Opinión

Reforma fiscal integral

Costa Rica cuenta con tarifas de impuestos a las empresas bastante altas. Tiene dos niveles de tributación: el primero del 30% y un segundo nivel del 15% cuando se distribuye el dividendo, lo cual arroja una tasa de renta corporativa total del 40,5%. A ese monto debe sumarse el impuesto de licencia de patente, que ronda entre el 1,5% y el 3% del ingreso bruto de la empresa, dependiendo de cada municipalidad. Aunado a ello, el patrono soporta un 26% de cargas sociales por cada empleado contratado, todo ello sumando a los más de 100 tributos vigentes en Costa Rica.

Sobre esto, la OCDE en su Informe Económico de Costa Rica señaló que “Las altas contribuciones a la seguridad social son un obstáculo para la formalidad en Costa Rica. Estas contribuciones representan aproximadamente el 36,5% de los ingresos brutos, en comparación con el promedio de la OCDE del 27,2%.”

Si la propuesta del Ejecutivo es cargar más a los pocos contribuyentes, estará condenando el país al fracaso social y poniendo en grave riesgo la institucionalidad y las bases democráticas. Entonces, apuesten por empleos, por una sana convivencia entre un sector público eficiente y objetivo, y un sector privado pujante con un clima de negocios favorable. Un aumento en cargas tributarias empujará al país a la informalidad y pondrá en riesgo instituciones clave, como la Caja Costarricense del Seguro Social.

Ha surgido en mí el deber patriótico, ante la situación fiscal tan grave y apremiante, de buscar una solución debido a que los tienen la obligación, llámese Gobierno, no han aportado nada que benefíciese al pueblo par que reactive la economía para generar empleos tan necesitados por los costarricenses ante esta situación. Tampoco ha existido una oposición responsable de los partidos políticos en oposición actual al gobierno porque ellos no brindan una contrapuestas, solo venden a la gente politiquería, ni las cámaras, sindicatos, académicos, comunistas, ni la Iglesia Católica, ni las otras protestantes han presentado una propuesta seria solo quejarse y oponerse por deporte.

Nuestro país merece el diseño de una solución radical y nueva y no un refrito copiado de otra latitud. Por eso le expongo mi invención, mi legado a las nuevas generaciones: el impuesto o tasa filita (en memoria de mi madre Filadelfia Ocampo Alvarado) que es producto muchos años de estudio.

Este consiste en imponer un 10% de impuesto filita a todas las transacciones electrónicas bancarias como lo son variedad de instrumentos financieros, como son: los bonos, acciones, divisas y derivados.

Este impuesto sería en vez de 74 impuestos que se eliminarían, con lo cual pasaría el esquema actual de 105 a 31 impuestos, y dentro de los que se van para beneficio del pueblo son: impuesto sobre la renta, impuesto sobre la propiedad de vehículos, impuesto selectivo de consumo, impuesto sobre las ventas, derecho de entrada a parques, impuesto único sobre los combustibles, impuesto a las personas jurídicas, derechos de salida del territorio nacional, crea un impuesto único y definitivo, impuesto sobre transferencias de bienes inmuebles, y otros muchos para beneficio de pobres, ricos, profesionales, no profesionales, asalariados, independientes, emprendedores, microempresarios, empresarios, grandes capitales, grandes empresarios, toda Costa Rica en general.

Con ese 10% arreglaríamos el problema financiero de la CCSS porque un 3% sería destinado a esa entidad. Sería un hito mundial: el único país del mundo con cero carga social, nada se le cobraría ni a la población de nuestro país ni a sus patrones; y también arreglaríamos la sostenibilidad de todos los sistemas de pensiones debido a que todo empleado aportaría el 9% que hoy aporta la CCSS a su sistema de pensiones respectivo.

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