Opinión Acción Social en comunidades

TCU Agricultura Orgánica Urbana, una forma de hacer comunidad

Si detuviéramos un momento el ajetreo del día a día y reflexionáramos sobre la importancia de la agricultura y de la alimentación saludable, tendríamos más conciencia del valor y la importancia de cada uno de los actores que participan en el proceso para que cada día tengamos alimentos sanos y nutritivos en nuestras mesas. El Trabajo Comunal Universitario Agricultura Orgánica Urbana, TCU 468, brinda, tanto a las personas estudiantes como a las comunidades involucradas, la oportunidad de producir y consumir sus propios alimentos.

Este proyecto, del Centro de Investigaciones Agronómicas de la Universidad de Costa Rica (CIA-UCR), cuenta con un promedio de entre 30 y 35 estudiantes activos por año, de carreras como Agronomía, Zootecnia, Economía Agrícola, Asistentes de laboratorio, Química, Biología, Administración y Computación.

El TCU contribuye a la promoción y desarrollo de la agricultura orgánica en espacios urbanos, para fomentar una alimentación saludable por medio de la elaboración y mantenimiento de huertas, además, busca concientizar sobre el manejo adecuado de los residuos orgánicos por medio de la elaboración de abonos orgánicos.

En los últimos años, se han realizado actividades en el Centro Diurno Gotitas de Esperanza, la Fundación Parque La Libertad, Casa Jaguar del IAFA, la UBL verde y la Pastoral social de la iglesia La Merced. Estos lugares atienden poblaciones muy heterogéneas, tanto por la edad, como por la condición social y el nivel de escolaridad: población joven, adulta y adulta mayor, personas en riesgo social y personas migrantes, entre otras.

El trabajo se articula entre el estudiantado, las encargadas del proyecto y las diferentes comunidades participantes; esta interacción lo enriquece y propicia su desarrollo exitoso, a partir de muchos puntos de vista diferentes, pero con un objetivo común.

Este trabajo comunal se ha llevado a cabo por más de 15 años, pero debido a la pandemia de COVID-19, durante el 2020 y 2021 requirió ajustarse a la virtualidad. Esta adaptación fue muy positiva y, en el retorno paulatino a la presencialidad, las actividades virtuales permanecen como parte de las estrategias de capacitación.

El proyecto se ha centrado en técnicas pedagógicas como charlas virtuales y presenciales, talleres prácticos, preparación de materiales impresos, infografías, videos educativos, elaboración de juegos sobre temas como: establecimiento y mantenimiento de huertas, generalidades de las semillas, manejo de plagas y enfermedades de las plantas, elaboración de almácigos y siembra de hortalizas entre otros.

La pandemia generó un interés mayor por las huertas urbanas en personas que quieren aprender y desarrollar sus propios espacios de cultivo en las casas, dar un manejo adecuado a los residuos que generan, y ser más conscientes de lo que comen. Vimos una oportunidad para visibilizar más el TCU, por lo que se crearon páginas en las redes sociales de Facebook e Instagram y una página web (https://tcu468ucr.wixsite.com/inicio), como una forma de establecer una comunidad “virtual” y divulgar las actividades realizadas y los materiales que se generan.

El proyecto ofrece al estudiantado la oportunidad de conocer otras realidades de vida, muy diferentes a las suyas y, además, involucrarse con poblaciones diversas,  lo cual ha sido un reto y una gran oportunidad de aprendizaje.

La agricultura orgánica urbana nos permite convivir con otras personas, con la naturaleza y con nuestro entorno, así como nos orienta a la reflexión, pues cada huerta es una experiencia de vida. Por eso, es importante resaltar la suma de pequeños esfuerzos de diversos actores que son parte del desarrollo del proyecto: personas que hacen posible llevar a cabo las actividades para lograr los objetivos, desde el compañero de mantenimiento que nos ayuda a afilar las herramientas o a cargar un saco con abono, hasta las personas de las diferentes comunidades que coordinan el préstamo de un salón, etc. Cada acción suma y hace posible este TCU.

Nos orientamos a la búsqueda del bien común, para dar oportunidades a otras personas que no las tienen. Sabemos que siempre hay limitaciones, aspectos que se pueden mejorar o cambiar, y como equipo de trabajo estamos dispuestos a tener esa apertura, a conocer otras iniciativas institucionales, a recibir retroalimentación, e ir formando cada vez un proyecto donde todos se sientan escuchados y apoyados; un espacio donde sembrar una planta y cuidarla sea también una forma de crecer como seres humanos.

Esperamos que, en el desarrollo de estas experiencias, todas las personas involucradas reflexionen, aprendan, repliquen y compartan ese conocimiento, se apropien de los espacios y tengan empatía con otros. Este TCU es un logro más de la articulación de la academia y de la acción social. Sabemos bien que la UCR no solo forma profesionales sino también individuos conscientes y proactivos, por lo que es un honor y una gran responsabilidad decir Soy UCR.

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