Opinión

Reflexiones sobre el efecto de la violencia sobre nuestros estudiantes​

Este texto es una reflexión personal sobre una serie de eventos que sucedieron durante el VIII Congreso Centroamericano de Ciencia Política

Este texto es una reflexión personal sobre una serie de eventos que sucedieron durante el VIII Congreso Centroamericano de Ciencia Política en Antigua Guatemala, que me parece importante comunicar y discutir como docente de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR),  en el contexto de violencia que vive la región centroamericana, producto de la guerra contra el narcotráfico.

Para el Congreso planteamos un ciclo documental con el título América Insumisa como parte de las labores del Grupo de trabajo de Clacso Gobiernos y Movimientos, Tensiones Irresueltas. Yo ya había facilitado ese ciclo documental en el ​Noveno Congreso Latinoamericano de Ciencia Política ¿Democracias en Recesión? en​ Uruguay, en conjunto con un colega uruguayo y presentamos exactamente los mismos tres documentales: Yo soy el número 16, No estamos solassolas​​y​​La​​hora​​del​​lobo​​(disponibles​​en​​YouTube)​.

A grandes rasgos, los documentales retratan diversos temas sobre el poder, la violencia, la ausencia o complicidad del Estado sobre los problemas sociales y los derechos humanos; el objetivo del ciclo documental es abrir espacios de discusión sobre los problemas regionales desde una óptica transdisciplinaria. A finales de julio en Uruguay la discusión posterior a la proyección de los cortos estuvo centrada alrededor de la violencia en el Cono Sur del continente y estuvo más teñida de análisis teórico sobre el concepto del estado y qué sucede cuando no existe el estado como ente de control.

En general, en Guatemala la reflexión fue mucho más vivencial y menos teórica, versó alrededor de la problemática de la violencia producto del narcotráfico y la corrupción de los diversos niveles del Estado. Aunque desde el panel y el público había un mensaje esperanzador sobre la importancia de la participación ciudadana, dos intervenciones de estudiantes guatemaltecos, específicamente​de​Chiquimula​retrataron​el​fatalismo​​y​​miedo​​a​​hacer​​“algo”​por​un​cambio.

Después de esa actividad yo quedé muy revuelta y pensando en muchas cosas. En primer lugar, en las claras diferencias de aprender y enseñar Ciencia Política en Costa Rica y en Guatemala. Y aunque no espero que este texto contribuya a resolver  esta problemática es necesario reflexionar sobre esto y los efectos que los distintos tipos de violencia tienen sobre el estudiantado.

En segundo lugar, sobre cómo se vive la violencia en Costa Rica y en Guatemala y el efecto que esto tiene directamente sobre los estudiantes. Mientras que en Costa Rica la mayoría de los estudiantes se encuentran movilizados y tienen una constante interacción con los partidos políticos, el movimiento estudiantil u otros movimientos sociales, sin miedo a arriesgar su vida por​participar​​en​​estos​​espacios.

Finalmente, el fondo de la experiencia me hizo preguntarme si la educación tiene el mismo poder transformador en toda América Latina y ¿cuánto está afectando la violencia a las personas  jóvenes de la región? Los docentes latinoamericanos tenemos la responsabilidad de visibilizar que de manera indirecta la violencia, también puede estar desmovilizando a los estudiantes hacia ejercicios​de​​la​​carrera​​con​​menos​​poder​​de​​transformación​​social.

Con respecto al avance de la Ciencia Política en Centroamérica también me pregunté, a pesar de sentir que yo personalmente he avanzado en este proceso en conjunto con la Red Centroamericana de Ciencia Política, si es realmente posible consolidar la disciplina en la región y si los procesos democráticos, que además hemos defendido y estudiado, no dan los resultados esperados.

Evidentemente, todo lo anterior se encuentra relacionado. Una democracia débil con Estados que son cómplices o incluso partícipes de la violencia que vive la sociedad no va a colaborar tampoco en una construcción real de la educación; precisamente los procesos de transformación social que se promueven desde las aulas se vuelven enemigos de ese tipo de Estados y en este contexto se inician ciclos de desmovilización del estudiantado de las aulas que es un efecto indirecto​y​​claro​​de​​la​​violencia.

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