Opinión

El inevitable cambio hacia la Universidad 4.0

La Universidad 4.0 ya es inevitable. No debe ser confundida con la “Mediación Virtual” o, aún peor, con las instrumentalizadas y difusas “estrategias didácticas en entornos virtuales de aprendizaje”.

Desde hace unos años se afirma que el mundo ha entrado en la Cuarta Revolución Industrial mejor conocida como “Industria 4.0”. Su base son los “sistemas ciber-físicos” o aquellos que integran tecnologías para digitalizar y autonomizar procesos y operar o controlar objetos físicos (máquinas, robots, materiales, entre otros) en entornos virtuales. De esta forma, conceptos como “digitalización de procesos”, “internet de las cosas”, “gemelos digitales”, nanobots, “softbots” o visión por computadora se hacen cada vez más cotidianos.

La Educación Superior no puede eludir este cambio disruptivo. Y no es la planificación, ni la gestión de riesgos, ni la construcción de una nueva visión estratégica lo que ha empujado abruptamente a las universidades públicas hacia esta revolución 4.0; lo hizo un microorganismo altamente contagioso, muy subestimado en cuanto a letalidad y que nos rezonga en que “el éxito sin salud es un fracaso”.

La Universidad 4.0 ya es inevitable. No debe ser confundida con la “Mediación Virtual” o, aún peor, con las instrumentalizadas y difusas “estrategias didácticas en entornos virtuales de aprendizaje”. Tampoco puede ser reducida a una fragmentación de procesos entre “lo presencial” y “lo virtual”; lo sincrónico y lo asincrónico; al contrario, refiere a su integración lógica y tecnológica en el “mundo físico” y el “ciberespacio”. Es la evolución del modelo jerárquico, burocrático, centralista y fragmentado en funciones hacia un “sistema ciber-físico” basado en procesos.

Kenneth Blanchard, profesor emérito de la Universidad Cornell, afirma que el verdadero jefe en las instituciones no es la alta dirección ni las normativas sino los valores. Así que, la Universidad 4.0 también debería ser gobernada por ellos; pero por ahora no voy a escudriñar en aquellos muy esenciales como la igualdad, solidaridad, equidad, inclusión o universalidad. Creo que otras convicciones que pueden convertirse en guías de comportamiento socialmente aceptadas también son muy urgentes.

En primer lugar, el reconocimiento entendido desde dos acepciones muy bien desarrolladas por Paul Ricoeur en su obra The course of recognition del año 2005. Por un lado, la acepción de “identificación” de las personas, es decir, distinguirlas, considerarlas y tomarlas en cuenta genuinamente. Por otro lado, la acepción de “tomar por verdadero”, la “gratitud”, “la complacencia por el logro” o el “saber que se está en deuda”. El reconocimiento entendido así permite que antes de cualquier cambio tecnológico (especialmente radical), la alteridad y la humildad puedan emerger como brújula de la comunicación transparente y efectiva.

Asimismo, pienso en el “respeto” tal y como lo desvela Richard Sennett en su obra: Respect in a World of Inequality, 2003. Con elocuencia, nos recuerda que “la falta de respeto no necesariamente insulta pero de igual forma hiere y no concede reconocimiento”. Comienza por un sentido interior y un “volverse hacia dentro” y, por ejemplo, es el que motiva a docentes y estudiantes a buscar la intersubjetividad de una forma diferente cuando no pueden verse en un laboratorio físico y, al mismo tiempo, sentirse satisfechos y motivados por lo aprendido. Pero además, Senneth nos recuerda el respeto mutuo que permite hacer a un lado la banalidad del mal profesada por Hannah Arendt y erradicar la imposición del poder para cambiarla por la conquista de la voluntad de las personas hacia el logro de objetivos comunes.

Finalmente, junto al reconocimiento “ricoeruriano” y el respeto “sennethiano”, pienso que la “reinvención” como valor compartido nos acercaría a la noción de un cambio tecnológico centrado en el “bienestar”; a la metamorfosis obligada pero llena de esperanza en un futuro mejor. De esta forma, la virtualidad no se convierte en un vehículo de manipulación de voluntades o transgresión del espacio y tiempo personal; en cambio, con reconocimiento, respeto y reinvención cincela la ineludible Universidad 4.0.

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