Opinión

El valor formativo del “No”

En su Panfleto antipedagógico, el profesor Ricardo Moreno, matemático y docente catalán, comenta: “Pareciera que la abundancia material, en la que viven hoy muchos jóvenes y sus padres, ha suprimido la palabra “No” del di-ccionario”.

Todos, pero sobre todo los que somos un poco más viejos, sabemos que la vida de un individuo se debate, cotidiana y dialécticamente, entre unos y unos No.

En materia de decisiones no hay recetas y los caminos se bifurcan. Solo por experiencia, sabemos que muchas veces tomar partido por unos van produciendo otros , pero también, en otras ocasiones, su efecto puede ser un No rotundo y tajante. Por otro lado, solo jugando la apuesta, entenderemos que algunos No producen unos más vigorosos y efectivos.

Intuimos, por ejemplo, que decisiones tales como “No volveré a fumar”, o bien, “No permitiré más agresiones de parte de esta persona”, generan consecuencias muy positivas entre quienes las asumen en sus vidas. Hasta el estudiante más flojo, se daría cuenta que la consecuencia inmediata de la decisión “No gastaré más tiempo en videojuegos, pues, si estudio un poco más, mejoraré mi rendimiento”, jugará un papel significativo en su desempeño y aprovechamiento escolar.

Cuando la toma de estas decisiones pasa desapercibida para nosotros, algunas terceras personas (padres, amigos, jefes, docentes, etc.) podrían jugar un papel importante en la modificación de ciertas conductas que nos afectan.

En mi rol como docente, a veces resulta muy desolador el hecho de que muchos padres justifican las faltas de su hijo o hija argumentando que el “castigo”, por pequeño que sea, es siempre desproporcionado y poco formativo. Una simple boleta por faltar con materiales, una amonestación escrita por molestar en clase, una llamada fuerte de atención por no acatar las reglas establecidas, o bien, la rebaja en los puntos de una tarea que se entrega tarde, pueden ser considerados por estos padres y madres traumas serios para la autoestima de los jóvenes, invalidando, de forma grosera y narcisista argumentos pedagógicos y técnico-evaluativos, por el simple hecho de que mi hijo no puede recibir un “No” como respuesta.

Demandas legales, amenazas y hasta insultos hacia el profesor y las autoridades escolares, pueden llegar a ser el escenario que algunos docentes tenemos que sortear en nuestra labor diaria.

Pareciera que se ha cumplido la profecía de Mario Vargas Llosa, la cual no estaría mal recordar: “Vivimos en una sociedad en donde pareciera que lo único que importa es pasársela bien”… ¿O no?

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