País

Chaves da sus primeros pasos sobre la huella impopular del PAC

Aguacates, norma técnica, reservas en dólares, un convenio con Cuba… en las primeras dos semanas del mandatario Chaves, los gestos y decisiones contra el pasado superan en cantidad la construcción de políticas propias.

La posición política más extendida en Costa Rica probablemente sea la reprobación a los gobiernos de Luis Guillermo Solís y de Carlos Alvarado, con casi el 80% de la población, si se proyectan los datos de las últimas encuestas. Supera por mucho cualquier apoyo electoral que haya tenido cualquier partido político y más que duplica el caudal que llevó al poder a Rodrigo Chaves desde el 8 de mayo.

El propio Chaves lo sabe. Sobre esa base de impopularidad del Partido Acción Ciudadana (PAC) se desarrolló buena parte de los mensajes de la campaña electoral y la razón les dio el resultado, con la paliza popular que en febrero deparó en menos de 1% de los votos para el oficialismo y lo desterró completamente de la Asamblea Legislativa.

El camino parece sencillo: la posibilidad de un apoyo alto a los anuncios, decisiones o gestos que reviertan posiciones que se convirtieron en banderas del PAC. Es la dirección que parece haber tomado el gobierno de Chaves en sus primeras dos semanas, con variedad de posiciones que podrían recibir el aplauso de un sector de la población, más allá del grupo que le permitió la victoria del 3 de abril contra José María Figueres.

Uno de esos anuncios parecía sencillo de forjar, después de que un criterio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) censuró el bloqueo que en 2015 emitió el gobierno de Solís contra el aguacate procedente de México. Con el criterio internacional y las críticas de numerosos sectores contra aquella medida, Chaves solo debía dar el “ejecútese”.

El presidente calificó el 18 de mayo como “un error” la restricción del aguacate, una palabra igual a la que utilizó el domingo 22 para referirse a la política cambiaria ejecutada por el Banco Central de Costa Rica (BCCR) durante el gobierno 2018-2022, por considerar que se excedió en el gasto de reservas en dólares y le dejó un corto margen para afrontar ahora los nuevos trastornos de la economía internacional.

Aunque un día después el propio BCCR lo desmintió, Chaves ya había dado un golpe más contra decisiones de las administraciones pasadas, presentándolas como culpables de los problemas del presente. Podría haber sumado agrado de algún sector de la población más inclinada a la apertura de mercados, como se evidenció en algunos mensajes esporádicos en redes sociales, aunque no es algo que se haya medido aún con encuestas de opinión pública tras el inicio de este cuatrienio.

Otra posición contraria a gobiernos anteriores es la relacionada a la norma técnica para aplicación del aborto terapéutico. El nuevo gobierno “revisará” esa regla emitida en el gobierno de Carlos Alvarado, dijo la ministra de Salud actual, Joselyn Chacón, tras una reunión presidencial con obispos católicos en la que no participó la presidenta del Instituto de las Mujeres, Adilia Caravaca, ni la ministra de la Condición de la Mujer, Cindy Quesada.

Al margen del posible retroceso en derechos humanos que temen grupos activistas y del resultado posible de esa “revisión” a partir de junio, la nueva Administración colocó entre signos de interrogación uno de los temas insignia del PAC.

Pero los anuncios no quedan ahí. En una rueda de prensa el domingo por la tarde, horas antes de emprender su primer viaje oficial (al Foro Económico Mundial, en Suiza), Chaves dijo que para frenar la escalada de precios de los combustibles era necesario anular dos decretos de sendos gobiernos anteriores: uno que destinaba un porcentaje del precio final para subsidiar la producción de asfalto de empresas constructoras (Solís) y otro que ordenaba a partir del 2023 la importación de combustibles de mayor calidad y más caros (Alvarado).

Esto se suma a los momentos ya variados en que el nuevo gobernante descalifica el orden fiscal que Alvarado asegura haberle heredado. Chaves lo hizo en el propio discurso de investidura presidencial, pero también este mismo martes ante líderes internacionales en Suiza, cuando les dijo que en Costa Rica ahora hay “muchísimo desorden fiscal” por los actos de las administraciones pasadas.

Para el politólogo y consultor Roberto Gallardo, exministro de Planificación y de Comunicación y profesor actual en la Universidad de Costa Rica (UCR), el perfil de anuncios de Chaves viene precedido por su discurso de campaña electoral y la certeza del rechazo al PAC reflejado en las urnas.

“Chaves trata de proyectarse como un líder tomador de decisiones y, ante las dificultades para construir políticas públicas en este país, le resulta menos complicado revertir cosas hechas y así seguir golpeando al actor político más desprestigiado (el PAC)”, comentó Gallardo.

El politólogo advirtió que Chaves así cumple de manera consecuente con la propuesta de cambio que ofreció en la campaña, disfrutando aún de la predisposición favorable de la población que lo apoya, quizás cercana a los 1.035.000 votantes que lo eligieron el 3 de abril.

“Tiene la ventaja de que efectivamente es percibido como un político no tradicional y quizás lo siga siendo un tiempo más, aunque el ambiente puede cambiar y claramente no es algo garantizado para los cuatro años”, añadió.

El presidente ha ejecutado hasta ahora un estilo personalista y, tras escasos contactos públicos en la primera semana, en la segunda realizó cuatro conferencias de prensa, incluida la del sábado 21, sobre un acuerdo con gremios educativos para el pago de salarios pendientes, sin importar por ahora si se les deposita más dinero de la cuenta, dijo.

También la rueda de prensa convocada al día siguiente, en la tarde del domingo, consciente de la tensión popular que generan los altos precios de los combustibles y pendiente de su agenda internacional en Suiza.

En ambos espacios dijo estar “trabajando duro” junto con su equipo, aún en fase de acomodo tras la entrada en funciones de un gabinete compuesto por figuras que le eran desconocidas y que también tratan de asimilar el estilo presidencial.

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