País

16% de trabajadores de la CCSS con incapacidades asociadas a COVID-19

El cansancio y el estrés se apoderan de los trabajadores de la salud, quienes también denuncian un aumento de casos positivos en el personal y falta de equipo de protección.

Uno de los sectores que se ha visto más afectado por el COVID-19 es el que conforman los trabajadores de la salud, pues al 11 de agosto ya se sumaban 9.307 incapacidades asociadas al virus; es decir, un 16% del total de funcionarios.

Desde hace más de cinco meses Costa Rica se enfrenta a un número creciente de contagios por COVID-19 y aunque en un inicio parecía que la pandemia estaba contenida, los mayores temores de los trabajadores de la primera línea de atención se han materializado y han logrado saturarlos física, psicológica y emocionalmente.

De los trabajadores que han sido incapacitados, 3.565 corresponden a personal con orden de aislamiento por ser contacto de un caso confirmado o que son asintomáticos.

Por otra parte, hasta el 7 de agosto, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) acumuló un total de 996 funcionarios positivos COVID-19 desde que inició la pandemia, de los cuales, 564 son mujeres y 432 hombres. El grupo de edad más afectado es el de trabajadores entre los 29 y 39 años con 438 casos.

Del total de funcionarios positivos por COVID-19, cuatro han perdido la vida: un ginecólogo obstetra del Hospital de Alajuela; una empleada de Servicios Generales y un psiquiatra, ambos del Hospital San Juan de Dios y un trabajador de seguridad del Área de Salud de Hatillo.

Todos estos indicadores más que números son el día a día de los trabajadores de la salud, quienes experimentan un agotamiento real porque han tenido que responder de manera expedita a gran cantidad de cambios, de protocolos y medidas para evitar un mayor contagio, pero todos los esfuerzos han sido insuficientes. No hay martillo gubernamental que lo detenga; por el contrario, constantemente se incrementa la cantidad de pacientes que son internados o enviados a las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

Este personal no solo debe preocuparse por la gente que viene de afuera, sino del enorme riesgo de contagio que hay a lo interno, lo que implica la salida de un importante grupo de funcionarios.

Aunque los hospitales realizan las contrataciones para sustituir al personal que se contagia o que debe guardar la cuarentena por nexo, no es posible hacerlo de forma inmediata, lo cual obliga a muchos de los trabajadores a trabajar extenuantes jornadas de hasta 16 horas seguidas, pues es muy alta la demanda de pacientes contagiados.

La situación es tensa, según relató a UNIVERSIDAD una serie de funcionarios que solicitaron guardar el anonimato, se ven en la necesidad de doblar turnos y todos los días aparece más personal contagiado. Es decir, no solo hay gran cantidad de trabajadores contagiados, sino que la sobrecarga ya es agotadora.

Denuncias sindicales

De acuerdo con el presidente del Sindicato de Médicos Especialistas (Siname), Mario Quesada, el aumento del personal de salud contagiado va en aumento, también aquellos con órdenes sanitarias por tener el virus o sospecha, y se trata de un personal imprescindible.

“Aún continuamos teniendo uno de los índices de mortalidad más bajos de la región, sin embargo, ese dato va de la mano con la saturación de los sistemas de salud y definitivamente ya estamos entrando en una fase con menos capacidad de hospitalización y atención en UCI. Nos preparamos para un escenario de colapso”, indicó Quesada.

Mientras tanto, añadió, se están contagiando los funcionarios, y desde su perspectiva los internistas han llevado la peor parte, siendo un personal muy especializado, lo que implica una terrible sobrecarga laboral. Inclusive hay hospitales en los que se están haciendo guardias cada dos o tres días.

Pero la afectación está en todas las áreas, desde especialistas, médicos, enfermeras, personal de servicios generales, como aseo o vigilancia; todos están sobrepasados y sufren más o menos las mismas problemáticas.

La situación ha incidido para que se presenten rencillas entre grupos de diferentes sectores y dependiendo del hospital, la disponibilidad de equipos de protección para los funcionarios varía.

“Por ejemplo, tenemos información de que en el Hospital de Cartago les dan una N95 por semana, cuando deberían ser mascarillas descartables, definitivamente esto puede implicar que se de una contaminación cruzada. Todo esto empieza a sumar gente cansada por el sobretrabajo, llegan a la casa con estrés, el ambiente de temor es conmovedor y cuando uno ve las caras marcadas del personal que lleva horas con el equipo de protección es impresionante”, añadió el representante de Siname.

Por su parte, el secretario general del Sindicato Nacional de Enfermería (Sinae), Lenin Hernández, coincidió con ambas problemáticas, pues el equipo de protección de bioseguridad produce un alto cansancio, físico y mental para los trabajadores, pues emana muchísimo calor.

Asimismo, el manejo de pacientes sintomáticos respiratorios, que cambian su condición con gran rapidez, es sumamente estresante y en ocasiones pierden sus tiempos de descanso o comida para mantenerse vigilantes.

“Tenemos quejas de personal de distintas disciplinas que nos indican que les restringen los equipos de protección, esto genera expectativa y temor. No a todos les entregan las N95, sino mascarillas quirúrgicas que no protegen igual, exponiéndolos aún más al contagio”, detalló Hernández.

Otra problemática que enfrenta el personal es cuando deben incapacitarse por una orden sanitaria, al ser enviados por nexo con una persona positiva. Si no resultan contagiados el Instituto Nacional de Seguros (INS) no cubre la incapacidad y tiene que asumirse a través de la CCSS, en detrimento económico de la persona trabajadora.

Directores responden

Los directores de tres de los hospitales nacionales están conscientes del desgaste e impacto emocional que sufre el personal de salud, el cual es provocado muchas veces por el aumento de contagios en los funcionarios y los recargos.

De acuerdo con la directora del Hospital San Juan de Dios, Ileana Balmaceda, en el caso de este centro médico se ha producido una merma importante del personal, especialmente de funcionarios que trabajan en áreas que no son para la atención de pacientes con COVID-19.

“Al principio de la pandemia nosotros no tuvimos tanto impacto, como en el último mes y medio. También tenemos dos sensibles pérdidas que nos han marcado mucho emocionalmente. Nuestra área de atención es naranja, hay mucha transmisión comunitaria y el personal está expuesto”, aseguró.

En julio, por ejemplo, la Gerencia Médica informó sobre el cierre de gran cantidad de los quirófanos debido a la detección de funcionarios positivos y el aislamiento de sus contactos. En esa ocasión, el personal médico informó que estuvo en contacto con pacientes que, en el momento de su atención, no se sabía sobre su estatus positivo de COVID-19.

“Ha sido información pública el caso de dos mujeres embarazadas a quienes se les atendió y no informaron que eran positivas. También en el área quirúrgica, en hematología y hemodiálisis, personal que tuvo contacto con pacientes que no sabían que estaban contagiados, por eso es importante la protección, porque si el personal y los pacientes usan mascarillas, se disminuye el riesgo”, destacó.

Balmaceda agregó que al personal se le ha dado el equipo de protección especial necesario, de acuerdo con el área en el que labore. Por ejemplo, al personal administrativo, solo se le da mascarillas quirúrgicas y caretas.

Por su parte, el director del Hospital México, Douglas Montero, externó que en el caso de este centro médico también se le ha brindado el equipo requerido al personal de salud.

Montero señaló que la segunda ola, en el caso de este hospital, ha sido menos agresiva con los funcionarios, debido a que de previo ya se habían implementado nuevas medidas. Agregó también que en el caso de ese centro médico el menor contagio se ha presentado en la atención de pacientes.

“Hay un caso que está relacionado con un funcionario que tuvo contacto con una persona embarazada con COVID-19, y que en ese momento no lo sabíamos. Ese es uno de los casos que detectamos, pueden haber más pero no siempre queda claro la epidemiología de las relaciones”, añadió.

Finalmente, el director del Hospital Calderón Guardia, Taciano Lemos, destacó que en el caso de este centro médico la mayor afectación ha sido en los servicios de Farmacia y Laboratorio; sin embargo, en todos los casos se buscó sustitución.

Mencionó que el hospital cuenta con suficiente equipo de protección especial para dotar a los funcionarios y que es consciente del cansancio del personal, y la presión psicológica a la que se ven expuestos.

“Es una gran presión, no es solo el tema del cansancio, sino también la preocupación por sacar al paciente adelante, estamos apostando por la salud mental, pero es una carrera de resistencia. Nosotros buscamos rotaciones y atención preventiva”, agregó.

El grupo de edad más afectado por el COVID-19 es el de trabajadores entre los 29 y 39 años, con 438 casos. (Foto: Katya Alvarado).

“Es triste ver como avanza la enfermedad”

Ana (nombre ficticio) trabaja en un hospital nacional y aseguró que el cansancio por el COVID-19 es insoportable, tanto que ya prácticamente no se dan cuenta de qué tan cansados están. El virus avanza, todos los días aparecen nuevos positivos y cada vez se llenan más áreas para atender a los pacientes, entre ellos, gran cantidad de compañeros.

“Una ya no quiere comer con nadie, a pesar de que hay medidas de distanciamiento y equipos de protección, hemos visto personal deshidratado que se descompone en una unidad de COVID. Llegan pacientes, uno tras otro, en Urgencias no paran y en sala tampoco; hay desgaste, cansancio y nos genera angustia pensar que un día ya no podremos más”, relató.

Hace unos días, Ana estuvo cerca de un compañero que salió positivo y a los días tuvo que irse incapacitada, ahí entendió que el martillante dolor de cabeza no era producto del estrés, sino que se había contagiado el virus.

“El dolor de cabeza era terrible, las pastillas no hacían nada y uno siente que le va a explotar; además, hay mucho dolor de garganta, debilidad, diarreas y náuseas. Emocionalmente fue muy triste porque en mi casa hay niños y personas de riesgo; me tocaban la puerta y me pedían que les abriera, me dejaban la comida servida en platos desechables en la entrada del cuarto y tenía que limpiar yo sola todo lo que tocaba. Hubiera sido terrible que por mi culpa mi familia se contagiara”, agregó.

“Quienes aplican el protocolo no hablan el mismo idioma”

Sofía (nombre ficticio) ya se había realizado dos hisopados en los que dio negativa, pero estuvo al lado de un compañero del hospital que sí dio positivo e insistió para que le hiciera una nueva prueba y la enviaran a su hogar con orden sanitaria.

“Yo fui insistente en que me enviaran a casa, y fue lo mejor porque hasta tres días después tuve el resultado positivo; es decir, todo ese tiempo hubiera tenido contacto con muchas personas, no solo pacientes sino también compañeros de trabajo. A esto se suma que fui totalmente asintomática”, contó.

Desde su perspectiva, hay diversas situaciones que se dan en su centro de salud y que están generando mucho estrés, una de ellas es la aplicación de protocolos para realizar hisopados a los funcionarios y enviarlos con orden sanitaria. Y es que cada entrevistador define el riesgo de manera subjetiva; es decir, quienes aplican el protocolo no hablan el mismo idioma.

Además, denunció que solamente se les está entregando un cubrebocas por turno, pues las autoridades aducen que hay que racionalizarlo, pero el tipo de trabajo que realizan no permite esta práctica y genera un enorme riesgo de contagio.

“Hay un trato injusto y clasista, porque al sector médico sí le entregan el equipo de protección necesario, incluso el protocolo para ellos es distinto; duele ver que nos midan como categorías de profesionales, cuando todos necesitamos la misma protección. Peor aún, no se nos está dando la capacitación adecuada sobre el manejo de pacientes y el uso adecuado del equipo de protección”, agregó.

“La discriminación de la gente golpea mucho”

Javier trabaja en un hospital nacional y contrajo el COVID-19 recientemente. Al principio lo tomó bien, pero cuando cayó en cuenta de que podía contagiar a su mamá, quien es adulta mayor, se puso nervioso.

“Yo fui asintomático, por lo que físicamente no me sentí mal, pero sí sentí la discriminación de los vecinos y compañeros, porque eso es algo que golpea bastante, la noticia corrió como el agua”, indicó el funcionario.

Él cuestiona seriamente la práctica que llevan a cabo en este centro médico, en cual se hisopa a los trabajadores que tuvieron contacto con un paciente positivo, pero los dejan trabajando hasta obtener el resultado. Lo correcto, desde su visión, sería enviar a todos por igual a cuarentena, pero aseguran que no es posible por la cantidad de personal disponible.

“Nos dan dos mascarillas desechables por turno, cada ocho horas y nunca nos entregaron caretas ni ropa adicional para trabajar en el servicio. Para la manipulación de pacientes con COVID-19, a ciertos compañeros los enviaron a llevar un curso, ese no fue mi caso, ni el de otros funcionarios, y considero que es un tema de preparación esencial”, destacó.

 

Notas: 

*Información con corte al 7 de agosto

** Información con corte al 11 de agosto

*** Información con corte al 14 de agosto

Pie de foto 1: Desde el mes de marzo, 996 funcionarios han dado positivo por COVID-19; de ellos, 564 son mujeres y 432 son hombres. (Foto. Miriet Ábrego).

Pie de foto 2: El grupo de edad más afectado por el COVID-19 es el de trabajadores entre los 29 y 39 años, con 438 casos. (Foto: Katya Alvarado).

 

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