Opinión

Publicar sobre seguridad en el manejo de sustancias

Las fichas de datos de seguridad de materiales (FDS) son el medio para informarse sobre uso, transporte y almacenamiento de sustancias. El Sistema Globalmente Armonizado de Clasificación y Etiquetado de Productos Químicos es un instrumento de naturaleza obligatoria de las Naciones Unidas que busca establecer criterios para la clasificación de sustancias, sus peligros físicos y químicos, riesgos para la salud y también para el ambiente.

Mundialmente, muchas FDS adolecen de inconvenientes, pues no siempre hay una verdadera disponibilidad de estas y otras veces reportan datos no confiables sobre la naturaleza física y química de los materiales.

Uno de nuestros intereses es el estudio de las fuerzas intermoleculares en los líquidos. Al lector le resultará evidente que entre mayores sean las fuerzas atractivas entre las moléculas en los líquidos, menor será la tendencia de estas para “fugarse” al estado gaseoso (evaporación). Nos interesa también ir más allá de la ciencia básica, pues entre más volátil sea un líquido inflamable (mayor rapidez de evaporación), mayor es el riesgo de incendio o explosión. También este enfoque es de pertinencia en salud ocupacional, porque habrá mayor concentración de vapores en ambientes laborales cerrados y para el uso de sustancias volátiles en el campo agrícola.

Toda empresa debe elaborar FDS para sus productos, y esta propiedad debe ser determinada por las empresas mismas, o pagar a un tercero para su medición. El costo del servicio es alto, y puede salir de las posibilidades económicas de empresas pequeñas.

Estos asuntos no se restringen al uso industrial, también son significativos con relación a agentes limpiadores domésticos, productos cosméticos y de cuidado personal, lubricantes, pinturas, barnices y odorantes ambientales.

Conocer y respetar estos asuntos técnicos y el problema de baja calidad de muchas FDS en el mundo debe ser parte de la cultura intangible de una sociedad moderna, pues genera vigor para mejoramiento ambiental, social y tecnológico, por parte de los usuarios.

Desarrollamos recientemente una metodología alternativa para la rapidez de evaporación, que hace que esta medición se realice con equipo de bajo costo. Lo interesante de comentar es el camino que una estudiante tesista y yo recorrimos para la aceptación del manuscrito original que describe la nueva metodología en tres revistas extranjeras del área de seguridad industrial y ambiental. El problema es causado por decisiones cortantes y con poco fundamento de parte de algunos editores de revistas, cuando consideran sin razón que el reporte sometido para publicación está fuera del ámbito de interés del medio. La peor parte no es el rechazo del trabajo, sino la sugerencia de editores para que consideráramos otra revista de la misma entidad editorial, que cobra varios miles de dólares solo por el manejo editorial.

La consideración de este asunto debería tenerse presente a la hora de juzgar en la UCR el valor de publicaciones en cualquier área del conocimiento, sobre todo cuando el trabajo a publicar se ha generado en este país, y no se deriva de esfuerzos colaborativos por medio de agencias extranjeras, en donde el subsidio incluye los gastos de “diseminación”, además de los gastos que demande la investigación. La Vicerrectoría de Investigación cuenta con un renglón de apoyo para gastos de publicación, pero casi siempre menor a lo que cobran algunas editoriales técnicas de alta notoriedad mundial. Aunque no lo crean, el “acumulado” de la Junta de Protección Social puede quedarse corto.

A todo esto, nuestro manuscrito fue aceptado en febrero de este año para publicación en una revista de la Asociación Estadounidense de Química (American Chemical Society) y no se demandó pago alguno. La revista indica que, en estos tres meses, el artículo ha sido accesado 425 veces.

 

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