Opinión

Mi visión del cristianismo

Acabo de leer el artículo “El cristianismo y la dominación ideológica”, de Pablo Chaverri (Semanario UNIVERSIDAD, N.° 2340, p.25), y eso me motivó a escribir estas líneas.  Como cristiano católico, percibí un sentido perverso y pesimista en ese artículo, con respecto al origen y “función” de esta religión. Por supuesto que toda opinión es respetable, y por eso mismo quiero expresar la mía.

Toda religión es una forma de entender el encuentro entre el ser humano y Dios, o cualquier tipo de ser supremo, en cada cultura. Una de las posibles etimologías de la palabra religión es el verbo latino religare, que significa “atar fuertemente, vincular”, lo que hace referencia a la “religación” del ser humano con la trascendencia.

Todos los grupos humanos a lo largo de la historia han tenido algún tipo de religión, por lo que existe un binomio inseparable entre especie humana y religión; aunque por supuesto que cada persona puede aceptar o no las creencias de cada religión. Es decir, existe libertad para ejercer o aceptar la religión (ser creyente), o para no aceptar la existencia de un ser supremo (ser ateo), o para no cuestionarse si existe o no dicho ser supremo (ser agnóstico).

Sin embargo, considerar que una religión en particular (cristianismo), o todas las religiones, son perversas y manipuladoras, cuyo fin es la dominación ideológica de las sociedades, me parece un extremo que no se ajusta a la realidad. Esto a pesar de que, a lo largo de la historia, por supuesto que ha habido extremos de toda índole, tanto de parte de todas las religiones, como de los sistemas políticos, sociedades, ideologías, o grupos humanos. Toda organización, religión, cultura, persona, tiene sus “luces y sombras”. Además, hay que considerar que ha habido y hay actualmente una gran diversidad de “cristianismos”, por lo que no es posible hablar de un solo “cristianismo”.

Una visión extrema, como la que se presenta en el artículo supracitado, es como pretender juzgar que todo tipo de agricultura es nefasta para la humanidad, basado en que en una finca productora de piña contaminó un río con un plaguicida; o juzgar que la Universidad de Costa Rica no sirve para nada y debe ser clausurada porque unos investigadores que laboran en ella publicaron un libro que está lleno de errores, o que la política de Angela Merkel no es confiable pues responde a los intereses de Hitler. Las visiones extremas no conducen a nada, porque carecen de objetividad. Como profesor universitario, siempre intento inculcar en mis estudiantes la visión holística, el tener en cuenta todas las aristas de cada situación o fenómeno; creo que esto es más útil y constructivo.

Por mi parte, puedo decir que el cristianismo ha sido fuente de crecimiento y liberación personal, me ha dado un sentido para la vida, me ha brindado un sentido de comunidad, me ha abierto a lo mejor del ser humano: el amor, la belleza, la compasión, el perdón, la justicia, la misericordia, la benevolencia, el ser magnánimo, la comprensión, la solidaridad, el saber enfrentar las dificultades, el sentido de la dignidad humana, el valor de la persona, el respeto a todos, el sentimiento de saberse sostenido por algo que es más grande y duradero que todo lo que se puede ver, el sentido de humanidad y de fraternidad universal.

Hace poco escuché con sumo placer, como todos los viernes, al Dr. Constantino Urcuyo, dedicar su programa en Radio Universidad a explicar y alabar la última encíclica del Papa Francisco, llamada Fratelli tutti (Todos hermanos). El Dr. Urcuyo manifestó que, a pesar de que él es agnóstico, reconoce que le impactó muy positivamente este documento, y exhortó a la Iglesia a que se difunda ampliamente su mensaje, por la esperanza y visión de futuro que aporta a las sociedades en este momento de pandemia y grandes tribulaciones en el mundo. Me uno a este llamado, pues creo que esta encíclica es un nuevo y valioso aporte del cristianismo a la humanidad.

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