País

Activistas de protesta contraatacan y ahora son ellos los que denuncian violencia policial

Activistas y fotoperiodistas aseguran que fueron víctimas de empujones, golpes, insultos y otros abusos por parte de la Fuerza Pública.

Ahora es un grupo de personas activistas el que contraataca con un demanda penal contra la Fuerza Pública, que alega le golpeó y detuvo, en algunos casos, durante una movilización —justamente— contra la violencia policial el sábado 9 de setiembre.

Así lo informaron varias de las personas que aseguran haber sufrido “tocamientos, empujones, golpes e insultos” de parte de oficiales de la fuerza policial y que acudieron al Organismo de Investigación Judicial (OIJ) para denunciar.

Tal y como informó UNIVERSIDAD en sus redes sociales, lo que fue una pequeña protesta en contra de supuestos abusos cometidos por la policía de Heredia contra una joven la semana anterior, se volvió un enfrentamiento entre casi un centenar de uniformados y un puñado de jóvenes, mayoritariamente mujeres.

“Ojalá esto nos permita reflexionar sobre esta forma en la que la policía está pasando por encima de los procedimientos, por encima de las leyes y está ejerciendo varias formas de violencia” – Mar Fournier, psicólogo.

Según narraron varias asistentes a la manifestación, la misma estuvo custodiada por Fuerza Pública desde sus inicios y a la altura de la Asamblea Legislativa, ya con muchos más oficiales presentes, un joven intentó —sin conseguirlo— hacer un graffiti. Fue inmediatamente detenido allí por un grupo de oficiales, que según narran los presentes, lo tiraron al suelo y lo golpearon para esposarlo.

“Eran demasiados policías encima de él y empiezo a filmar, intenté pedirle su nombre y su cédula, pensando en poder apoyar un proceso. Mientras yo intento hacer eso, dos policías intentan quitarme el celular y otro le golpea la cara a él para que no hable, o eso lo tengo grabado”, narra Mar Fournier, uno de los detenidos el sábado que, además, ahora enfrenta una acusación de la policía por “resistencia”.

Fournier, quien es activista trans y docente de Psicología, cuenta que mientras intentaba acercarse un oficial le agarró fuertemente el pecho izquierdo, a lo que él reaccionó encarando al uniformado. Más adelante, señaló nuevamente al oficial por la agresión sexual frente a dos compañeras y, justo en ese momento, llegaron antimotines.

Un oficial propina una bofetada a un fotógrafo (imagen grande), poco después de que este le tomara fotografías (imagen inserta).

A pesar de que se comenzaron a replegar, cuenta, un oficial se abalanzó a arrebatarle el teléfono, pero no pudo, mientras una mujer policía tomó a una joven por el pelo y comenzó a arrastrarla. “Yo me voy a tratar de filmar la situación y a proteger, yo pongo mi cuerpo entre la chica y la mujer policía y digo ‘cálmense, cálmense’. En ese momento, siento un empujón y después viendo los vídeos veo que fue el policía que yo estaba señalando, me empuja, me lanza al piso y al empujar, caen otras personas”, cuenta.

Una vez en el suelo, dice, sintió golpes y, de pronto, lo levantaron del pelo y le hicieron una llave (que se muestra en la fotografía que acompaña este reportaje) para transportarlo a la “perrera”. Ya en el vehículo y tras recuperar un poco el aliento, cuenta, los oficiales le pidieron “ver los videos” que tenía, pero él se negó a entregar su celular.

De ahí, junto con otras detenidas, le llevaron a una comisaría, luego al hospital y luego a tribunales, donde afirman, fueron víctimas de amedrentamientos, insultos misóginos y feminizados (especialmente en el caso de los dos hombres detenidos), tácticas para confundirles, negación de derechos —por ejemplo, les pidieron que firmaran un papel negándose a recibir atención médica— y presenciaron abusos a personas detenidas por otras causas.

El activista cuenta que las otras personas que fueron detenidas también estaban filmando y afirma que “hubo un ensañamiento contra quienes estaban registrando lo que pasaba”. Dos fotógrafos independientes también dijeron lo mismo y manifestaron a UNIVERSIDAD su preocupación, pues consideran que el evento fue un ataque a la libertad de expresión (ver recuadro).

“Yo llevo bastantes años estudiando la violencia y particularmente la violencia policial en San José, esta vez me tocó vivir en lo que he escuchado en relatos cientos de veces”, dijo el psicólogo.

Según cuenta Fournier, además, los cargos de los que se les acusaban pasaron de ser por “daños a la propiedad” a “resistencia agravada” y seis horas después, “resistencia” y “lesiones” hacia una oficial “que dice que nosotros le agredimos aunque hay bastantes vídeos desde diversos ángulos que muestran que es absolutamente falso”.

Ante estos actos, que cataloga como de represión y amedrentamiento, el psicólogo junto con otras personas que recibieron golpes y agresiones, se presentaron el lunes 11 de setiembre a las oficinas del OIJ donde presentaron denuncias por violencia policial.

A pesar de que fue un “calvario” lograr interponer el proceso, pues se interpusieron múltiples obstáculos —especialmente en el caso de él, por su condición de persona trans—, Fournier asegura que decidieron denunciar para resistir a la represión y para buscar justicia, para que los policías respondan no solo por sus abusos, sino por levantarles “cargos infundados” usando para eso “falsos testimonios”.

“Me parece gravísimo que esto suceda en una democracia, pero tengo plena confianza de que vamos a salir absueltos porque hay demasiadas pruebas. Más bien ojalá esto nos permita reflexionar sobre esta forma en la que la policía está pasando por encima de los procedimientos, por encima de las leyes y está ejerciendo varias formas de violencia contra las personas que disienten o que se manifiestan pacíficamente”, concluyó.

Nery Chaves, quien fue parte de la movilización y es casualmente investigadora de violencia, especialmente de laque se ejerce contra poblaciones indígenas, indicó que esto es solamente una escalada de la violencia policial en el país que se ejerce desde hace muchos años.

En su criterio, el objetivo de las agresiones por parte de los oficiales es “aleccionar” a las personas que se movilizan y “meter miedo” no sólo con los golpes sino también con procesos penales espurios, dijo.

La joven indicó que estuvo entre las personas que fueron agredidas, en su caso por una mujer policía que le dejó moretones y marcas en el cuerpo, y relató qué logró escapar de una posible detención por intervención de otras personas activistas. Chaves fue además una de las manifestantes que denunció ante el OIJ acciones de violencia policial.

Fotoperiodistas agredidos manifiestan preocupación por libertad de prensa

Dos fotoperiodistas que estuvieron entre las personas agredidas en los enfrentamientos del sábado en San José afirman que el comportamiento de la policía fue de “enseñamiento” con quienes estaban documentando y encendieron alertas por la libertad de prensa en el país.

Westher Pérez, del Colectivo Malinche, y Marco Monge, fotógrafo independiente para diversos medios de comunicación, fueron empujados y golpeados por policías mientras hacían su trabajo.

Pérez afirma que desde el inicio de la marcha el número de oficiales superaba por mucho el de manifestantes (en una proporción de 3 a 1, estima) y afirma que “se ensañaron con la gente que estaba documentando”.

“A mí me gritaban “no filme, no filme” a cada rato”, cuenta y agrega que en uno de los forcejeos lo tiraron al suelo y mientras trataba de levantarse, un policía lo arrastró agarrándolo de la espalda y otro (al que había tomado un par de fotos previamente, una de las cuales acompaña esta nota) se aproximó corriendo para darle una bofetada en la cara.

Pérez, quien es nicaragüense pero vive en el país hace más de una década, dijo que es necesario detener este tipo de actos porque sino “se extiende como un cáncer” y puso de ejemplo su país, donde dijo, los abusos empezaron justamente así.

La agresión contra Pérez, de hecho, quedó filmada desde múltiples ángulos por asistentes a la marcha, así como los empujones que recibió Marco Monge, quien asegura que en toda su carrera “nunca había visto algo así”.

“Yo, una represión como la del sábado, no la he visto nunca, porque a pesar de que yo me identifico y levanto las manos, me agreden y me empujan para evitarme hacer mi trabajo. Eso lo hacen para que tengamos miedo de cubrir las actividades y protestas, todo porque el Gobierno es enemigo de la prensa”, dijo.

Monge indicó que la violencia estuvo especial e intencionalmente dirigida tanto a él como a otros fotógrafos y a personas que estaban registrando los hechos con sus teléfonos. “Esto no es un ataque a mí, es un ataque a la prensa para que no salga a trabajar y el Colegio de Periodistas callado, una vergüenza”, sentenció.


 

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