenes se trasladaran a la calle, pero dejando a poblaciones como adultos mayores o personas con mayor vulnerabilidad, sin opciones para el esparcimiento, ampliando esa brecha socioeconómica.

Por ello, el estudio plantea que es prioritario poner atención a la necesidad de crear ciudades y barrios en espacios libres para que las personas gocen de salud mental y esparcimiento, a que las residencias estén cercanas a los servicios esenciales, al equipamiento y facilidad de movimiento peatonal, en busca de reducir esta brecha.

Chavarría advirtió que el diseño urbano debe estar enfocado en modelos arquitectónicos de viviendas integrales, no sólo en diseño funcional y estético de los espacios, sino también a las necesidades de salud de las personas usuarias.

“Resulta necesario replantear el desarrollo urbanístico, y es muy probable que volvamos a viviendas en las que se potencie la salubridad, mediante la generación de espacios amplios, mejorando los criterios de ventilación e iluminación, incorporando espacios para teletrabajo, lo que claro, dependerá de las posibilidades económicas de la población”, indicó la especialista.

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