Opinión

Momento de cambiar nuestras prácticas personales

Ya no sé quienes somos, ya no sé qué nos define como país ni como seres humanos. Un año ha hecho que considere que nuestra identidad se ha desvanecido y que yo considere que somos algo pero que no somos parte de la nada a la vez. Lo que en algún momento tenía significado fuera de la cotidianeidad del estudio y el trabajo, como lo han sido las reuniones de amigos, la celebración de los cumpleaños, o yéndonos al sentir patrio reflejado en las fiestas nacionales como lo han sido las fiestas patronales, el desfile de la Luz y demás actividades, ha pasado a un segundo plano por la situación sanitaria actual. El estudio y el trabajo han dejado de tener significado, si esto significa solamente conectarme frente a un computador para atender a la clase virtual o ser parte de una reunión.

Ya lo decía Byung-Chul Han en su libro La desaparición de los rituales, anterior a la pandemia y que viene a reforzar su pensamiento en la condición de alarma en que hemos perdido la unión comunitaria, absorta y vaciada por la supervivencia del yo mismo.

Esta situación que vive el país refleja una verdad y es que mucho de lo que hoy se sufre es consecuencia de la proximidad física en la que vivimos uno con los otros pero hueca en su significado. Ese sentido de pertenencia que cuando existe no nos encapsula en nosotros mismos, sino que se expande más allá del ser y encuentra respuesta en el mundo. Los signos y síntomas en la medicina refieren a que hay algo que en el cuerpo no está funcionando bien. De igual forma sucede en la sociedad. Reflejo de que no es posible aguantar este desenfreno en el que se vive. De ahí que el cambio se da en las situaciones en las que no hay vuelta atrás.

Aprender a vivir con incertidumbre y contar con la adaptabilidad a nuevas situaciones, sean de corta o larga duración, será el futuro de lo que nos depare. Va a ser difícil esperar que exista ya un camino trazado para el vivir cotidiano. La realidad cambiará día con día y las respuestas al cambio serán vitales para demostrar el carácter de quien sigue en pie. De ahí que el ciudadano promedio deberá contar con herramientas que lo hagan desempeñarse en una sociedad; sin que sea posible entender que las únicas respuestas para el desarrollo tengan tonalidades blancas o negras.

La resiliencia para compartir los embates será vital en lo que debamos afrontar como humanos. No todo lo que hemos vivido en los últimos meses ha sido malo. Ha sido posible observar que los centros de tráfico social llámense carreteras, centros educativos, aeropuertos no han encontrado colapso alguno cuando ha existido el orden de por medio. Lo que antes de la pandemia de COVID-19 eran dolores de cabeza del día a día, ha sido posible considerarlos como solventados cuando hay una aspiración superior.

Quienes hemos estado sobreviviendo a este momento coyuntural Mundial hemos sido partícipes de cambios a nivel personal y también externos en el diario convivir. La tarea será que la generación futura –que solamente escuchó de los años en que la pandemia afectó– cuente con las herramientas suficientes, así dispensadas por quienes sí la vivieron.

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