Opinión

Los jardines prohibidos de la UCR

Las fincas 1, 2 y 3 de la UCR en Montes de Oca han sido durante décadas, para miles de personas de todas las edades, el lugar para su ejercicio físico, relajación mental, disfrute de la naturaleza, aire limpio y tranquilidad. En febrero del 2015 la Finca 3 o Instalaciones Deportivas, abierta históricamente todos los días, fue cerrada los domingos, feriados y las vacaciones de Semana Santa y fin de año, sin consideración sobre la importancia de la función integral de estos terrenos para la salud pública, en especial para personas sin recursos para pagar un gimnasio o un paseo lejos, y menos para terapia psicológica para lidiar con los males de la vida diaria urbana.

Debido a la pandemia, hace más de 8 meses todas estas fincas fueron cerradas para el deporte, todos los días, aunque la vigilancia y el mantenimiento de las áreas verdes ha continuado. Conforme se ha ido dando la apertura gradual de actividades de todo tipo, como bares, restaurantes, hoteles, deportes de contacto, quedamos a la espera de la noticia de la apertura de estas fincas, lo cual no ha sucedido, pese a múltiples solicitudes a la Rectoría y al respaldo de muchas firmas de personas afectadas. Mientras tanto, se agota la salud de la población, lo cual pone en cuestionamiento este cierre, más aún cuando ya incluso los parques municipales abrieron.

Lastimosamente no se puede comparar la función de los parques municipales, de dimensiones reducidas y llenos de cemento e infraestructura, con las grandes extensiones arboladas de los terrenos de la UCR, especialmente el sendero de tierra de las Instalaciones Deportivas, donde se puede realizar ejercicio físico básico de fondo, como caminar y correr largas distancias sin riesgos. Lo anterior es básico y necesario para contrarrestar los efectos nefastos en la salud causados por el confinamiento en casas y apartamentos a veces muy pequeños, situación en la que proliferan diversos males, desde obesidad hasta problemas anímicos, sobre todo en niños y adolescentes, población adulta mayor y personas con discapacidades diversas. Estos efectos incluyen, además, casos de violencia doméstica, en especial contra niños, mujeres y personas indefensas. En fin, el costo psicológico y físico para la población es inmenso, por lo cual es más reprochable aún la actitud de las autoridades universitarias, alejada de la realidad diaria de la población, al mantener el cierre de estos espacios públicos.

Se sabe que la pandemia no va a cesar, y se esperaría que las instituciones del gobierno, incluidas las universidades públicas, sean proveedoras de remedios y políticas para contrarrestar los efectos negativos mencionados. Sería un gesto solidario abrir estos espacios, en lugar de adoptar una posición burocrática de exclusión, con el perjuicio para miles de personas que urgen de espacio libre para mantener su salud en estos momentos de calamidad.  Es bien sabido que en espacios abiertos y con ventilación natural, y manteniendo ciertos protocolos y distanciamiento entre las diversas burbujas sociales, los riesgos de contagio son prácticamente inexistentes.

Se acerca el fin de año y las vacaciones escolares, colegiales y universitarias, y, con más razón, es más urgente la apertura al menos de la Finca 3, dada la amplitud de sus áreas verdes y senderos. Debido a la situación económica agravada por la pandemia, la cual no es sufrida por los funcionarios de la UCR, pero sí por miles de otras personas, habrá muchísima necesidad de este espacio ante la imposibilidad de mucha gente de salir de la ciudad en busca de naturaleza, descanso, salud y deporte, por lo que dependerá de la disponibilidad de estos espacios verdes el que esta población pueda sobrevivir medianamente saludable durante estos tiempos difíciles. Permitir a la población el disfrute de aire puro, el canto de los pajaritos y el contacto con la naturaleza sin carros, sin peligro de atropellos y sin ruido, sería el regalo de Navidad más grande.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido