País En el marco del Día Mundial contra el Trabajo Infantil: 12 de junio

160 millones de niños y niñas del mundo trabajan

En Asia, el Pacífico, América Latina y el Caribe, el trabajo infantil ha disminuido de forma constante desde 2008; sin embargo, África Subsahariana no tiene progresos

Alrededor del mundo hay un total de 160 millones de niños que deben trabajar. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF advierten que otros nueve millones de niños más se encuentran en situación de riesgo debido a la pandemia de COVID-19, si no se toman medidas para evitarlo.

Un nuevo informe desarrollado por la OIT, “Trabajo infantil estimaciones mundiales 2020”, evidenció que de esa enorme cantidad de niños y niñas que deben trabajar, unos 79 millones lo realizan en actividades riesgosas, y aunque Asia, el Pacífico, América Latina y el Caribe muestran algunas mejoras en sus indicadores, naciones ubicadas en África Subsahariana por el contrario muestran una tendencia creciente.

El trabajo infantil, que afecta al 9,6% de la infancia en todo el mundo, es más frecuente entre los niños que las niñas –63 millones de niñas y 97 millones de niños–, y el 72% de los menores que trabajan lo hacen en su propia unidad familiar, un 17,3% reciben pago por su trabajo y un 10,7% lo hacen por cuenta propia.

Además, el sector representa el mayor porcentaje de trabajo infantil en todo el mundo para un total del 70%, mientras que el 19,7% se ubica en el área de servicios y 10,3% en la industria.

Otro problema que se pone en evidencia es que, aunque hubo un descenso en el trabajo infantil entre menores de 12 a 17 años, se ha incrementado entre los niños de 5 a 11 años; en 2020 hubo 16,8 millones más de niños de 5 a 11 años en situación de trabajo infantil que en 2016.

“El trabajo infantil es mucho más frecuente en las zonas rurales, donde hay 122,7 millones de niños en situación de trabajo infantil en comparación con 37,3 millones en las zonas urbanas. La prevalencia del trabajo infantil en las zonas rurales es del 13,9%, casi tres veces superior a la de las zonas urbanas con 4,7%”, reveló el informe de OIT.

Los datos del informe resultan realmente alarmantes, pues ponen de manifiesto que los esfuerzos en la lucha contra el trabajo infantil se han estancado y es urgente tomar medidas de mitigación que eviten un crecimiento, debido a las afectaciones económicas impulsadas por la pandemia.

Asimismo, hay que tomar en cuenta que el trabajo infantil se asocia a menudo con el abandono escolar, de hecho, más de tres cuartas partes de los niños de 5 a 11 años y más de un tercio de los niños de 12 a 14 años en situación de trabajo infantil no están escolarizados.

Esta situación limita fuertemente sus perspectivas para contar con un empleo digno y decente en su juventud y adultez, así como su potencial para la vida en general y limita su derecho al ocio.

La directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, manifestó en el marco de la Conferencia Internacional de Trabajo de la OIT, que se celebra entre el 10 y 17 de junio, que se está perdiendo terreno en la lucha contra el trabajo infantil y el último año no ha facilitado para nada esta labor.

“En este segundo año de confinamientos en todo el mundo, cierre de escuelas, crisis económicas y ajustes presupuestarios a escala nacional, las familias se ven obligadas a tomar decisiones muy drásticas. Instamos a los gobiernos y a los bancos internacionales de desarrollo a que den prioridad a las inversiones en programas que permitan a los niños salir de la fuerza de trabajo y regresar a la escuela, así como en programas de protección social que faciliten esa labor a las familias”, argumentó Fore.

El estudio señala que los resultados ponen de manifiesto la cruda realidad del compromiso que deberá asumir la comunidad internacional de poner fin al trabajo infantil de aquí a 2025.

Durante la discusión que se realizó en la Conferencia Internacional del Trabajo de OIT se abogó por que los países logren:

  • Fomentar una protección social adecuada que incluya prestaciones universales por hijos.
  • Aumentar el gasto en una educación gratuita y de calidad, y facilitar el regreso de todos los niños a la escuela, entre ellos los que estaban sin escolarizar antes de la pandemia de la COVID-19.
  • Promover el trabajo decente para los adultos, con el objetivo de que las familias no tengan que recurrir a la ayuda de sus hijos para generar ingresos familiares.
  • Poner fin a las normativas de género ineficaces y a la discriminación que propician el trabajo infantil.
  • Invertir en sistemas de protección de la infancia, el desarrollo del sector agrícola, servicios públicos rurales, infraestructuras y medios de subsistencia.

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