Opinión

¿Necesitamos volver a las familias numerosas?

El número de bebés que nacieron en China en el 2016 creció un 7,9% con respecto al año anterior.

El número de bebés que nacieron en China en el 2016 creció un 7,9% con respecto al año anterior. Para quienes buscan el control de la natalidad, esto podría no calzar con sus propósitos; sin embargo, para ese país, este aumento en los nacimientos representa un salto anhelado y planificado.

En total, durante el 2016 nacieron 17,86 millones de bebés en China; fueron 1,31 millones más de niños en relación con el total registrado en el año 2015.

Hacía muchísimos años no nacían tantos bebés en ese país, pues la política del hijo único, vigente desde 1979, provocó una desaceleración muy fuerte y obligada en la tasa de fertilidad.

Mientras una mujer daba a luz a seis hijos entre 1960 y 1965 en China, los nacimientos por mujer bajaron a 1,5 entre 1995 y el 2014, según datos oficiales.

Ahora, el aumento en el número de nacimientos dio tranquilidad en China y se tomó con satisfacción. Yang Wenzhuang, director de división de la Comisión Nacional de Salud y Planificación Familiar, dijo a la prensa que el dato “demuestra que la política universal del segundo hijo llegó a tiempo y funcionó efectivamente”.

Desafíos Demográficos. La pregunta que algunos en nuestro contexto podrían hacerse, en especial las parejas jóvenes, es ¿por qué un país -y no cualquier país, sino el “gigante asiático”- pasa de estimular el nacimiento de un único hijo a dos?

La respuesta está en que la reducción en la tasa de natalidad creó para esta nación muy serios desafíos demográficos.

Hoy, China se enfrenta a un rápido envejecimiento de su población y a una notable disminución de la población en edad de trabajar; eso además, creó más presión sobre los sistemas de atención médica e incrementó la demanda de los servicios sociales para las personas mayores.

La situación, no obstante, no es exclusiva de China. Es un fenómeno que inició hace varias décadas en Asia, y con el paso del tiempo se extendió primero a Europa y luego al resto del mundo. Solo el continente africano parece estar lejano –por ahora- de su impacto.

Se reproduce asimismo en Costa Rica. El Vigésimo Informe del Estado de la Nación, divulgado en el año 2014, advirtió que en nuestro país la dinámica demográfica ya tiene transformaciones en la estructura por edades de la población.

La principal transformación –señala el Informe- tiene que ver con la reducción de las personas más jóvenes y el consecuente aumento de las personas en edades avanzadas.

Las transformaciones en la dinámica demográfica nos están llevando a que cada vez más irá cediendo el llamado bono demográfico, que es la proporción entre personas menores de 15 años y las personas mayores de 64 años, y a partir de este año, el país empezará a sentir con mucha más fuerza la presión demográfica de tener más adultos mayores.

Las estimaciones indican que alrededor del año 2040 la dependencia se invertirá y empezarán a predominar las personas de 65 años y más.

Fortalecer la familia. Los costarricenses estamos a tiempo de tomar medidas ante el cambio demográfico. No sería lógico que avancemos con acciones, como el control de la natalidad o el desestímulo a las parejas jóvenes, que otros países tomaron algunos años antes que nosotros, y que hoy, por el contrario, están revirtiendo.

Deberíamos, más bien, invertir en la familia y protegerla, promover desde el Estado y sus instituciones, políticas que apoyen la maternidad; motivar acciones de apoyo a los adultos mayores, fortalecer el matrimonio, legislar en el tema de la conciliación entre el trabajo y la familia, y afirmar condiciones que estimulen a las madres trabajadoras, entre otras.

El futuro de Costa Rica dependerá de cómo afrontemos los desafíos de las transformaciones demográficas, dependerá de que las familias puedan elegir libremente si quieren o no ser numerosas, y de que logremos un pacto social para generar políticas y acciones que protejan a las familias.

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