Opinión

Los errores de Ortega y de Atilio Borón

Atilio Borón ha planteado (“Nicaragua, la revolución y la niña en el bote”: Aporrea, 17/07/2018) algunas apreciaciones con las que enfrenta a quienes “piden la destitución del presidente nicaragüense”.

Atilio Borón ha planteado (“Nicaragua, la revolución y la niña en el bote”: Aporrea, 17/07/2018) algunas apreciaciones con las que enfrenta a quienes “piden la destitución del presidente nicaragüense”. Esta es la apreciación: “el gobierno de Daniel Ortega cometió un gravísimo error al sellar pactos tácticos con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional (sic) sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz”. La comisión de estas acciones del régimen –en su forma y contenido– no afectan a quien las ejecuta porque, al margen de ellas, su actor continuará siendo un gobierno popular y revolucionario que amerita defenderse. Cuando califica de “error” políticas substantivas en la consolidación del Estado nicaragüense, el autor establece con ello una substancialización, una esencia que nada puede alterar. Ni siquiera los “errores” que pueden ser, según admite, múltiples, graves, gravísimos e, incluso, groseros alterarán ya esta esencia decretada, porque siempre serán eso: “errores”.

El primer “error” señalado es, ni más ni menos, sellar un pacto táctico con los enemigos históricos. La cursiva puesta indica que el autor es consciente de la dificultad de caracterizar de “táctico” un pacto de tan largo alcance y de consecuencias tan serias –“con los enemigos”–, y relativiza el calificativo con la cursiva, pero se limita a ponerla; su supuesta conclusión la ignora. No obstante, evita el rechazo que de entrada provocaría calificar así el establecimiento del aparato de control de la sociedad civil que la convirtió en una prolongación del Estado. Resulta un error “táctico” el establecimiento de un pacto férreo y sostenido –sin plazos ni condiciones de caducidad– que ha conservado el Estado explotador y represivo que –bajo distintas formas– Nicaragua ha padecido a lo largo de su historia.

El siguiente “error” que no puede evitar enumerar es el carácter autoritario con que el Gobierno emprende sus acciones y decide el rumbo de la sociedad; esto es la forma como generó ese “pacto” social mencionado “sin consulta previa a las bases”. Reconoce por tanto la generación de un estado carente de las condiciones que posibiliten la interpelación popular. La protesta social contra las condiciones misérrimas que el “error táctico” impone al pueblo –la rebaja en las escuálidas pensiones, por ejemplo– se reprime.

Y finalmente, el tercer error: el “actuar” en la Reserva Biológica de Indio-Maíz; esta destrucción ecológica que igualmente –consistente con el anterior error, no fue propuesta, sino impuesta– se ejecuta reprimiendo al pueblo presente y futuro. La naturaleza es una manera de referir el cuerpo inorgánico del futuro pueblo. Resulta interesante que aquí el autor considere que este “error” le resulta una “incomprensible desaprensión”. Le salta a la cara la incapacidad del régimen para verse interpelado por las necesidades concretas de su pueblo, con el cual reconoce que guarda “desaprensión”. Se percata primero de esta carencia de empatía, y luego confiesa que le resulta incomprensible. Sin embargo, ello no lo conduce a revisar su inamovible “conclusión”. Resulta incomprensible solo cuando se establece como verdad lo que precisamente está en cuestión:  la existencia de un proceso emancipador o revolucionario en Nicaragua.

Además, agrega, esta alianza “hipotecó la tradición revolucionaria del sandinismo”. Interesante vocablo tomado del mundo financiero: “hipotecó”. Con ello facilita que las acciones en cuestión sean “errores”, y evita el empleo de un término quizás más apropiado: “traicionó”. Otorga credibilidad a su “conclusión-premisa” pues el término “traición” no admite un carácter táctico ni estratégico; es traición no más.

Finalmente declara “todo lo anterior no significa obviar los graves errores del gobierno de Daniel Ortega”; sin embargo, nunca explica qué diantres será lo que significa entonces. Si defender el régimen Ortega-Murillo apelando a razones geopolíticas no significa “obviar los graves errores”, entonces ¿qué significa? La conclusión era una petición de principio.

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