Opinión

Pesca semiindustrial por arrastre: voracidad e insostenibilidad ecológica-económica

Pesca de arrastre semiindustrial en aguas profundas: en 1980 la flota arrastrera inició la intensificación de la explotación del camarón Fidel

Sobreexplotación arrastrera y su naufragio ecológico-económico:

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Pesca de arrastre semiindustrial en aguas profundas: en 1980 la flota arrastrera inició la intensificación de la explotación del camarón Fidel (353 TM en ese año); el aumento de esfuerzo pesquero en aguas profundas fue en ascenso y ya para la mitad de esa década, las descargas de camarón Fidel son casi 8 veces mayor (2773TM). No obstante, cinco años después (1990) de aquel voluminoso desembarque fidelero, la sobreexplotación del lecho marino de aguas profundas fue tal que los descargas de camarón Fidel apenas si llegaron a las 107TM (apenas el 4% del volumen descargado en 1985) y ya para el año 2014, lo desembarcado representa apenas el 2% de aquel volumen pescado 30 años atrás.

Expandiendo sus caladeros hacia aguas más profundas, el camarón Camello (150-350 mts) y Camello Real (700-1400 mts), especies que empezaron a explotarse en la segunda parte de la década de los 80, los volúmenes desembarcados al año 2014 representan apenas el 1 % y 10% respectivamente, de sus mayores descargas 25 años atrás. Durante los años 2004-2009 esta flota arrastrera botó (fauna de descarte) entre un 80% y un 95% de las capturas asociadas a la pesca de camarón Camello y de camarón Fidel.

De la bonanza al colapso de empresas camaroneras: a finales de la década de 1970 había en Puntarenas 15 empresas camaroneras. Finalizando los años 90 e inicios de siguiente decenio, la devastación de los recursos camaroneros fue tal que la debacle económica de la flota semiindustrial arrastrera era ya bastante patente; las empresas exportadoras fueron las primeras en ir cesando operaciones y literalmente hicieron de sus muelles   ̈cementerios ̈ de barcos inactivos. Históricamente, esta debacle ecológica arrastrera ha sido financiada con subsidios estatales: combustible exonerado por Recope; incentivo financiero tipo CATs, entre otros.

De los 77 barcos arrastreros que operaban a finales de los años 80 solo 42 de ellos continuaban  operando en el 2004: la explotación arrastrera de camarón semiindustrial empezaba con su autoencallamiento: autoeliminó al 45% de su flota, las prácticas depredadoras inherentes a su tecnología de explotación pesquera empezaban ya entonces a cobrarles en términos de sostenibilidad ecológica-económica. Al año 2013, de aquellos, solo 1/3 (26) continuaban operando. Cierto, no obstante la composición los desembarques actuales de dicha flota denotan que de no ser ya por la captura de pescado como recurso meta -otrora fauna incidental- más el subsidio estatal al diésel, dichos barcos estarían encallados por extinción de la rentabilidad.

Depredación y estado actual del recurso camaronero: al 2014, de la composición de los desembarques totales de camarón de esta flota arrastrera se desprende importante información: los caladeros de pesca de camarón en aguas someras están agotados, aportan solo un 9%. Pescaderos de aguas intermedias aportan un 20%. Las especies de camarón de aguas profundas contribuyen con un 8%. El restante 63% está compuesto de un crustáceo (nunida gregaria) que empezó a explotarse en el año 2013 y que los pescadores llaman “chicharra” y que siempre fue considerado como basura en sus faenas de pesca.

Ante el colapso de sus recursos meta que ella ha devastado, la flota arrastrera semiindustrial ha venido autodestruyéndose; hoy, fauna que antes considerada basura –chicharras- conforma 2/3 de sus capturas; y más importante aún por los impactos en poblados costeros: esta flota está intensificando sus faenas en espacios laborales de aguas intermedias (camarón Rosado) donde el recursos de escama históricamente han sido la fuente de sustento de unas 20 comunidades de pescadores que hacen pesca oceánica a pequeña escala de Pargo, Cabrilla y Congrio a lo largo del litoral Pacífico costarricense.

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