Opinión

Y el gallo cantó

El domingo 4 de febrero, a las 10 de la noche en punto, el gallo de mi vecina Angélica cantó con mucha fineza.

El domingo 4 de febrero, a las 10 de la noche en punto, el gallo de mi vecina Angélica cantó con mucha fineza. ¿Qué anunció? Alguien dirá que la hora; yo sostengo que un gallo avezado no canta por cantar.

Veamos, -esto lo sabe el gallo-, allá por el año 2000, el pueblo agradecido se lanzó a las calles en defensa de su entrañable ICE, que desde el Gobierno bipartidista de Monge Álvarez, y sus PAE, devino piñata para los neoliberales que urgían su privatización. La subasta del “Combo ICE” no era poca cosa –en juego la energía y la infocomunicación-. El entusiasmo ciudadano era tal, que una “niña” (maestra) de una escuela de un distrito de San Ramón, ubicada cerca de la carretera Bernardo Soto, contaba que tuvo que correr tras sus alumnos porque en estampida bajaron a bloquear la pista. El desenlace de la gesta patriótica se vistió de derrota cuando el expresidente Carazo se retiró de las negociaciones amañadas que se realizaron bajo la sombra del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE). Ya antes, en su primer desgobierno (1986-90), Óscar Arias había intentado privatizar la telefonía móvil (Millicom).

Durante la lucha contra el “Combo ICE”, la dignidad espontánea del pueblo no dio chance a que la clase conservadora reaccionara, y solo gracias a la traición de algunos dirigentes “populares”, -incluidos diputados progre-, no se pudo blindar al ICE de lo que hoy le sucede, ni ir más allá en conquistas de orden económico y social.

La batalla contra el TLC (2003-2007) emuló los anhelos del pueblo que combatió el “Combo ICE”, pero ya entonces la derecha había afilado sus espuelas. El país se polarizó y el capital no escatimó recursos para “convencer” y movilizar a los trabajadores de la empresa privada y a los feligreses evangélicos, todos vestidos de blanco. Hasta los curas que firmaron un manifiesto contra el TLC (los del NO) fueron reprendidos por la cúpula eclesiástica. Solo con el referendo amañado de Óscar Arias y la ayuda del capital transnacional, más las amenazas internas (“Memorando del miedo” de Casas y Sánchez) y externas, que anunciaban la debacle económica si ganaba el “NO”, pudieron vencer la marea de la dignidad.

El “fantasma” del “NO al TLC” apareció en las elecciones de 2014, cuando un candidato, ignorado por las encuestas de los poderosos, asomaba con posibilidades de crecimiento únicamente en los estudios estadísticos del CIEP para el Semanario UNIVERSIDAD, y luego derrotaría en primera ronda y sacaría del cuadrilátero electoral al candidato del PLUSC.

Con las uñas más afiladas, la derecha neoliberal preparó para 2018 un combo de cuatro partidos electorales derivados del PLUSC y, por si acaso, habrían de catapultar una opción fundamentalista-religiosa para enfrentar al fantasma del “NO”, representado por algunos partidos de centro y de izquierda que encabeza el PAC.

Debemos reconocer que el poder económico no falló en sus cálculos, trató de revivir al PLUSC y ahora se juega la carta que le queda, la cual no habrá de estrenar, pues su identidad conservadora con los evangélicos es de larga data y representa una joya cuyos intereses de clase no terminan de bruñir.

Oculto en el subconsciente colectivo del pueblo progresista, a dos semanas del 4 de febrero, y nuevamente detectado por las antenas inquisitivas del CIEP-Semanario, el fantasma del “NO” despertó y polarizó la elección. Y el gallo cantó anunciando una batalla más.

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