Opinión

La NOBIENAL

Claude Levi Strauss nos acerca al tema de la inclusión y la exclusión, al aportar el concepto de “etnocentrismo inmediato

Claude Levi Strauss nos acerca al tema de la inclusión y la exclusión, al aportar el concepto de “etnocentrismo inmediato”1, con el que da cuenta de la realidad desde la categoría de pertenencia, del “estar dentro – estar fuera del círculo”. Círculo que delimita quién participa y quién no de la virtud humana.2 En el caso del arte quién participa y quién no de ´la virtud del arte´.

En ese entorno de “estar dentro – estar fuera del círculo”, se presenta la convocatoria de la BIENARTE 2016, de Empresarios por el Arte en Costa Rica. Certamen que busca encontrar y premiar a los ´mejores´ representantes de la ´virtud del arte´ en el país, con miras a la Bienal Centroamericana. Mas en esta ocasión, errando su cometido, hace una convocatoria de tipo exclusiva, poco participativa y antidemocrática. Donde solo aquellos artistas que cuentan con la representación de una galería, una galería eso sí preseleccionada por la Organización del evento, puede someter su obra a escrutinio por parte de la Juez escogida para el cometido curatorial.

El cometido de una bienal de arte es mostrar a un colectivo lo mejor de su propia autorrepresentación, aquellas propuestas de arte visual que tienden a reflejar los contenidos manifiestos de un tiempo y espacio social; sin caer en contradicciones lógicas, haciendo una acertada aproximación a un mundo de la experiencia posible donde el otro reconoce y se reconoce, y que al ser comparado con otros sistemas de representación visual tenga la cualidad de mostrar el mayor rendimiento.

Con tal suerte de acercamiento al concepto que una bienal de arte implica, surgen múltiples fricciones que no se salvan con la estructura de “círculo de pertenencia” que propone BIENARTE 2016 a las y los comunicadores visuales de nuestro entorno país.

Ciertamente, es a criterio de este servidor, que el desarrollo endógeno del arte visual en Costa Rica, está algo distante de los requerimientos de función sistémica del entorno global, y que las y los artistas costarricenses han venido demarcando un mundo de la experiencia posible desde sus cotidianidades y materialidades y plasmándolas plásticamente.

Es, por ende, que me atrevería a decir que artistas desde ya excluidos de la BIENARTE 2016, como Marco Chía, último depositario de la mejor escuela de Dinorah Bolandi, no necesita estar representado por ninguna galería preseleccionada para exponer acertadamente la inestabilidad del sistema social que le atañe.

Que autoras como Muñecas Chinas, quienes exhortan la banalidad de la legalidad jurídica en una puesta performática altamente estilizada, con una simbología fácilmente reconocible a través del objeto sacro, practican la más pulcra representación de su entorno.

Que colectivos como Ministra, los “Rembrandt” del arte mural en Costa Rica, ni siquiera tienen la necesidad de presentarse públicamente en los eventos de los que participan, porque sus propuestas plásticas superan por mucho todo lo que hasta el momento se ha hecho en esa área en el país, incluso por aquellos artistas representados por una galería preseleccionada.

Que proyectos como Samaritan Performance, reflejan con fidelidad el entorno de violencia con que la biopolítica del capital impone sus criterios a espaldas de los sujetos, con el auspicio de tal o cual espacio o sin este.

O incluso donde la disciplina de un Cali Rivera, quien es el mejor representante de América Latina en la pasada Trienal de Arte Textil Letonia 2015, fácilmente genera una conexión , con sus propuestas cargadas de simbologías religiosas, con un interlocutor que se reconoce en el objeto arte, sin versar si el artista está o no representado por una galería preseleccionada.

Es notorio además como el mismo MADC, quien acogerá la Bienal en sus instalaciones, carece de potestad para ofrecer artistas a escrutinio para la muestra BIENARTE 2016. Tal vez porque se conoce de antemano la incorruptible labor en este ámbito del equipo del MADC.

Es, por ende, que hacemos un llamado a todas y todos los artistas visuales, en todas direcciones, a que generen esos conceptos y conexiones que nos acerquen a encontrar esa NOBIENAL, que libere al arte visual costarricense de la amenaza que le ciñe BIENARTE 2016, con su “estar dentro- estar fuera del círculo”.

NOTAS AL PIE: 1)  Ver Levi Strauss, C., La Identidad, ED. Pretel, Madrid, España, 1981.  2) Ver Beniust, J., prólogo íbid. 

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