Opinión

Sobre el valor de la filosofía

Con validez, pero de manera desigual, se cuestiona el valor de la enseñanza de la filosofía en el sistema educativo.

Con validez, pero de manera desigual, se cuestiona el valor de la enseñanza de la filosofía en el sistema educativo. Desigual porque regularmente no se cuestiona la pertinencia de la educación cívica, los estudios sociales e históricos, la educación física, la enseñanza del idioma inglés y francés, la ciencia o la matemática. Válido porque se pregunta por la función psicológica, social y cognitiva que puede generar la enseñanza de la filosofía desde una metodología capaz de generar pensamiento propio (autoestima) y lógico en los estudiantes.

La pregunta puede plantearse: ¿qué logra en la persona la enseñanza de la filosofía? En principio, como cualquier otra disciplina dentro de un currículo educativo, depende de sus propios objetivo, alcances y límites. Los profesores de la enseñanza de la filosofía, curriculistas, pedagogos y psicólogos de la educación saben de la reiterada discusión que significa enseñar contenidos históricos y culturales propios del pensamiento filosófico o enseñar a filosofar. En realidad, la cuestión no es una disyuntiva, en la práctica lo que sucede, principalmente, es una concentración en alguna de las variables. La filosofía se presenta analíticamente en partes (estética, lógica, historia, epistemología, ética), pero es una disciplina integral que supone historia, contenidos y métodos para pensar filosóficamente.

La enseñanza de la filosofía pretende que los estudiantes trabajen con ideas, contextos y situaciones, lo cual acarrea vetas epistemológicas, éticas y lógicas; también a que sean ordenados y creativos al pensar, que consideren variantes, opciones, versiones, enfoques, perspectivas, mediaciones, que sean curiosos, sistemáticos y reflexivos en la vida individual y conjunta. El valor de la enseñanza de la filosofía se expresa en los estudiantes en la tolerancia y comprensión de los fenómenos culturales, científicos, sociales y políticos, y en la aptitud cívica de estar siendo ciudadanos comprometidos con la relación entre conocimiento y actuar moral; de esto modo se identifica con el dinamismo de la inteligencia artificial humana: conocer, hacer preguntas y actuar.

La filosofía no es la única disciplina que trabaja con ideas, por supuesto, pero sí es una disciplina que tiene determinado ahínco en promocionarlo y hacerlo, principalmente por su naturaleza exploratoria, epistemológica y metafísica. La filosofía no es una disciplina que trabaje “con” contenidos curriculares estrictamente sino “sobre” los contenidos. No animar a los estudiantes a que piensen sobre lo que piensan y suponen sería irresponsable. La intención es producir un cambio global en la conducta del estudiante, consigo mismo, con el conocimiento, la escolaridad y los hábitos que esta supone, con sus compañeros de aula, comunidad y con los ciudadanos locales y mundiales. El valor de la enseñanza de la filosofía tiene expresión en la capacidad de lectura, expresión de sentimientos, opiniones y creencias, de interpretación, razonamiento, creatividad y comportamiento.

La educación filosófica coadyuva a formación de ciudadanos, promueve el análisis de los eventos, hechos y valores, el pensamiento reflexivo, la criticidad, el juicio fundamentado y la producción de mediaciones cognitivas; promueve el pensamiento complejo y el esfuerzo por la comprensión y entendimiento de un mundo global interrelacionado, plural, diverso y dinámico, en función de evitar el adoctrinamiento, el miedo social y las prácticas totalitarias. La filosofía anima a pensar y a hacerse responsable de lo obrado y lo pensado, desde este sentido, el valor de la filosofía radica en ser imprescindible para el buen ejercicio de la ciudadanía y la convivencia conjunta y global.

 

 

 

 

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