Opinión

Sobre machos alfa, predisposición genética y selección

En la edición del 6 de diciembre de 2016, el Semanario UNIVERSIDAD publica el artículo "Genoma y política" del Doctor Oswaldo Gutiérrez

En la edición del 6 de diciembre de 2016, el Semanario UNIVERSIDAD publica el artículo “Genoma y política” del Doctor Oswaldo Gutiérrez, el mismo integra temas biológicos y de comportamiento social, estableciendo puentes entre las ciencias naturales y sociales. Esta integración es claramente válida ya que los seres humanos somos simplemente un animal más (el Homo sapiens sapiens), ciertamente con una complejidad cerebral y sociocultural inédita en la evolución biológica sobre la tierra, pero al fin y al cabo solo un animal más. Celebro la valentía del Dr. Gutiérrez por avanzar en el abordaje público de estos temas, ya que han sido poco tratados en el medio académico costarricense.

Me permito la licencia de hacer algunas aclaraciones acerca de algunos argumentos expuestos en el artículo. Señala el Dr. Gutiérrez que “en toda manada, el macho alfa, el cual copula con las mejores hembras para procrear las mejores crías, tiene además un séquito de machos secundarios; necesario, por ejemplo, para la cacería en grupo”. Señala además que esta sería “una estructura social bien diseñada”, presente “desde los mamíferos menores, hasta los primates”.

Al respecto debe aclararse que si bien es cierto las estructuras poligínicas (un macho dominante que copula con varias hembras) están presenten en muchos mamíferos y en primates como los babuinos y los gorilas, no es cierto que esta sea una estructura universal. Solo al considerar los primates, existe también monogamia (como los gibones), estructuras grupales de codominancia entre machos y hembras (como en los bonobos) e incluso poliandrías (una hembra copulando con varios machos, como en ciertos primates del orden de los calitrícidos). La estructura de poder y el sistema de apareamiento de una especie resulta dependiente de condiciones filogenéticas y socioecológicas, siendo las poliginias solo una posibilidad entre otras.

En el caso de los seres humanos, las investigaciones de Robin Dunbar, John Manning y Rafael Wlodarski han sugerido que los rasgos promedio de la especie humana estarían entre los propios de una especie poligínica y una especie monógama cooperativa, aunque lo cierto es que los estudios antropológicos y sexológicos han descrito toda la diversidad posible en el comportamiento sexual humano: desde monogamias cooperativas, monogamias por control de la pareja, promiscuidad, poliginias y poliandrías.

Adicionalmente psicólogos evolucionistas como Patricia Hawley y Geoffrey Miller han realizado investigaciones que sugieren que la selección de las hembras humanas por un fenotipo masculino “dominante” es un mito, y más bien las características cooperativas, morales y de buen trato tienen una mayor importancia en la selección sexual humana. Se podrían lanzar hipótesis o especulaciones acerca de que los criterios de selección sexual femenina podrían cambiar a lo largo del desarrollo, pero esto requiere ser más investigado.

No es cierto, además, que los procesos de selección estén “genéticamente programados” de modo totalmente automático y sean insensibles al contexto. Si bien es cierto existen rasgos que pueden reflejar calidad genética (como la simetría facial o la estatura) y que podrían ser percibidos como atractivos por una pre programación innata, los procesos de selección sexual ocurren en dinámicas sociales en las cuales se pone en juego la competición con otras congéneres y, desde un punto de vista de desarrollo, seguramente existe además un papel del aprendizaje en las relaciones con el sexo opuesto.

Concuerdo en las últimas apreciaciones del Dr. Gutiérrez. Tenemos predisposiciones heredadas que determinan nuestro comportamiento, incluso nuestro comportamiento social. Debemos estudiar y conocer estas predisposiciones. Como escribía el antropólogo Jerome Barkow, la biología será nuestro destino solo si la ignoramos.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido