Opinión

El desmantelamiento de las universidades públicas: un problema de todos

Todo habitante de Costa Rica, desde la fundación de la Universidad de Costa Rica en 1940, pasando por la creación de las otras universidades públicas en 1971-1977, tiene un hijo(a), padre, sobrino, primo, familiar o pariente que haya estudiado en una universidad pública, es decir, que aquí no se salva nadie. Quienes han estudiado en una universidad pública han sido beneficiados con los fondos públicos, no importa si han tenido becas o no han tenido becas, porque todo el mundo sabe que lo que cuesta estudiar en una universidad pública es muy inferior a lo que cuesta estudiar en una universidad privada. Con beca o sin beca la matrícula es mucho más barata incluso que lo que cuestan colegios privados, pero quienes vienen de colegios públicos saben que, además, tienen acceso a becas y otros beneficios.

Es bueno rescatar que de esta situación no se salvan tampoco los diputados ni los ministros que hoy quieren cercenar sin pudor el presupuesto de las universidades públicas, pues sus títulos universitarios, sino todos, al menos los primeros, se los deben también a las universidades públicas de nuestro país. Con algunas excepciones como la ministra de Salud y la ministra de Educación, la mayoría del resto de ministros y diputados tienen títulos académicos de la Universidad de Costa Rica.

Por tanto, todos los habitantes de Costa Rica que han estudiado o cuyos hijos, primos o parientes han estudiado en una universidad pública se han beneficiado del bajo costo de las universidades públicas. Y puede decirse también que los padres que no han estudiado en universidades públicas tienen la esperanza de que sus hijos(as) sí lo puedan hacer en el futuro. Y está muy bien que mantengan esa esperanza porque esa es justamente la meta de las universidades públicas, responder a las necesidades de todo el pueblo que habita en Costa Rica, por tanto, debemos estar pensando en cómo mejorar para hacer esos sueños una realidad y no en como quitarle cada vez más recursos a sus universidades. También debemos mantener los programas sociales que las universidades públicas tienen en todo el territorio nacional. Esto lo saben los miles de costarricenses que en zonas alejadas se benefician de las alianzas y supervisión de las universidades públicas.

La Universidad de Costa Rica es la casa de todos los habitantes de este país así como las otras universidades públicas que también extienden sus cursos y sus programas más allá de las paredes de las universidades. Por tanto, esta pequeña reflexión pretende convertirse en un llamado de conciencia para que todos los habitantes de nuestro territorio salgamos a defender nuestra casa, nuestro modelo de país y nuestro modelo de educación superior pública.

La historia mundial ha demostrado que todas las dictaduras del mundo, igualmente las de derecha como las de la izquierda, inician atacando a las universidades y no necesariamente la educación primaria o secundaria, pues esta la pueden controlar, pero las universidades tienen autonomía constitucional. Ellas pueden y deben decir la verdad de la ciencia sin temor a ser reprimidas, como lo afirma el filósofo Jacques Derrida en La Universidad sin condición. Por eso, por esa libertad para divulgar el conocimiento, por su apego a la verdad científica, porque no están ajustadas a ninguna ideología es que tanto les temen algunos gobiernos. Costarricenses, en la defensa de nuestras universidades públicas radica la defensa de nuestra democracia y nuestra libertad. Por el presente y el futuro de sus hijos, salgamos todos a defender a las universidades públicas.

 

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