Opinión

El esclavismo del siglo XXI

Costa Rica tiene actualmente un sistema precario laboral, donde persiste un 9,50% de tasa de desempleo abierto

Costa Rica tiene actualmente un sistema precario laboral, donde persiste un 9,50% de tasa de desempleo abierto (INEC, 2016), y, quienes están sintiendo las consecuencias de las decisiones económicas de los últimos gobernantes son los jóvenes profesionales del país, así como el personal no capacitado y el de mayor edad.

Nuestro modelo laboral se encuentra enfocado en pasar tiempo en un trabajo y no en qué tan productivo se es en este.  Además, todos los días, debido a la pésima gestión del Ministerio de Obras Públicas y Transportes y el Gobierno de la República en materia de infraestructura, las personas pasan de una a dos horas en presas. Estas generan un componente de estrés extra que influye negativamente en la productividad de cada colaborador.

Y, para hacerlo más interesante -o mejor dicho estresante-, los departamentos de Recursos Humanos del sector empresarial del país (especialmente el privado, pues el público es inaccesible sin tener contactos) solicitan, en su mayoría, perfiles inalcanzables, donde se buscan profesionales jóvenes (de 24 a 35 años) con 10 años de experiencia, título profesional, vehículo propio, y bilingüe (no me extrañaría, de continuar así, que se iniciaran las solicitudes de políglotas).

Acá inicia un problema de oferta-demanda en el mercado laboral, ya que hay tan pocas oportunidades laborales para las personas, que muchos optan por las denominadas “prácticas profesionales” o pasantías (que ahora las maquilas modernas denominan internships, para que suene más serio y les dé credibilidad sobre la explotación que hacen de nuestros profesionales).  Estas últimas se disfrazan de oportunidades para aprovecharse de los estudiantes que se egresan de nuestras mejores instituciones de educación superior (las cuales todo el pueblo subsidia), pues en muchos casos se les hace una “contribución” (no es un salario por ende se encuentra libre de cargas sociales) y de esta manera ciertos costos se trasladan a la institución de educación superior de donde el estudiante se encuentra realizando su “práctica profesional”.

Ahora, la pregunta en realidad sería: ¿Por qué esto es así? Ciertamente, el Ministerio de Trabajo tiene mucho que ver debido a su ineficiencia en la regulación y fiscalización de las condiciones laborales del país, además de la enorme, exorbitante y magna diferencia entre los salarios de los empleados públicos y los privados.  Por ejemplo, ingenieros graduados del ITCR ganan salarios por debajo del mínimo enmascarados como contribuciones a las prácticas (porque no tienen experiencia laboral por haber estado estudiando 4-6 años) y, por otro lado, ciertos empleados públicos en cargos de secretariado poseen salarios reportados de más del doble del salario mínimo para un licenciado universitario.  Pero este es un tema para otro artículo.

Por ahora es mejor enfocarse en el estado de la economía del país que precisamente fomenta cierto tipo de inversión extranjera que impulsa la situación comentada anteriormente.

Para entender un poco este fenómeno, primero se analizará cómo se encuentran empleadas las personas en Costa Rica.  En el Gráfico 1, se puede observar el porcentaje de la población empleada (tanto formal como informal) por sector, tomando en cuenta los cambios poblacionales trimestrales.

Antes de continuar el análisis, es importante aclarar que el INEC estudia el sector primario como aquel que incluye la ganadería, agricultura y pesca.  El secundario incluye industria manufacturera, construcción, explotación de minas y canteras, suministros de electricidad, gas, vapor y aire acondicionado, suministros de agua, evacuación de aguas residuales y gestión de desechos y contaminación.  Por último, el de servicios representa el comercio y reparación, transporte y almacenamiento, hoteles y restaurantes, intermediación financiera y de seguros, actividades profesionales y administrativas de apoyo, administración pública, enseñanza, salud, información y comunicaciones, actividades inmobiliarias, actividades artísticas, de entretenimiento y recreativas, actividades de organizaciones y órganos extraterritoriales, otras actividades de servicios y hogares como empleadores.

Como se puede observar, los cambios porcentuales son muy poco pronunciados, lo cual denota el poco rumbo que ha tenido la economía costarricense desde 2010.  Actualmente, hay una pronunciada oferta en el sector de servicios, por sobre el sector primario y secundario.  A pesar que desde 2013 hay un cambio mayoritario hacia emplear personas en estos dos sectores, el cambio en la tasa de crecimiento es muy pequeño en cada trimestre como para observar cambios en la matriz de empleo del país.

Esto implica que Costa Rica ha venido trabajando en una desindustrialización un poco prematura que ha disminuido considerablemente su posibilidad de crecimiento debido a la debilitación de las exportaciones.  En el Gráfico 3 se observan los datos de la balanza comercial exterior desde 2010 a 2016, y el país no puede mejorar sus condiciones laborales si no hay una mejora en las exportaciones como tal, pues la economía presentará cambios muy pequeños (comparados, por ejemplo, con el enorme crecimiento de Irlanda de 7,8% a 26,3% en 2015).

Efectivamente, importamos mucho más de lo que exportamos, y eso es un problema si queremos que el país realmente crezca a nivel económico.  Esto es precisamente el resultado de solamente buscar inversión extranjera para el sector de servicios que mantiene el desempleo en un valor relativamente constante. Pero acá la pregunta no es si hay desempleo o no, sino más bien qué tipo y qué calidad de empleo y de vida le damos al pueblo del país.

Sin embargo, no solamente es exportar más, porque en realidad la balanza comercial se mide en dólares, no en masa ni en volumen.  Costa Rica necesita exportar mucho más valor.  Esto se puede generar fortaleciendo tanto al sector primario como el secundario, donde las materias primas del país se puedan transformar en productos con valor agregado que se puedan posicionar en los mercados con mayor poder adquisitivo del planeta.  De nada nos sirve pensar que vamos a exportar materias primas como banano, café y piña en mercados que son muy volátiles y que generan rentabilidad mediante economías de escala.  Y es risible pensar en economías de escala en un país con únicamente 51.100 km2 (hay fincas de soya de mayor tamaño en Brasil, para que hagamos una comparación más realista).

En este punto es donde los padres y madres de la patria deben tomar decisiones consistentes y contundentes sobre nuestro rumbo económico, ya que si se realizara un modelo que fomente precisamente optar por transformar nuestras materias primas utilizando a los profesionales de altísima calidad que tenemos en el país, y que en definitiva tenemos desatendidos (no se asombren si la situación continua así e inicia una emigración de cerebros del país a otros lugares como Canadá, Australia, etc.) existiría una mayor probabilidad que el tema de empleo mejore sustancialmente para todos los sectores demográficos.

Y esto es relativamente posible, pues el país tiene una excelente imagen a nivel internacional, y además de insumos como Esencial Costa Rica y Procomer, así como otras herramientas: paz social, calidad de electricidad, agua, seguro social y educación superior de calidad.

Acá es donde tenemos una enorme oportunidad para hacer crecer a nuestro país, fomentando desarrollo en las zonas rurales y emigración hacia estas (que de paso disminuiría la congestión vial de la GAM) para generar con nuestras materias primas productos con valor agregado y traer la balanza comercial exterior hacia los números positivos.

La consecuencia de esto es una apreciación del tipo de cambio –ceteris paribus-, mayores ingresos para el Estado (que abre la posibilidad de mayor inversión pública), un mercado laboral mucho más diverso (porque en Costa Rica si no se es ingeniero en sistemas, contador o analista financiero olvídese de crecer en la empresa privada) y la posibilidad de mejorar las condiciones laborales de todo el pueblo.

Sin embargo, actualmente dejamos que estos recursos se desperdicien enriqueciendo empresas transnacionales (que también son realmente importantes pero no solo este tipo de inversión debe fomentarse) y haciendo infelices a nuestros profesionales, que sienten muchas veces que su país les ha abandonado, empezando porque ni siquiera nuestra voz es escuchada, pues nuestra cultura lo que idolatra es la “experiencia” o las “canas”, sin importar qué tan ridículas o estúpidas puedan ser las ideas que esta experiencias exhiban, y la demostración de este argumento se encuentra representado en Cuesta Moras y en los 57 miembros que no hacen más que buscar los beneficios de sus partidos a expensas de un pueblo que cada vez se incomoda con su accionar.

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido