Opinión

Igualdad y equidad de género

Para combatir los efectos negativos de la desigualdad de género debemos reconocer la discriminación institucionalizada contra la mujer.

La discriminación, el machismo y una masculinidad tóxica evitan que nuestra sociedad se desarrolle en equilibrio. Estas manifestaciones del sistema patriarcal impiden que el país alcance la igualdad de género y sobrepase los obstáculos para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

Para combatir los efectos negativos de la desigualdad de género debemos reconocer la discriminación institucionalizada contra la mujer, la que invisibiliza los aportes que ella hace a nuestra sociedad, así como la construcción de la  masculinidad, en especial aquella tóxica que tiene consecuencias mortales. No cabe duda de que todos los efectos negativos en la vida de las mujeres también son efectos adversos en la vida de todos y todas en la sociedad.

A pesar de ser históricamente las mujeres las principales encargadas de la educación y la crianza de los niños en nuestra sociedad, este aporte indispensable se ha desvalorizado y muchas veces se ha abandonado a las mujeres en esta  tarea tan delicada, como si fuera su obligatoria y exclusiva labor. Este fenómeno se agudiza en las familias más pobres del país y en las zonas rurales, donde tradicionalmente la mujer suma a la crianza de los niños y las niñas las labores domésticas y del campo, sin tiempo ni espacios para iniciar oportunidades alternativas para su desarrollo personal.

Se necesitan dos para un embarazo y de la misma manera se necesitan dos para criar a un niño. Esto es central para la equidad de género y para proporcionar una mejor crianza, educación y calidad de vida a niños y niñas, quienes verían en esa cooperación entre padre y madre ejemplos de colaboración e igualdad.

Y como si las labores del parto y la crianza no fueran suficientes, las mujeres también se han visto obligadas a demostrar que son capaces de emprender otras tareas. Ahí hay un problema. Al conversar con mi madre sobre el tema se nota en su tono de voz lo difícil que ha sido ser mujer y madre soltera. Desde la niñez siempre han existido obstáculos para su desarrollo individual que solo se incrementaron al crecer. Los trabajos físicos típicos de la vida rural que no distinguen niño de niña eran solo el comienzo.

Ni para mi abuela ni para mí hubo oportunidades de estudio o desarrollo personal como sí existen hoy en día;  además, a las personas pobres los derechos se les reconocen de último y más aún a las mujeres y a los niños, los más perjudicados por la desigualdad de género. A pesar de todos los retos, dificultades y obstáculos, las mujeres como mi madre continúan aferrándose a su amor y compasión hacia sus hijos para sobrevivir y luchar.

En nuestro caso, los hijos de mi madre crecieron y su hija adolescente se dedica a estudiar y a participar del grupo de baile en su colegio y sí conoce y disfruta de un tiempo libre que lo usa para escuchar Kpopa. Mi hermana hoy  puede seguir sus sueños y pensar con libertad, aunque aún falta mucho por hacer.

Debería preocuparnos a todos la salud, el bienestar, la felicidad y los sueños de nuestras abuelas, madres, hermanas, parejas y amigas. Necesitamos una sociedad más empática donde  juntos, hombres y mujeres, trabajemos por una sociedad más digna y contemos con los recursos necesarios para desarrollar nuestras capacidades y generar programas y políticas públicas inclusivas, que nos permitan, efectivamente, alcanzar el objetivo de igualdad de género de cara  a los demás Objetivos de Desarrollo Sostenible.

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