Historia y los que historian. En general y salvo alguna excepción, los historiadores trabajan sobre los eventos del pasado, limitados a lo que pueden conseguir en documentos que consideran pertinentes, o acorde con su visión, para darles grado de legitimidad.
El material que revisan y luego seleccionan útil, según el foco del asunto para tratar y su propuesta, está relacionado con la ideología personal y método con que trabajan, así como a quién sirven.
En ello se debe hacer hincapié, porque hay historiadores que se dicen muy profesionales que son “sugeridos”, o contratados directamente, para que escriban sobre temas específicos, con lo que se tiende a favorecer al contratante y sus intenciones de limpieza que pudieran inculparlos o favorecerlos en los resultados de una conciencia crítica aplicada por el historiador. Inclusive, muchos de dichos estudios luego de su publicación son besuqueados y hasta premiados por la historia oficial, el partido político en el poder o que temporalmente lo ha perdido, o el feudo al que pertenecen.
La historia no es una ciencia como tal. La hacen los sujetos sociales con los acontecimientos donde tienen participación, tanto como los que son testigos de aquello que ocurrió. Los historiadores interpretan bajo ciertas premisas aquellos hechos y la información – documentación que queda a ojos vista. Esa es la única que les sirve, porque se dan el lujo de eliminar o no tomar en cuenta otras formas de documentación que son registros válidos. A eso algunos le llaman ortodoxia (cerrados en sí mismos), manipuladores (discriminadores intencionales de información), o grupos de poder (los que están en puestos o conexiones de privilegio).
En el conjunto de hechos para cuestionar críticamente, el historiador es presentador de verosimilitudes. Los que mejor logran interpretarla y presentarla al lector–espectador contemporáneo son aquellos que no se guardan nada respecto al tema, porque en el proceso de investigación pueden surgir elementos nuevos y duros para cuestionar críticamente.
La historia del futuro. Parece incierta, por el hecho mismo de no haber ocurrido, sino que es la conjetura de lo que supuestamente pudiera ocurrir. Y como futuro es lo por venir, lo que todavía no es, parecería que no puede ser objeto de estudio crítico por sus hechos, los que están en otro espectro de consideraciones y realidad, otro contexto humano, puesto que todavía estamos embutidos en que la historia es la historia de los sujetos humanos.
¿Y si no todo fuera cosa de seres humanos? La salida del hombre y la mujer al espacio extraterrestre, a la exobiología, a los nuevos mecanismos y vías de realidad fuera de la conciencia de lo que hemos sido, una nueva humanidad está frente a nosotros, una historia del futuro que por su inmediatez y proyección es realidad virtual, realidad con la que vivimos y convivimos diariamente. Ya es el futuro. Estamos viviendo a cada instante el futuro que la revolución científica y tecnológica del siglo XX y XXI nos puso para otra época.
Teoría sobre un asunto que es provisional. Es observar, examinar, proponer, probar, avanzar en el conocimiento, aplicación y modificación de la naturaleza que se nos ha dado y está. Nosotros, sujetos que seguimos incontenibles en evolución y desarrollo de conocimiento y creadores de modelos de interfases de expresiones de inteligencia, vida artificial y extraplanetaria, somos transeúntes que comprenden otras realidades, otros sucesos.
Así que una teoría de historia y futuro es la aproximación directa a una síntesis comprensiva de los conocimientos que se obtienen y aplican para la participación exponencial de los seres humanos en realidades vedadas y objetos y sujetos históricos futuros bajo un orden determinado, que nos ayuda a razonar y plantear problemas en términos de fenómenos que son futuro, pasado y presente a la vez.
Puntos de referencia para que las predicciones sean sucesos históricos multirreferenciales, donde el ser humano pudiera ser uno de tantos sujetos históricos de vida e inteligencia extraterrestre y exobiológica, no el objeto de la historia, sino el sujeto diferenciado en otras coordenadas de tiempo y espacio, donde la concepción de historia es otra.
