Opinión

¿Familia o familias?

No existe el matrimonio gay, el matrimonio diverso o el matrimonio LGBTI, pero tampoco existe el matrimonio heterosexual.

No existe el matrimonio gay, el matrimonio diverso o el matrimonio LGBTI, pero tampoco existe el matrimonio heterosexual.  Lo que existe es el matrimonio y punto.

Esta fue, en general, una de las conclusiones señaladas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su reciente Opinión Consultiva OC-24/17 sobre Identidad de género, e igualdad y no discriminación a parejas del mismo sexo.

Así como el matrimonio es uno, la familia también debe serlo.

La Corte Interamericana señaló, en esa misma Opinión Consultiva, que el significado de la palabra “familia” ha cambiado con el tiempo; su etimología no corresponde a su semántica, por lo que se interpreta el concepto en un sentido amplio y flexible.  Esa misma línea la comparte el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y nuestra Sala Constitucional, la cual ha interpretado que la familia constitucional no se limita a la configurada únicamente por el matrimonio.

Actualmente, en la Asamblea Legislativa se discute el proyecto de ley 19.576 que propone la creación del “Día Nacional de la Familia”.  La discusión de los diputados se ha centrado en si debe utilizarse el término “familia” en singular o debe cambiarse por su pluralidad; esto último como apoyo al reconocimiento de la diversidad de los modelos familiares.

No hagamos diferencias donde no las hay: ¿la familia constituida por una pareja heterosexual es diferente a la integrada por dos hombres o dos mujeres?  La Corte Interamericana señaló que, desde la Convención Americana, no es válido establecer una distinción entre ambas figuras pues todas son familia.  La igualdad de derechos se logra al no establecer diferencias; la experiencia reciente nos ha indicado que esas diferencias terminan siendo discriminatorias.

En la Asamblea Legislativa se argumenta que la ONU estableció el Día Internacional de las Familias en consideración de los diversos conceptos, en los diferentes sistemas sociales, culturales y políticos. Sin embargo, esa apreciación no es correcta: la palabra “familias” no hace referencia a una diversidad de conceptos o de modelos, sino que hace referencia a las personas (como es lo usual en las resoluciones de las Naciones Unidas); en nuestro caso, las familias costarricenses (indiferentemente de su configuración).  Este uso de los términos “familia” y “familias” se refleja en los diferentes documentos de las Naciones Unidas.

Igualmente, debe considerarse que no es lo mismo el concepto de familia que su configuración.

Si los diferentes modelos de familia fueran la razón para señalar la pluralidad en la propuesta de ley local, entonces deberíamos considerar lo reducido de nuestro concepto normativo. El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha señalado que los Estados tienen flexibilidad para definir a la familia en cada legislación nacional, de acuerdo con los aspectos jurídicos, religiosos y las costumbres y tradiciones. Precisamente por esa “flexibilidad”, la Sala Constitucional, en el año 2006, resolvió que el matrimonio constitucional es solamente el heterosexual.  El reconocimiento estatal a la diversidad de modelos es muy limitado.

Así que los diputados hacen un flaco favor al reconocimiento de la diversidad de modelos familiares si interpretan que utilizar la palabra “familia” en singular hace referencia directa a aquella configurada por el matrimonio. Por el contrario, debe aceptarse el concepto flexible y amplio que señala la Corte Interamericana.

La configuración de la familia puede cambiar, pero, para la celebración de un “Día de la Familia”, cada persona saldrá de su casa dispuesto a celebrarlo de acuerdo con su interpretación subjetiva de esa figura y su realidad: “mi familia”.

El Comité de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha señalado que, cuando la práctica y la legislación consideran a un grupo de personas como familia, el Estado está obligado a brindarle protección. Por lo tanto, si los diputados realmente quieren apoyar el reconocimiento de la diversidad familiar, más que preocuparse por las palabras, lo que corresponde es crear una nueva normativa de familia que, aparte de considerar a la familia tradicional, brinde protección y derechos a las otras diversas configuraciones familiares.

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