Opinión

¡Vivamos la fiesta electoral!

Conforme inicia el año, se pueden observar banderas de diferentes colores en todos los sitios que podemos imaginar

Conforme inicia el año, se pueden observar banderas de diferentes colores en todos los sitios que podemos imaginar; se ven en los techos de las casas, colocadas en los autobuses y sus respectivas paradas, en los autos e incluso en árboles que son inundados de colores ajenos a los naturales. Asimismo, se escuchan carros perifoneando con todo el volumen posible, en ocasiones ni siquiera se comprende el mensaje emitido. Estas situaciones mencionadas nos anuncian que este año 2016 se realizarán las elecciones, en este caso, elecciones municipales.

“Una de las celebraciones democráticas más relevantes ha dado inicio: ¡poder elegir a las personas que nos representarán en los cargos políticos municipales! No olvidemos que se debe agradecer por vivir en un país como Costa Rica, una nación que se rige y a su vez, respeta los valores democráticos, y además que cumple a cabalidad los derechos humanos”.

Antes de iniciar, debo mencionar que cito el párrafo anterior como recopilación de algunas idealizaciones que he escuchado en los últimos días. Por esta razón, se parte de la premisa en donde se conciben las elecciones como una celebración idealizada.

Las campañas publicitarias han tomado fuerza, la divulgación de miles y miles de volantes informativos impresos (¡y luego planean una campaña ambiental de reciclaje! ¡Qué ironía!) junto a las tradicionales caminatas de las candaditas y los candidatos por todos los pueblos del cantón. Todos y todas buscan insaciablemente algo que usted tiene: su voto.

No se puede dejar de mencionar el protagonismo que han desarrollado las redes sociales, ya que se encuentran consolidadas como medio de comunicación, utilizado por un gran sector de la población. Paralelamente, se han convertido en una de las tácticas más empleadas por los partidos políticos. Ingresar a Facebook implica presenciar debates partidarios constantes, mientras que se reproducen vídeos de las y los candidatos expresando cientos de propuestas, bajo el lema: “nuestro partido sí las va a cumplir”. La misma frase trillada que hemos escuchado millones de veces.

Otra de las técnicas que han implementado corresponde a tomarse fotos caminando por los pueblos, pues eso “representa el compromiso de trabajar con los sectores populares”. Claro, democracia proviene del griego demos y cracia del pueblo, es decir, “el poder del pueblo”; y de esta forma intentan manifestar “un discurso congruente”.

Los partidos políticos han apostado por campañas en donde idealizan a sus candidatos y candidatas como “personas humildes, así como usted”, haciendo creer que al ser igual que nosotros y nosotras, las personas que no nos encontramos en puestos políticos, y debido a esto, tomarán como eje fundamental las necesidades que nos apremian.

Nos quieren solamente cada cuatro o seis años, luego de eso, somos una persona más del montón, nos convertimos en los peldaños empleados para sentarse en aquella silla ergonómica y utilizar traje todos los días, elementos identificativos que representa el poder que ejercen, un poder que responde a intereses de sectores hegemónicos. En mi caso, y a mi joven edad, me divorcié de los partidos políticos.

Al final todo sigue igual, el debilitamiento de la democracia formal es una realidad atenuante que no se puede minimizar, la confianza en los puestos representativos ha disminuido, culpa de aquellos y aquellas que no cumplieron su función, en otros casos, en donde la abominable corrupción mantuvo predominancia.

Apelemos por organizaciones que surjan desde los pueblos, en donde se incluyan mujeres, personas afrocostarricenses y a nuestros pueblos indígenas, los cuales han sido apaleados por la mayoría de gobernantes que se han elegido.

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