Opinión

RECTORÍA Y COVID-19: reflexiones sobre el mensaje a la población

En mi anterior artículo en el que trataba el mismo tema, revisé la necesidad de que el Ministerio de Salud retome la función rectora de mercadotecnia de la salud, pero comprendiendo con claridad y rigor técnico las implicaciones del concepto.

En mi anterior artículo en el que trataba el mismo tema, revisé la necesidad de que el Ministerio de Salud retome la función rectora de mercadotecnia de la salud, pero comprendiendo con claridad y rigor técnico las implicaciones del concepto. No se trata de mensajes educativos, que ya han probado a lo largo del tiempo que no logran cambiar conductas. Se trata de introducir las técnicas mercadológicas al mensaje según el funcionamiento de la mente del ser humano.

La esencia es lograr el cambio de conductas y esto requiere tiempo, pero considero que hay que dar el paso, sobre todo si recordamos que ya existe un marco conceptual y un ministro que trabajó el tema. Si como en esa época requiere de mi apoyo, cuente conmigo.

Quisiera traer a la reflexión el mensaje que se ha venido trasladando a la población por medio de las conferencias de prensa diarias, las entrevistas y otros medios.

Se viene insistiendo en el distanciamiento social, el lavado de manos y la etiqueta del estornudo y la tos. Pero también insistimos en que las personas de mayor riesgo de enfermar de gravedad o de morir son los adultos mayores y aquellas personas que sufren enfermedades crónicas como las cardiopatías, la hipertensión arterial y la diabetes mellitus. Es más, las estadísticas generadas en China con estudios serios así lo evidencian.  Se ha comunicado también que probablemente todos vayamos a enfermar, tarde o temprano. Que lo que estamos haciendo en este momento, con las medidas que se están tomando, es tratando de controlar que la curva de contagiados no suba bruscamente y se produzca un colapso de los servicios de salud. Esto merece atención aparte.

No nos estamos percatando que el mensaje que le estamos dando a los adultos mayores, a los cardiópatas, a los hipertensos y a los diabéticos es que si no se cuidan van a enfermar gravemente. ¿De qué depende que esto suceda? ¿De ser adulto mayor únicamente? ¿De ser hipertenso? No, existen otros muchos factores asociados, pero estamos generando en estos grupos una percepción catastrófica de su realidad: no tienen esperanza porque tarde o temprano enfermarán y probablemente morirán por Covid-19. ¡La importancia del mensaje! La importancia de la mercadotecnia social, de la mercadotecnia de la salud para lograr así mensajes correctos en forma y contenido.

¿Será que los hipertensos controlados tienen igual riesgo que los hipertensos no contralados? No se lo estamos informando tampoco a la gente y, además, la literatura existente no lo menciona.

Por otro lado, y como indicaba antes, mención aparte merece el mensaje de que requerimos una curva “aplanada”, o sea, requerimos que no existan muchos casos en un corto período de tiempo para no hacer colapsar los servicios de salud y que todos aquellos que lo requieran puedan tener acceso a unidades de cuidados intensivos. ¿Existen estadísticas que nos digan cuántos enfermos por Covid-19 internados en estas unidades de cuidados intensivos se recuperan satisfactoriamente? No parecen existir, o al menos yo no las conozco. El enfoque de derechos humanos entra entonces en una disyuntiva.

¿Porqué? Porque los pacientes con Covid-19, y sobre todo los gravemente enfermos, compiten por lo recursos sanitarios con los pacientes con otros tipos de enfermedades. Podría llegar el momento en que tengamos que decidir entre dar la opción a la vida a una persona con un infarto al corazón y otro con Covid-19.

La otra pregunta que surge en tono a este tema es ¿para qué dar acceso en tiempos de guerra a unidades de cuidados intensivos a personas que irremediablemente van a morir? Y estamos en tiempos de guerra, es más así lo han reafirmado el ministro de Salud y el presidente ejecutivo de la CCSS, quien ha insistido, además, en que han decidido que el hospital especializado en la atención de los enfermos por Covid-19, el CENARE, lo dirija un médico especialista en situaciones de desastre, mejor dicho, en la atención en tiempos de guerra.

El derecho a la salud, es más el derecho a la vida, finalmente es decidido por un profesional en medicina, especialista en medicina crítica. Parece que no existe otra posibilidad. Vuelve a ponerse en entredicho el derecho humano a la salud.

En síntesis, es indudable el buen trabajo que están ejecutando las autoridades de salud, pero también es indudable que vale la pena revisar la forma y contenido de los mensajes que se le están dando a la gente.

Por último, sobre el abordaje de la crisis social y económica que está generando la pandemia en el país hay posiciones encontradas. Hay personas, de todos conocidas, abogando porque se aproveche la emergencia para hacer algunas reformas estructurales por las que han abogado desde hace mucho tiempo utilizando la tribuna que ofrece el diario La Nación.

Reformas estructurales en tiempos de guerra. El solo planteamiento es una afrenta la razón por lo que espero que prevalezca la misma.

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