Opinión

La mente es una computadora

La célula es una máquina con enorme complejidad funcional para cumplir todos los requisitos de una computadora, dado que cumple un propósito existencial: procesar información. A su vez, la información, es en sí producto de un proceso computacional no azaroso, el cual está gestionado por otros dos fenómenos aún más complejos que se alojan en el cerebro humano: la conciencia y el razonamiento. Estos no pueden ser solamente epifenómenos del cerebro pues, si así fuese, el estómago o el hígado también generarían pensamientos. Ninguna idea posee materialidad pero requiere una base material para expresarse, sin que esto signifique que las ideas son solamente productos de la materia que se conforman por azar, pues no tendrían asociados mecanismos de defensa, autoreplicación y corrección de errores, tales como los que surgen por fruto de la inteligencia.

Si la conciencia es producto del lenguaje, primero debe considerarse que no pudo existir lenguaje sin un cerebro completamente preparado para procesarlo. Por ejemplo, una grabadora debería tener además de los medios físicos para grabar sonido (audífonos y cinta magnética), un sistema de codificación que convierta el sonido en datos. Sin la existencia de tal sistema, el sonido sería captado por los audífonos y luego “se perdería”, en otras palabras, no habría registro. Entonces, el proceso mental, además de un sistema de codificación, requiere un sistema de memoria, que distribuye datos en categorías divididas según su significado.

Un sistema inteligente, tiene subsistemas, tales como el cuerpo humano que tiene sistema circulatorio, sistema digestivo y sistema nervioso. Si el cuerpo humano funciona como sistema, cumple un propósito, lo que significa que es necesario e ineludible que los pulmones procesen el oxígeno y el estómago digiera la comida. Si alguno de estos dos componentes llega a fallar, todo acabaría. Cada subsistema requiere del producto de otro subsistema para funcionar, lo que significa que la denominada “autoorganización” de la biología es una forma de macro organización, producto de algún tipo de inteligencia, pues conoce con anticipación el producto y propósito de cada uno de los subsistemas, dado que los coordina. El cuerpo humano, por ejemplo, no es una masa de subsistemas que se van añadiendo con el tiempo, sino que se han acoplado simultáneamente para que el cuerpo tenga vida, pues de lo contrario, la selección natural habría exterminado el organismo por ineficiente.

En un automóvil, no tendría sentido añadir un motor sin tanque de gasolina, dado que el motor no tendría sentido de existencia. Lo mismo se diría si se colocase un tanque sin un motor que haga explotar el combustible. Aún con estos dos subsistemas presentes, un automóvil que carece de llantas resultaría inservible. El automóvil requiere un mínimo de partes que actúen en conjunto para que sea funcional. Si no sucediese de esta manera, el automóvil sería lanzado a la basura por los millones de consumidores que no verían en dicha máquina alguna utilidad, actuando como el equivalente de la selección natural. Se tiene en consecuencia que la inteligencia no sólo es un sistema más en un embrollo de partes que conforman un organismo racional, es el control maestro de los sistemas complejos que definen todo forma de biología.

Queda entonces la duda más opresiva, ¿debe existir una mente antes que un sistema? Si la inteligencia es requisito de la organización en sus niveles más altos, cómo puede preexistir si es un epifenómeno de la materialidad. Se cae en la paradoja del huevo o la gallina, un ciclo que se rompería de existir un código en la naturaleza, por ende, un codificador que venza la entropía.

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