Opinión

El lagom dentro del ámbito laboral

Si se parte del hecho de que la persona goza del libre albedrío, es oportuno tomar en cuenta que la vida laboral debe ser llevada bajo la premisa de que no todo lo material...

Si se parte del hecho de que la persona goza del libre albedrío, es oportuno tomar en cuenta que la vida laboral debe ser llevada bajo la premisa de que no todo lo material es lo que hace feliz a la persona; es que somos “seres humanos” y no “haceres humanos”. Por eso es necesario el acompañamiento, tanto en mente como en cuerpo, de un descanso, cuando ello se permite; así se regresa más fuerte, más agudo, más capaz de concentración y creatividad, en pro de una producción. Es que debe cuidarse el ciclo connatural “circadiano”, es decir, aquellos cambios físicos, mentales y conductuales que siguen el ciclo diario del vivir y que responden, principalmente, a necesidades alimenticias, a los elementos de la luz y la oscuridad, conforme al reloj biológico de cada persona.

Sin la parte interna de la existencia, no hay razón de ser, lo demás es materia, la cual es connatural a su extinción; pero a veces se olvida esa máxima universal y se cree que esta es inmortal e incansable, provocándole abusos que pasan la factura tarde o temprano. Si bien, la parte económica y laboral se constituyen en elementos más del bienestar individual y social, son solo partes de un todo, entre muchas de las consideraciones que la sustancia depara, para alcanzar la plenitud y felicidad de una persona.

Precisamente, aquí, surge el concepto practicado en Suecia, sea el lagom, que consiste en equilibrar la vida, en establecer límites, dentro de todos los quehaceres cotidianos, incluido el trabajo. Este país nórdico -a diferencia de la mayoría de los de América-, en vez de buscar más horas hábiles para trabajar desmedidamente, con el afán de producir más y por ende crear la necesidad de consumir más, se ha preocupado por la proporcionalidad y moderación, dentro de un ámbito sostenible laboralmente hablando. En este sentido, existe una clara frontera entre la vida privada-familiar y la laboral. Así, por ejemplo, las condiciones laborales más generosas se encuentran entre los suecos, con cinco semanas anuales de vacaciones (y no las 2 que estipula la legislación patria), no solo con licencias para las madres, cuando dan a luz, sino también para los padres, a lo que se añade los permisos laborales para el cuido de los seres queridos cuando están enfermos. Además, apuestan por el trabajo a distancia (teletrabajo o trabajo a domicilio), horarios reducidos y jornadas diarias de seis horas, con al menos 18 días festivos anuales, sin obviar su asueto cultural denominado sportlov, cuyo objetivo es que se realicen actividades familiares al aire libre, entre los meses de febrero y marzo de cada año. Todo eso es sostenible a través de un sistema impositivo en el que todo el mundo paga lo que le corresponde, a fin de que nadie deje de tener satisfechos sus derechos básicos, lo que ha provocado que se pase a un índice de salud (81%) superior a la media, que según la OCDE ronda el 69% a nivel mundial (tomado del libro: El secreto sueco de la buena vida…Lagom). Es decir, se trabaja para vivir y no a contrario sensu, ese es su tercer objetivo -para el año 2030, dentro de su agenda para el Desarrollo Sostenible de la ONU- precisamente centrado en la salud y bienestar.

Es que dentro de la vorágine diaria se debe enseñar también que el trabajo se debe disfrutar (no todo lo es el salario nominal, sino aún más importante, lo es el salario emocional), siendo propositivos, contando con una actitud y aptitud positivas y llevando, como dice el refrán popular, “la fiesta en paz”, dentro de la segunda familia y hogar que vienen a significar el trabajo y los compañeros (y cuidado que no, en muchos casos el primero). Conjurando, ante todo, ambientes tóxicos que provocan en la salud la aparición de enfermedades crónicas (gordura, como consecuencia del cortisol que genera el estrés negativo, hipertensión, diabetes tipo 2, cardiopatías, demencias y cambios bioquímicos y neurohormonales), que van en detrimento del bienestar personal, las cuales están generando pérdidas millonarias a los países, dentro del ámbito de la seguridad social, según lo ha referido la OIT. Por ejemplo, solo en el Continente Europeo todo lo anterior, producto de las relaciones laborales mal encaminadas, está generando un coste de 617 mil millones de euros anuales, con la atención de más de 40 millones de habitantes trabajadores, sin obviar -como lo ha referido el Director General de la OIT, Guy Ryder- la afectación de las familias de esos empleados.

De allí la relevancia de conocer y apostarle a nuevos paradigmas, dentro del ámbito laboral, conforme a un mundo feliz y productivo, pero en amplio equilibrio con la naturaleza humana, es decir, practicando el lagom dentro de un esquema de próspera y buena vida, para todos en sociedad. Es que la felicidad y la buena salud producen trabajadores más empáticos, comprometidos y por ende eficientes y eficaces, lo que muchas veces se olvida.

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