Opinión

El final del verano socialista latinoamericano

Fui testigo de dictaduras e intervenciones militares y participé en la guerra centroamericana con la firme convicción de que solo el socialismo constituiría la solución integral a las necesidades de nuestros pueblos, aún lo creo.
  1. La rearticulación de la derecha.

Fui testigo de dictaduras e intervenciones militares y participé en la guerra centroamericana con la firme convicción de que solo el socialismo constituiría la solución integral a las necesidades de nuestros pueblos, aún lo creo. Celebré como tantos la aparición de un conjunto de iniciativas progresistas dirigidas a la construcción de un socialismo latinoamericano. Festejé la ausencia de intervención estadounidense, y, como muchos, acepté la idea de que no se podía usar el término Imperialismo pues correspondía ya a un momento geopolítico anterior. Parecía en todo caso que el discurso del fin de las ideologías y la narrativa del final de la historia marcaba también el final de la derecha. Después de un largo invierno, llegábamos al fin a un agradable verano.

Luego de unos años, los errores de una nueva izquierda, desde el mal gobierno hasta la corrupción, hicieron que una nube oscura pasara en el cielo del verano. Pero creía que la derecha estaba retirada, ya que no había respuesta, hasta el extraño golpe en Honduras. Extraño, pues no impuso una dictadura militar, por ello no parecía ser sintomático de la rearticulación efectiva de la derecha y de la intervención estadounidense, pero sí de que estaba viva. Sin poder hacerse del gobierno, aquello era una bravuconada. Luego, asciende Piñera. Ya algo estaba mal, pero ahí estaban Brasil, Venezuela,  Nicaragua y, siempre, la Habana. Al poco tiempo Macri vociferó que reorganizará la derecha suramericana. ¿Y la izquierda? De veraneo. Aumentó su corrupción, los nuevos rostros empezaron a dar vergüenza. Peor, se hizo evidente su incapacidad de configurar una nueva actitud cívica, el nuevo hombre de Guevara, ese mismo que perseguían alcanzar las misiones bolivarianas. Tardíamente se percibió que la mentalidad ciudadana funcional en el periodo de los conflictos de baja intensidad estaba intacta, mantenía aún sus nudos superestructurales, valores tradicionales sobre el orden social, la estabilidad y autoridad tenían vigencia, y daban pie para un retroceso político. Ahora, con derechistas y ultraderechistas en los gobiernos latinoamericanos es más que evidente que el verano socialista ha colapsado.

¿Cómo se llegó a esto? Ya se ha dicho, aprovechando los errores de la nueva izquierda; proponiendo por medio de algoritmos en medios y tecnologías de comunicación una alternativa obvia para la mentalidad cívica que preserva sus arcaísmos: dejar atrás el socialismo y retomar el orden social. La reorganización política de la derecha latinoamericana se desarrolló así a través de escenarios específicos, desde los que configuró un marco valorativo común y dúctil, una narrativa más que un simple discurso. Su incidencia específica desembocó en movimientos de presión; se abrió así, para sí misma, un espacio de visualización en el concierto geopolítico mundial. Esto invita a un Estados Unidos, concentrado en otros temas y latitudes, a asumir un papel, una colateralidad en la que se remoza su estrategia hacia el subcontinente. Ademàs, financia opositores a los gobiernos de Venezuela y Nicaragua; favorece iniciativas subregionales como el grupo de Lima; gestiona diplomacia internacional; se reposiciona en su traspatio desplegando una nueva fase de injerencia en Latinoamérica. Extendiendo por medio de CNN y ABC discursos en la OEA, influencia sobre Europa la narrativa creada por la derecha regional. Como ejemplo, el performance Guaido se diseñó en Colombia hace siete meses.

Así las miserias, es evidente que la reorganización de la derecha fue coordinada subregionalmente y que su despliegue actual tiene carácter conspirativo. Alcanzó madurez operativa con la configuración de una narrativa cuyo lugar común de enunciación es el sobre exaltamiento de desaciertos de la izquierda desde categorías superestructurales que, debido a la incapacidad de la izquierda para reorganizar las mentalidades cívicas específicas, poseen impacto y eficacia política; como si fuese frase cliché de una serie de HBO, el invierno se acerca.

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