País Primer Encuentro Franco-Costarricense de Psiquiatría y Psicoanálisis

Abordar el sufrimiento “sin anestesia”

La UCR abrió un espacio para que psiquiatras y psicoanalistas de Francia y Costa Rica dialogaran sobre los malestares de sus culturas.

Aunque en nuestro medio suene contradictorio, psiquiatría y psicoanálisis se juntaron en la Ciudad de la Investigación, del 23 al 25 de marzo pasados, con el fin de compartir sus experiencias de abordar los dolores psíquicos que, pudiendo ser llamados con los mismos nombres técnicos (neurosis, esquizofrenia, depresión o ‘perversión’), se manifiestan de manera distinta según la cultura.

Contradictorio porque, como se discutió allí, la psiquiatría tradicional aborda ese sufrimiento a partir de la imaginación de una normalidad a la que se puede volver si se trata a las personas con los medicamentos apropiados. El psicoanálisis, por el contrario, aborda a la persona que sufre mediante la escucha de ese dolor singular que muchas veces se escupe mediante palabras camufladas.

Y, puesto que desde hace ya varias décadas la ‘salud mental’ de la población es vista como otro problema para administrar por los Estados modernos, el Primer Encuentro Franco-Costarricense de Psiquiatría y Psicoanálisis fue inaugurado por la Segunda Vicepresidenta de la República, Ana Helena Chacón, el embajador de Francia, Thierry Vankerk-Hoven, y el rector de la Universidad de Costa Rica (UCR), Henning Jensen.

Laura Chacón, psicoanalista y presidenta de la comisión científica costarricense, explicó que su realización en Costa Rica buscó continuar con diálogos previos. “Tener un espacio de encuentro crítico en la búsqueda de permitir una escucha del sufrimiento del sujeto y no continuar con la vía reduccionista, aislacionista y anestesista, porque se anestesia el sufrimiento por medio de anestésicos, psicotrópicos, fármacos”, expresó.

Paradójicamente, en entrevista con UNIVERSIDAD, Jacques Brafman reconoció que la organización promotora de estos encuentros, Psiquiatras del Mundo, fue fundada por él inicialmente para llevar medicamentos anti-psicóticos a Cuba (ver: “No me interesa la antipsiquiatría”).

Por su parte, Nora Markman, presidenta de la comisión científica francesa, quien se especializa en trabajar con infantes, incluso con ‘bebés’ que todavía no se comunican mediante palabras, explicó cómo en estos casos el psicoanálisis también es útil (ver: “A veces es necesario cortar el lazo madre-bebé”).

Y Serge Hefez, psiquiatra que trabaja con las personas jóvenes que abandonaron a sus familias para unirse a la yijad (‘cruzada’ islámica), pero que son detenidas en la frontera y devueltas a sus hogares, transmite su comprensión de las causas que les motivan (ver: “Los jóvenes que van a la yihad huyen de familias asfixiantes”).



Jacques Brafman, psiquiatra:

 “No me interesa la antipsiquiatría”

 Fundador de la organización Psiquiatras del Mundo, el psiquiatra Jacques Brafman explica por qué, en Francia, la psiquiatría y el psicoanálisis no son vistos ni practicados como antípodas.

Jacques Brafman: “Introdujimos el psicoanálisis en Cuba”

 ¿Qué es Psiquiatras del Mundo?

-Fundé esta organización hace 25 años para ayudar a Cuba. Después de un viaje de turismo encontré al director de psiquiatría de La Habana, que se llama el comandante Ordaz, y me explicó que tenían muchos problemas para obtener medicinas.

¿Medicinas de uso psiquiátrico?

-Sí. Porque es una psiquiatría muy, muy humanista, con mucho amor por los pacientes, pero sin los medios de la psiquiatría moderna. Y he pensado que tal vez podríamos hacer una pequeña asociación para ayudarlos con los medicamentos. Y fue un gran éxito, porque en siete años mandamos medicinas por un millón de dólares. Pero, para mí es más fácil obtener los medicamentos que enviarlos. Y con Ordaz, quien es un héroe de la revolución, y con la compañía nacional de aviación, Cubana, tenemos las puertas abiertas.

La segunda etapa fue un encuentro entre el hospital de La Habana y el hospital de París. Durante tres años hicimos intercambios de médicos y enfermos. En 1994 Cuba entró en el período especial, no pudimos hacer nada. Poco después no me gustó la idea de continuar así y pensamos en introducir el psicoanálisis en Cuba. Pudimos realizar, en el 2002, el primer encuentro de psiquiatras y psicoanalistas sobre la psicosis. Fue un gran éxito y después hicimos ocho encuentros. Hemos realizado encuentros en India, Ucrania e Israel y ahora Costa Rica.

¿Cómo pueden dialogar la psiquiatría y el psicoanálisis?

-En Francia hay una situación particular. Muchos psiquiatras son psicoanalistas y viceversa. Porque Jacques Lacan era psiquiatra e hizo un trabajo muy intensivo para formar, en mi generación, psicoanalistas dentro de la psiquiatría. Está muy mezclado.

¿Qué pasa con las críticas de la antipsiquiatría?

-No estoy muy interesado.

¿Cuando usted atiende a una persona, su primer recurso es darle medicamentos?

-No trabajo ahora en el servicio público, tengo una consulta privada. Y como muchos de mis colegas, no doy medicamentos. Tal vez solo el 5% de las personas tienen medicación. Trabajo como un psicoterapeuta, pero en Cuba, con la psicosis ¿cómo hacer? Porque para otros trastornos tienen un trabajo muy, muy interesante, por ejemplo, el psicoballet con los niños autistas, que es único en el mundo. Es muy interesante cómo trabajan en Cuba.



Nora Markman, psicoanalista:

 “A veces es necesario cortar el lazo madre-bebé”

 Argentina y francesa, se especializa en trabajar como psicoanalista de niñez temprana.

Usted trabaja con bebés o con niños muy pequeños que ni siquiera hablan todavía, lo cual parece contradictorio con el psicoanálisis, que trabaja con la palabra. ¿Cómo es esa experiencia?

Nora Markman: “Los bebés buscan una posición subjetiva para sobrevivir en su entorno”

-Eso ya tiene una tradición en la escuela francesa. Yo viví en Argentina, tuve una formación kleiniana, anglosajona, y en el momento en que recibí mi primer pacientito por una problemática muy grave de psicosis, las herramientas que tenía no me sirvieron. Entonces, gracias a una psicoanalista de más experiencia leí un libro de Francoise Dolto, de la escuela francesa, el caso Dominique, y a partir de allí encontré una posibilidad para pensar el encuentro con este niño en la transferencia. En realidad, para Dolto se trataba de una fobia muy precoz, y lo que más me impactó es que ella no diagnosticaba. Tenía una manera de hablar de las determinantes de una posición subjetiva del niño como una manera a la que él recurría para poder existir y acomodarse de las neurosis o las psicosis o las perversiones de su entorno y de sus ‘imagos’, de sus estructuras parentales más próximas.

Dolto trabajaba con lo que allá se llamaba ‘puponiers’, es decir, orfelinatos donde los niños son depositados por la justicia. A partir de allí tienen una referente, una relación primordial y luego, a veces, cuando los padres están encarcelados y el juez lo decide, devienen adoptables. Entre tanto son todos niños que han vivido una situación traumática. Ella hacía consultas de bebés, porque había niños muy, muy pequeños y con la posibilidad, para un grupo de diez analistas, psiquiatras o psicólogos con psicoanálisis avanzados o terminados y con una práctica, de asistir  y de participar en esas consultas, que ella había llevado a cabo con los chicos autistas, en el siglo pasado. A partir de allí, y con la práctica del psicoanálisis de niños, jóvenes y adultos, me di cuenta de que era muy importante tejer el lazo madre-bebé o, cuando no es posible tejerlo, cortarlo, no estar en una ideología moralista de la maternidad…

Aquello de madre solo hay una…

-Exacto. De un lazo madre-bebé a cualquier precio, no, porque la maternidad es una función, y esto es una enseñanza de Lacan, compañero de ruta de Francoise. Entonces, intervengo en toda esa problemática. Cuando hay pasajes de una estabilidad psíquica, uno se reconoce y eso se modifica. Por ejemplo, en la maternidad, el niño no puede ser catequizado como alguien otro, o se establece una cierta fobia al contacto corporal, o se establece un lazo con mucha frialdad, un no-lazo, donde no hay mirada, donde los cuidados son solamente robóticos u operativos. Entonces, lo que yo hago es intervenir dirigiéndome al niño, al bebé incluso recién nacido, sobre lo que la madre me cuenta y lo constituyo como destinatario de mi palabra. Eso, para la madre, generalmente es muy sorprendente. Se pregunta cómo le hablo, pero es que ya estás en un baño de lenguaje, incluso antes de su nacimiento, porque es un niño que es hablado, pero al que no se le habla. Esa es la manera fundamental en que trabajo.



Entrevista con Serge Hefez, psiquiatra:

 “Los jóvenes que van a la yihad huyen de familias asfixiantes”

 Trabaja como psiquiatra infantil en el Hospital La Salpêtèrie, de París, a cargo del área de familia. Así entró en contacto con esta situación. La Dra. Laura Chacón apoyó en la traducción durante la entrevista.

Usted trabaja con jóvenes que intentaron irse a la ‘yihad’ (‘cruzada’ islámica), pero que fueron detenidos en la frontera y devueltos. ¿Ha podido comprender por qué es que, en primer lugar, se van a la ‘yihad’?

Serge Hefez: “Ese chico era el depositario de la rabia familiar”

-De alguna forma se trata de los más jóvenes y hago con ellos un trabajo de atención y también de prevención. Tienen entre catorce y veinte años, pero, mayoritariamente entre catorce y dieciocho años.

Esta mañana nos interrogábamos sobre las razones sociales, pero también intrapsíquicas que empujan a un sujeto al pasaje, al acto. Justo yo estoy en este medio tratando de entender las situaciones sociales, pero también las intrapsíquicas que llevan a estos sujetos a querer irse.

¿En su mayoría, son hombres o mujeres, son hijos de inmigrantes o de familias oriundas de Francia?

-Tienen un perfil bastante variado tanto social como psicológico. Esto es muy interesante. Unos jóvenes son de origen musulmán y hacen esto por una tradición familiar y para defender principios familiares y religiosos, y otros, que son jóvenes de familias oriundas de Francia, quienes también se encuentran identificados con la causa y quieren realizar esta travesía. Los radicalizados hacia la ‘yihad’ son 70% hombres y 30% por mujeres. Sin embargo, en nuestra consulta vemos más mujeres que hombres identificados con esta causa.

Tenemos un número verde al cual nos llaman los mismos padres cuando ellos sienten que su adolescente, su hijo, se ha radicalizado. La policía también toma contacto y nos lo envía. Allí es cuando nosotros trabajamos directamente con la familia y dentro de este campo, el trabajo con la familia es lo que más mueve, ya sea una anorexia o cualquier otro problema. Trabajar la familia facilita muchas condiciones que no sean de trabajo individual.

¿La mayoría provienen de hogares con condiciones económicas difíciles?

-No, hay de todo. Provienen de todos los niveles socioeconómicos. Uno de los puntos muy importantes es cuando ven su proyecto de vida cerrado, cuando sienten que las puertas psíquicas están cerradas, cuando la historia familiar es muy, muy pesada.

Un ejemplo es el caso de una familia de origen musulmán muy integrada a la cultura francesa, pero que el padre, de origen argelino, es ingeniero. En Francia hay muchos argelinos que, aunque sean profesionales, no llegan a tener trabajo por ser argelinos. La madre nació en Palestina, la madre es profesora universitaria y tienen tres hijos que han crecido en la cultura francesa, sin haberles contado nada del traumatismo de los conflictos de Palestina. El señor estudió en el mejor colegio, fue el mejor alumno, etcétera. Pero realmente el adolescente estaba habitado, desde que estaba muy pequeño, por la rabia. Y un día su padre descubrió que se había radicalizado mucho, mucho. Cuando nosotros recibimos a la familia, lo que nos golpeó fue que los padres son muy dulces, muy inteligentes, y los hermanos también, eran muy integrados a la sociedad, muy gentiles. Pero era como si solo ese chico portara en su cuerpo toda la rabia de la familia. Era su depositario.

De alguna forma, lo que yo hago es trabajar con toda la familia, para que la familia cuente su propia historia, que las emociones circulen de forma distinta, y que no sea uno el depositario de toda esta rabia y de toda esta historia.

Otro caso es el de una niña francesa, católica, y que se casó con un sirio y comenzó a llevar el velo y que huyó con el sirio. Pero era menor de edad y fue detenida en la frontera y enviada de regreso a su casa. Todas las niñas menores de 18 años son obligadas a devolverse. Era la vida de un padre demasiado, demasiado asocial, que todo su sentido de vida eran sus hijos y la familia. Ella estaba asfixiada por la dimensión familiar. Por eso buscó fugarse de esta forma.

¿Por qué buscan estas personas una solución que sería más bien conservadora, centrada en una religión o en la entrega sacrificial, que en una forma de liberación más progresista?

-No es la religión lo que les interesa, sino poder abandonar a su familia, que de alguna forma tiene una dinámica enferma, y encontrarse rescatados en un grupo.

Como ocurre, en parte, con las maras y pandillas en Centroamérica…

 -Es más un fenómeno de secta, que religioso, porque la secta contiene a estos jóvenes.



 

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