Opinión

Roy Alfaro Vargas y su obsesión conmigo

Desde hace varios años, el filólogo Roy Alfaro Vargas se obsesionó conmigo y con mis publicaciones, tanto las de tipo histórico como mis relatos de ciencia ficción.

Desde hace varios años, el filólogo Roy Alfaro Vargas se obsesionó conmigo y con mis publicaciones, tanto las de tipo histórico como mis relatos de ciencia ficción. Como resultado de esa obsesión, Alfaro vive pendiente de lo que hago y publico.

La última manifestación de esa obsesión es un texto publicado en una revista angoleña, en el cual afirmó, sin ningún tipo de análisis ni de prueba directa o indirecta, que mi relato de ciencia ficción, “Un joven demonio entre las sombras”, incluido en la antología Te voy a recordar (Euned, 2015), constituye una narrativa fascista.

Con este propósito, Alfaro no tuvo el menor reparo en ocultar a los editores de esa revista que existe un análisis, realizado por la profesora Yolanda Molina-Gavilán (especialista en ciencia ficción latinoamericana), en el que ese relato se interpreta de manera muy distinta de cómo él lo hizo. En vez de debatir con Molina-Gavilán, Alfaro escogió el camino fácil de ocultar la existencia de un análisis que no concuerda con los infundios que él escribió sobre mi relato.

También Alfaro, con el fin de no despertar dudas sobre la precariedad académica de su texto, ocultó a los editores de la revista angoleña que sus “análisis” de la ciencia ficción costarricense –tan faltos de fundamento como evocadores de la escolástica soviética–  han sido demolidos por el historiador David Díaz Arias. En efecto, Díaz demostró contundentemente que Alfaro, entre otras contradicciones, reproduce los mismos prejuicios imperialistas que dice combatir.

Los infundios que Alfaro publicó en la revista angoleña sobre mi relato de ciencia ficción, los acaba de reproducir en un comentario publicado en el Semanario UNIVERSIDAD (5/9/2018). Al igual que hizo con los editores de esa revista, Alfaro ocultó a los encargados de la sección de Opinión de dicho periódico que existe información que contradice lo que él afirma sobre mi relato de ciencia ficción.

El reiterado ocultamiento de información en que ha incurrido Alfaro es un claro indicador de su cultura académica, dominada por una tendencia a la infamación que se evidenció por primera vez años atrás, cuando Alfaro se valió de textos publicados en la Revista de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica para tratar de descalificar política, ideológica y moralmente al filósofo George García.

Del comentario que publicó en el Semanario UNIVERSIDAD, lo que más llamó mi atención es que Alfaro se olvidó de mencionar mi nombre: ¡tan obsesionado está conmigo que ya ni siquiera necesita nombrarme!

¿Fue motivado ese olvido por las fotos de mi persona y las copias de mis publicaciones que a lo mejor cuelgan –como piezas de un particularísimo museo personal– en las paredes del oscuro y diminuto mundo que Alfaro habita?

Niveles de obsesión tan altos pueden ser perjudiciales para la salud: más le convendría a Alfaro buscarse una vida propia, en vez de arriesgarse a terminar convertido en un personaje digno de las novelas de Lloyd C. Douglas o en un penitente del Hospital del Alma.

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