Opinión

¿Qué perdemos al celebrar una fecha de independencia extranjera?

¿Qué nos beneficia celebrar una fecha de independencia totalmente errónea? Nada, pero sí beneficia a feudos que quieren imponer efemérides, donde los mismos asesores de Estudios Sociales y de Cívica (que ya no existe), historiadores, faltan a la verdad.

Todavía celebramos nuestra fecha de independencia el 15 de septiembre, una fecha extranjera, exclusiva de Guatemala. ¿Y la nuestra, cuándo es? ¿Por qué celebramos la de Guatemala? La respuesta es muy simple, porque el señor José Ma. Castro Madriz, mediante ley N.° 140, en 1848, decretó que así se hiciera. Esa es la razón exacta jurídica. 

Sin embargo, el presidente Daniel Oduber y su ministra de Cultura con recargo de Educación, en 1975, mediante Decreto Presidencial N.° 5303-E, señalaron que la fecha correcta de nuestra independencia, acta, decreto, firma y juramentación, es el 29 de octubre de 1821. Entonces, como una ley priva sobre un decreto, tenemos dos efemérides, la primera un falso histórico, la segunda que es el decreto, la correcta. 

Ningún historiador, ninguna escuela de Historia con un poquito de seso puede ignorar esa realidad jurídica, y mucho menos, atribuirse como gallos de patio la verdad que una cúpula de ortodoxias pretende perpetuar, ocultando, tergiversando texto y contexto de los eventos históricos que nuestros próceres independentistas nos legaron. 

Esos mismos próceres, reunidos en el Congreso Provincial de Costa Rica la máxima autoridad política, ratificaron al imperio de México que: “… que cuando Costa Rica, con heroico esfuerzo y arrostrando por sí misma la opresión del jefe terrorista que la gobernaba, don Juan Manuel de Cañas, proclamó su independencia del Gobierno Español, logró poner término a su prolongado cautiverio el 29 de octubre del año pasado de 1821, no pensó en otra cosa que en resarcir tan largos males con el uso de su libertad y reunida por primera vez pacíficamente a observar su plenitud y goce, la declaró solemnemente e instituyó la forma de gobierno más análoga y propia a su quietud, necesidades e intereses”. (Comunicación del Congreso Provincial de Costa Rica que ratifica el 29 de octubre de 1821 como la fecha de la independencia de Costa Rica. José Ma. de Peralta, Diputado Presidente y Rafael Osejo Diputado Secretario. Cartago, marzo 9 de 1823). Archivo Nacional de Costa Rica. 

Cuando fue creada la OEA (Organización de Estados Americanos), a inicios de 1950, nuestro Gobierno, cofundador de dicha organización, inscribió su fecha de independencia: Acta, decreto y firma, el 29 de octubre de 1821. Así está inscrito y así consta en las publicaciones de la OEA, inicialmente y en 1973 cuando la Secretaría de Cultura hizo una segunda publicación. 

¿Qué nos beneficia celebrar una fecha de independencia totalmente errónea? Nada, pero sí beneficia a feudos que quieren imponer efemérides, donde los mismos asesores de Estudios Sociales y de Cívica (que ya no existe), historiadores, faltan a la verdad y hacen que nuestro país pierda identidad propia y asuma una identidad ficticia de un país que quieren llamar, para sus intereses, “Centroamérica”. Hay siete países de América Central, cada uno con su historia y cultura, dignos. Así como nosotros tenemos que honrar nuestra 

herencia de aquellos que con pocas palabras supieron ver su época, independizarse de España y darse gobierno propio, como bien lo ha señalado Carlos Meléndez, historiador. 

La confusión en las aulas de clase es enorme y reina la ignorancia total, porque se imponen procesos traídos de España, donde no somos nada, no podemos darnos gobierno propio y se trata de hacerse preguntas para investigar respuestas. 

La realidad es que nuestros alumnos de primaria y secundaria no saben leer y escribir. 

¿Y el pensamiento crítico? ¿Y la conciencia crítica? ¿Y la lucidez bien investigada y procesada? 

El Ministerio de Educación Pública (MEP) se la pasa en teorías y burradas que comprometen seriamente nuestro arraigo cultural y nuestra pertenencia a un país real, no a un imaginario que se inventan y desparraman miles de millones improductivos. Y, lo que es peor, dan bibliografía de una historia oficial manipulada y ninguna que contraste con las críticas, observaciones y lecturas que los pongan seriamente a dudar y a hacerse la pregunta de oro: ¿por qué celebramos el 15 de septiembre con canciones y alusiones totales a la Campaña Nacional de 1856-57, ajenos a la fecha de nuestra independencia de España el 29 de octubre de 1821? 

Quizá se pregunte alguno o alguna, ¿será que nos han estado mintiendo?

Supongamos que descubren la verdad. ¿Qué pasaría? 

Pareciera que muchos de nuestros compatriotas, de los siglos diecinueve, veinte y el actual, padecen de un grave complejo de inferioridad, cuando entregan nuestra soberanía histórica al dominio de países y designios extranjeros. 

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