Opinión

La sensibilidad económica de un buen poeta

Corría la década de los años 20 del siglo pasado cuando Nicaragua estaba invadida por los soldados estadounidenses.

Corría la década de los años 20 del siglo pasado cuando Nicaragua estaba invadida por los soldados estadounidenses. Un buen poeta de ese hermano país, don Salomón de la Selva,  vagaba en el exilio por oponerse con sus escritos a dicha  invasión y por apoyar a don Augusto César Sandino con su gesta. Su exilio lo llevó, entre otros, a nuestro país, donde colaboró para el reconocido Repertorio Americano que dirigía  nuestro prócer García Monge. En esos días la  poetisa Gabriela Mistral se entrevistó con él en Puerto Limón y reconoció “la delicada sensibilidad, la erudición y la valentía” de los escritos y la poesía de don Salomón.

Un bello poema suyo de esa época nos da algunas pistas interesantes sobre el quehacer económico y su relación con el dinero…

“En Nicaragua, mi Nicaragua/¿Qué pueden comprar ustedes con un centavo?/Una canasta de jocotes, un cántaro de barro/Un rosario de cuentas de coral/Y la oración de un sacerdote.//

¿Y por dos centavos nuevos?/La más extraña música nunca oída/De la frágil y diminuta garganta/De un pajarito de barro/Y con mayor tesoro les daremos/ La palabra de un patriota.//

¿Y por cinco centavos?/Por cinco centavos brillantes/ Un hombre puede comprar su lote de tierra /Una grande, profunda mina de oro /Un bosque creciendo alto/una pequeña casa con tejado rojo/ Y un río pasando cerca.//

Pero por el dólar, el cerdo dólar/La verdosa lepra de aquellos/Solo odio obtendrán/ De todo mi pueblo y de mí/ Así es que guarden el dólar con ustedes /!Y déjennos en paz!

Lo traigo a colación  porque los poemas tocan aspectos medulares de la psiquis de los pueblos y nos hablan al oído profundo para que podamos, tal vez,  rescatar un conocimiento trascendental.  Este en especial, aborda de manera poética  el pensamiento ecologista sobre  una economía ambientalmente más sana y socialmente más justa. Si se trasciende la rabia que evidentemente encierra el último verso disparada a partir del daño que significa para la institucionalidad  y la dignidad de un pueblo una invasión militar, tenemos algunos elementos sugestivos.

Nos habla del “noble valor del dinero” al servicio de acomodar de manera justa la distribución de recursos y ponerlos al servicio del ser humano. Una economía que permite a todos adquirir bienes vitales como alimentos nutritivos y artículos útiles Una economía que permite lo sagrado y que permite el arte nacional. Una economía  que con un esfuerzo de acumulación permite una  casa “con río pasando cerca” y “un bosque creciendo alto”…!!, algo demasiado extraño e inalcanzable para la gran mayoría de  jóvenes de hoy en día. Pero sobre todo nos habla de  una economía libre de la dependencia de monedas extranjeras que tantas guerras generan por el mundo y libre del supuesto libre comercio  que tantos artículos de mala calidad, inservibles y contaminantes hace circular.

Un poema sutil que nos invita a una reflexión necesaria sobre para qué queremos nuestra economía y nuestro dinero, nuestro colón. ¿Realmente queremos una economía basada en  exportaciones de piña a un costo ambiental y humano alto para poder sufragar  los lujos de unos pocos? ¿Realmente queremos un colón igualado que permita un comercio superfluo que nos va a llenar hasta reventar en las navidades de baratijas que a vuelta de la semana ya van a estar en el basurero? ¿Realmente necesitamos importar tanto veneno en tarritos con etiquetas y sofisticados nombres de medicinas cuando aquí estamos dejando pasar  un conocimiento tradicional para mantenernos sanos basado ante todo en una alimentación sana y diversa. A nuestro colón… cuyo sustento real se encuentra en la biodiversidad y riqueza de nuestro terruño y sus aguas y en  la capacidad de nuestras mentes y habilidades realmente solo le necesitaríamos pedirle buena comida y buen techo y buena educación y salud… buen vivir como dicen nuestros pueblos autóctonos!!!

 

 

 

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